Sermón completo:

Hola y bendiciones, esta es una reflexión bíblica subversiva semanal del Padre Luis con la teología pastoral del Moriviví en donde estamos cada día en la búsqueda del querer vivir con dignidad y poder ser felices aquí y ahora. Este espacio es una invitación a que seamos como el moriviví”, que en un momento determinado creemos que no hay salida y que todo se acabó y de momento estamos de pie para seguir viviendo. Es un volver a vivir. Gracias por ser parte de este encuentro.

Mi tema de hoy está elaborado de la lectura del evangelio de Lucas 24:13-35: ¿Puedes ver lo que Jesús está mirando?

La vida puede ser dura a veces, y tod@s sabemos lo que es que nuestras esperanzas se derrumben y nuestros sueños sean devastados. La pérdida de un trabajo, la ruptura de un matrimonio o la aparición de una enfermedad son solo algunas de las cosas que pueden arruinar nuestras vidas.

En la reflexión de hoy voy a argumentar lo que Pablo escribió en Romanos 5:3-5: que podemos alegrarnos en nuestros sufrimientos porque somos un pueblo de esperanza: “No sólo eso, sino que nos gloriamos en nuestros sufrimientos, sabiendo que el sufrimiento produce perseverancia, y la perseverancia produce carácter, y el carácter produce esperanza, y la esperanza no nos avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”. Y también que, como l@s discípul@s, hay gente que no puedo ver, o no quiero ver; ¿por qué no?

Nunca andarás sol@: Jesucristo se encuentra a menudo en los lugares más imposibles y en los momentos más inesperados. El escritor del evangelio Lucas nos cuenta la historia de dos de esas personas. Se habían convertido en devotos seguidores de Jesús creyendo que Él era su Mesías largamente esperado, el rey que finalmente liberaría al pueblo de Dios.

Pero las cosas parecen haber ido mal, muy mal de hecho, porque lejos de derrocar a las fuerzas del Imperio de Roma, Jesús había sido brutalmente ejecutado, demostrando así que tanto Él como ellos habían sido engañados. Y como resultado, se encontraron dirigiéndose hacia el pueblo de Emaús, a unas siete millas de la ciudad, donde sus esperanzas se habían desvanecido como la niebla de la mañana.

Pero resultó ser un viaje que cambió sus vidas porque mientras conversaban, un extraño se les unió y les explicó que lejos de ser inesperado, la muerte de Jesús estaba anunciada desde hace mucho tiempo. Entonces, para su total asombro, se dieron cuenta de que ‘el extraño’ era Jesús mismo. Lejos de estar muerto estaba muy vivo. Entonces, no es de extrañar que fuera un encuentro que les dio una renovada esperanza para el futuro.

Jesús no solo es nuestra guía para el mañana y sino también nuestro compañero en el camino de la vida a través del desierto de la confusión. ¿Alguna vez sientes que estás completamente sol@? ¿Alguna vez te ha cubierto la soledad? ¿Alguna vez has mirado una de estas escenas callejeras de una gran ciudad con gente caminando hombro con hombro moviéndose como un río de humanidad? Todas esas personas amontonadas, pero muchas sintiéndose solas en la multitud. Un sentimiento de frustración y abandono prevalece en muchas vidas. Una sensación persistente de vacío resultante de un sentimiento de decepción es la norma para algunas. Habiendo sido decepcionadas, el abatimiento es dictado por la derrota.

¿Cuál es el Mensaje Principal de Jesús en este Evangelio? Parece que los dos hombres estaban debatiendo qué era verdad y por qué habían sucedido las cosas, porque la primera reacción de Jesús es decirles que son «tontos» y «lentos» en su creencia. Entonces Jesús les enseña la verdad tal como se revela en las Escrituras. Jesús quiere que ellos (y nosotr@s) sepan que, aunque las cosas parezcan sin esperanza y puedan tener dudas, no tienen que mirar más allá de las Escrituras para entender lo que sucedió y lo que sucederá: primero el Cristo debe sufrir, luego es glorificado.

Para mí, hay algo precioso en la imagen de Jesús caminando con nosotros y nosotras en nuestra hora más oscura, que no puedo pasar por alto. Muy a menudo, como personas deseamos una respuesta cuando Su deseo es que tengamos la respuesta: Él mismo. Él sabe lo que se requiere para que alcancemos ese lugar de gozo y paz en Él. Qué ejemplo tenemos en el relato del camino a Emaús: donde están dos o más reunid@s, allí está Él en medio de ell@s. Nosotr@s, como los dos discípulos en el camino a Emaús, tenemos dolores, confusión, desilusión y desesperación. Pero no estamos sol@s.

Como los dos discípulos, hay personas que no puedo ver, o no quiero ver; ¿por qué no? Esta es la pregunta clave; ¿Deberían las personas cristianas participar activamente en la lucha contra un régimen y sistema opresor e injusto, o deberían limitarse a observar y no hacer nada? En este candente debate, tanto aquell@s que han optado por mirar hacia otro lado, mientras sus hermanas y hermanos son pisoteados, como aquell@s que han cometido la opresión y la injusticia, han tendido a citar varias escrituras bíblicas para apoyar sus opiniones justificarse.

Los más citados han sido la primera parte de Romanos 13 y 1 Pedro 2:13,14, que básicamente instruye que las personas cristianas deben estar sujetas a la autoridad, sin resistencia alguna. A primera vista, eso es exactamente lo que estos versículos de la Biblia instruyen a hacer, pero hay más.  

Por qué debería alentarnos la creciente conciencia social en la iglesia: La Biblia no duda en describir la dura realidad de la violencia y la opresión, y de hecho, el pueblo de Dios está claramente llamado a luchar por la justicia y la misericordia para todas las personas. No fuimos llamad@s a solo contemplar este mundo, fuimos llamad@s a contemplarlo y a cambiarlo. En el discipulado de Jesús no hay espacio para una neutralidad que se compromete con la opresión. En este caminar hacia Emaús no queremos ver a quienes están sufriendo. Tenemos una actitud de que eso no es mi problema. El Jesús del Camino de Emaús no esta diciendo lo contrario: es tu problema, es nuestro problema. ¿Puedes ver lo que Jesús está mirando?

A lo largo de toda la Biblia, se describe a Dios como alguien que es una personas justa y misericordiosa en su trato con la humanidad. L@s teólog@s han concluido que Dios tiene un lugar especial en su corazón para las personas pobres y vulnerables víctimas de la opresión y exclusión. Pero no para que se queden dentro de esa realidad, sino para que se liberen. De hecho, parte de la vocación del Israel bíblico era promulgar la justicia social, no por sí misma, sino porque al hacerlo revelaría el carácter de Dios a las naciones vecinas, como una ciudad asentada sobre una colina.

Al comienzo de su ministerio, Jesús el del Camino de Emaús se puso de pie en la sinagoga de Nazaret y declaró que en él se cumplían estas palabras de Isaías: El Espíritu de Dios está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a las personas pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a las personas cautivas y dar vista a las personas ciegas, a poner en libertad a las personas oprimidas, a proclamar el año del favor de Dios. (Lucas 4:17). ¿Puedes ver lo que Jesús está mirando?

En esta declaración y su ministerio, Jesús mostró que llevar la libertad a las personas cautivas y el alivio a las personas pobres y oprimidas es crucial para su misión divina. Su último acto de liberación fue su muerte y resurrección victoriosa. Sin embargo, sus enseñanzas y su ejemplo nos muestran que la proclamación de las buenas nuevas de la obra salvadora de Cristo debe ir acompañada de actos tangibles de amor, servicio y misericordia hacia nuestro prójimo si se quiere que el mensaje del evangelio sea reconocido en todo su poder. Esa es la misión de la iglesia.  

Si solo somos una iglesia que mantiene a las personas en su opresión y explotación entonces le hemos fallado al proyecto de liberación salvífica de Jesús, porque le estamos dando opio al pueblo para que no se libere. ¿Puedes ver lo que Jesús está mirando?

A lo largo de su ministerio, el ejemplo de Jesús reveló el corazón de Dios por las personas despreciadas, débiles, abusadas y vulnerables. Jesús pasó mucho tiempo con las niñas y niños, las mujeres, personas pobres, enfermas, l@s samaritan@s y otros grupos marginados y despreciados, valorando y amando a los que estaban excluid@s de la sociedad de su época. Por un lado, para consolarles y por otro para liberarles. ¿Estamos haciendo esto como iglesia? ¿Puedes ver lo que Jesús está mirando?

Mientras predicamos el evangelio de la obra expiatoria de Cristo, que conduce a la liberación del pecado, también debemos aplicar esa obra liberadora y expiatoria a los males de este mundo. De lo contrario, somos como la persona a la que se refiere Santiago en su epístola: “y si algun@ de ustedes dicen: ‘Vayan en paz, calentaos y saciaos’, sin darles las cosas necesarias para el cuerpo, ¿de qué sirve eso?” (Santiago 2:16). De que sirve orar por alguien que no tiene que comer si no le vamos a dar comida. Acompañemos la oración con pan.

En pocas palabras, sin abarcar los aspectos físicos y espirituales de la redención, las personas cristianas tendrán un concepto incompleto de la misión de Jesús para el mundo. Recuerda, la entrada al cielo comienza en la tierra, no cuando me muera. ¿Puedes ver lo que Jesús está mirando?

Conclusión:

La iglesia puede ser una institución, como las cárceles u hospitales psiquiátricos, en donde se organiza y se controla las vidas de las personas con el pánico del infierno. Debería de liberar al pueblo con la promesa del “cielo” que comienza en la tierra.

Pero tenemos que buscar maneras para que la Iglesia sea un Termostato, no un Termómetro. Nuestro querido Rev. Martin Luther King, Jr., nos sigue diciendo: Hubo un tiempo en que la iglesia era muy poderosa, en el tiempo en que l@s primer@s cristian@s se regocijaban al ser consideradas personas dignas de sufrir por lo que creían. En aquellos días la iglesia no era simplemente un termómetro que registraba las ideas y principios de la opinión popular; fue un termostato que transformó las costumbres de la sociedad.¡Todo el pueblo de Dios está llamado al oficio profético de ser termostatos! Aquí es cuando podemos ver a Jesús. Pero además tenemos que poder ver lo que Jesús está mirando.  

Esta es una reflexión desde la Esquina Roja del Padre Luis. En el amor solidario, el sacramento más importante. Amen & Ashé.

23 de abril de 2023.