Sermón completo:
Lectura: Jesús se dirigió de allí a la región de Tiro y Sidón. Y una mujer cananea, de aquella
región, se le acercó, gritando: ¡Señor, Hijo de David, ¡ten compasión de mí! ¡Mi hija tiene un
demonio que la hace sufrir mucho! Mateo 15:21-22.
La narrativa bíblica de la mujer cananea (Mateo 15: 10-20, 21-28) es una pequeña historia que se
construye esencialmente alrededor de la conversación entre la mujer y Jesús. Comenzamos
viendo que Jesús se retiró costa arriba a la región de Tiro y Sidón. Tendríamos que decir que Él
no estaba simplemente tratando de escapar de los eventos difíciles en Palestina, y tampoco fue un
encuentro casual. Jesús iba a esta área cananea, a esta mujer cananea.
Ahora bien, la conversación da la impresión de que Jesús no estaba dispuesto a responder a su pedido porque ella era cananea. Esto se convertirá en una parte importante de nuestra reflexión porque obviamente hay algo poderoso en la dimensión étnica de la conversación. Lo que está claro es que la mujer no se iba a dar por vencida, sino que siguió suplicando, incluso desde su origen cananeo, para que Jesús reconociera su gran fe. El contraste es verdaderamente impactante: en Palestina, Jesús estaba tratando de convencer a la gente de que Él era el Mesías, y estaba siendo desafiado a probarlo con una señal. Pero aquí, en territorio gentil, conoció a una mujer que estaba convencida de que Él era el Mesías y no podía desalentar sus esfuerzos. Por lo tanto, podemos decir que su aparente intento de disuadirla fue una prueba, y la gran fe de ella debe haber sido gratificante para Jesús.
Algunas personas parecen pensar, y con razón, que posiblemente Jesús estaba equivocado aquí y que esta mujer cananea lo confrontó hasta que volvió a descubrir su compasión. De esto ser cierto la belleza está en la capacidad de la mujer de confrontar a Jesús para que no pierda su humanidad compasiva y por otro lado la capacidad amorosa de Jesús de poder rectificar ¿Qué debemos aprender de este texto? Lo más importante, a mi juicio, es que podamos apreciar la belleza de nuestro Señor Jesucristo. Vemos Su compasión y misericordia, y Su gracia. Jesús es misericordioso con la mujer cananea, mientras que sus discípul@s quieren que Jesús se deshaga de ella. Jesús se compadece de su necesidad y se deleita con la fe que ella revela. L@s discípul@s están irritad@s por esta mujer y les encantaría deshacerse de ella. Jesús no solo mostró compasión por esta mujer cananea, sino que sanó a innumerables personas gentiles y
luego las alimentó.
Como todo esto puede ser también un modelo discipular y/o eclesial, es aquí en donde me reafirmo en mi creencia que la iglesia puede ser una institución, como las cárceles u hospitales psiquiátricos, en donde se organiza y se controla las vidas de las personas con el pánico del infierno. Debería de liberar al pueblo con la promesa del “cielo” que comienza en la tierra.
Nuestro texto nos está preparando para la Gran Comisión, al final del Libro de Mateo (28:18-20).
Mientras que Jesús envió a sus discípul@s solo al pueblo judío en Mateo 10, los enviará a “todo el mundo” en el capítulo 28. Tenemos una presunción de esto en nuestro texto. ¿Y por qué encontramos a Jesús ministrando al pueblo gentil en nuestro texto? Es porque Jesús ya ha acusado a las ciudades judías donde más ha ministrado por su incredulidad (Mateo 11:20-24).
Nuestro texto es un adelanto de lo que veremos en Hechos 10 y 11, cuando Dios envía a Pedro a
las personas gentiles a predicar el evangelio.
Es importante que tú y yo aprendamos de esta magnífica mujer. Por un lado que podamos ver que no somos mejores que ella, que no tenemos más derecho a nuestro Jesús que ella. No nos acerquemos a Jesús llenos de nosotr@s mism@s, exigiéndole que satisfaga nuestros deseos. Acerquémonos a Él en humildad, reconociendo que nuestros pecados nos separan de Dios.
Nuestros pecados nos hacen menos que perros, incluso perros salvajes. Es Su sacrificio en el Calvario en nuestro lugar lo que salva. Es Su justicia, no la nuestra; Su misericordia, no nuestra bondad o mérito.
Acerquémonos a Él como lo hizo esta mujer, aferrándonos a Su palabra y a Su carácter. Acerquémonos a Él con fe, segur@s de que Él será misericordioso con todas las personas que claman por misericordia.
Durante el día de hoy también podríamos también realizar una interpretación radical de esta narrativa bíblica y llevar a cabo un inventario personal, interpersonal y colectivo en donde descubrimos a quienes tratamos con indiferencia. Estas son las personas cananeas contemporáneas.
Pero a la misma vez es importante entender que la crisis de humanidad que estamos viviendo y que reta a la iglesia para que desarrolle modelos eclesiales relevantes y reverentes, es un llamado a que le pidamos a Dios, tal y como nos dice nuestra Mercedes Sosa, en la canción que inmortalizó; que el dolor no me sea indiferente.
Muchas gracias, hasta pronto, Dios nos bendiga, y prométanme que van a ser felices. En el
amor solidario, el sacramento más importante. Amen & Ashé.