Sermón completo:
Decimoquinto Domingo después de Pentecostés: Propio 18;
10 de septiembre de 2023
Éxodo 12:1-14, Salmo 149, Romanos 13:8-14, Mateo 18:15-20
I-Introducción:
En el contexto de las escrituras leídas hoy quiero reflexionar con ustedes sobre la propuesta de liberación salvífica de Jesús.
El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación. En los últimos años, esta verdad esencial se ha convertido en objeto de reflexión para l@s creyentes, con un nuevo tipo de atención que, en sí misma, está llena de promesas. La liberación es ante todo liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su meta es la libertad de las personas, que es don de la gracia. Como consecuencia lógica, exige la libertad de muchos tipos diferentes de esclavitud en las esferas cultural, económica, social, sexual y política, todas las cuales derivan en última instancia del pecado y, por lo tanto, a menudo impiden que las personas vivan de una manera acorde con su dignidad. Discernir claramente qué es fundamental en esta cuestión y qué es un subproducto de ella es una condición indispensable para cualquier reflexión teológica bíblica.
Es importante que entendamos que la fe también tiene dimensiones, sociales, políticas, culturales y económicas. La fe no es sólo una experiencia personal de encuentro con Dios y con Cristo en el Espíritu. Se traduce concretamente en la vida. De aquí entonces mi visión de un Jesús liberador que produce asimismo salvación.
Pero hay personas que han restringido la fe a la meditación, la oración, las celebraciones, la lectura de la Biblia, incluso la popular, las peregrinaciones, los sacramentos, en una palabra, por el culto. Muchas personas reducen la religión solo a esta rueda, especialmente las cadenas de televisión católicas y anglicanas. Estas son generalmente un cristianismo meramente devocional, de misas, sant@s, rosarios y de ética familiar. Casi nunca se habla de justicia social, del drama de los millones de personas desempleadas, del grito de las personas oprimidas ni del grito de la Tierra. Este tipo de cristianismo hace difícil entender por qué Jesús fue preso, torturado, juzgado y condenado a muerte en una cruz. Este tipo de cristianismo es un cristianismo cómodo como si Jesús hubiera muerto de viejo y rodeado de seguidor@s. De alguna manera han eliminado la propuesta de liberación salvífica de Jesús
Y a esto se suma el tipo de fe proclamada por las iglesias evangélicas y/o neo-pentecostales con sus televisiones y sus programas multitudinarios. Allí no se escucha nunca el mensaje del Reino-Comunidad de amor, de justicia, de fraternidad y de perdón. Nunca se escucha la palabra fundamental del Jesús histórico: “Bienaventurados las personas pobres, porque de ellas es el Reino de Dios… ¡ay de ustedes, personas ricas, porque ya tuvisteis vuestro consuelo!” (Lucas 6,20.24). En su lugar, se vuelve a un tipo de lectura del Primer Testamento (raramente la tradición profética) donde se destacan los bienes materiales. No predican el evangelio del Reino-Comunidad, sino el evangelio de la prosperidad material con un modelo de capitalismo eclesiástico.
La mayoría son personas pobres y lógicamente necesitan una infraestructura material básica. Es el hambre real que martiriza a millones de creyentes. Pero “no sólo de pan vive el hombre o la mujer”, dijo el Maestro. El ser humano tiene fundamentalmente otro tipo de hambre: hambre de reconocimiento y aceptación, hambre de seguridad (los Estados no respetan ni protegen el derecho de las mujeres a la libre opinión y expresión… mire como en una semana hemos tenido cuatro asesinatos de mujeres… esto es por el sexismo y la misoginia, lo cual es odio y desprecio a las mujeres), a las personas más humildes, a las personas negras, a las personas LGBTTIQ, tienen hambre de belleza, hambre de ser aceptad@s en un mundo que se caracteriza por la exclusión, hambre para que acepten la discapacidad con deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales, hambre de un Dios vivo que es un Dios de ternura y amor. Todo esto, esencia del mensaje del Jesús histórico, no se escucha en las palabras de muchas de est@s lideres religiosos. Le están dando religión de opio al pueblo para que no piense, sino para que se someta a la opresión y exclusión.
Tenemos que entender que la fe se expresa mediante la práctica de la justicia, la solidaridad, la denuncia de la opresión, la protesta y la práctica de la solidaridad sin fronteras, el amor social y la fraternidad universal. Es aquí en donde rescatamos la propuesta de liberación salvífica de Jesús. Veamos todo esto es las escrituras de hoy.
II-En la lectura de Éxodo 12:1-14 se nos presenta el Paradigma de Liberación Salvífica. Este pasaje nos ayuda a recordar uno de los acontecimientos más importantes, no sólo de nuestra historia, sino de la historia del mundo: nuestra liberación de la esclavitud en Egipto. La liberación de la esclavitud del éxodo fue religiosa, política, económica, cultural y emocional. En otras palabras, el éxodo es un paradigma de liberación holístico que aún sigue vigente en Jesús como liberador.
El paradigma es que no fuimos llamad@s como discipul@s o como iglesia a tolerar la opresión de este mundo. Ni mucho menos a ofrecerle resignación al pueblo para que aguante y que ese sufrimiento le purifique para llegar a Dios. Fuimos llamad@s a producir liberación en todas sus dimensiones.
Existe un desorden en este mundo el cual fue creado por nosotr@s. Por lo tanto, por que asumimos que Dios es responsable de la crisis de humanidad que estamos viviendo. Esta tarea nos corresponde a nosotr@s de traer el cielo a la tierra. Dios nos da poder… Espíritu Santo y nos acompaña. La misión de la Iglesia no es la de contemplar el mundo, es la de contemplar y cambiarlo hasta que comencemos a sentir el cielo en la tierra. Esto es la liberación salvífica de Jesús.
III-En el pasaje de Mateo 18:15-20 podemos notar que Mateo tenía como objetivo brindar a la iglesia primitiva orientación sobre cómo lidiar con los conflictos y las relaciones rotas. Esto porque nuestra fe liberadora puede verse comprometida con los errores o injusticias humanas y dejar como resultado la destrucción del paradigma de liberación salvífica. El odio, el rencor, la venganza, resentimiento son parte de estos errores o injusticias.
Por esto Mateo nos recuerda que el primer paso hacia la reconciliación implica escuchar. A veces lo que escuchamos no es en realidad lo que se dijo. Un buen ejemplo son los chismes. Varias historias o rumores diferentes a menudo resultan de una historia o incidente. Escuchar verdaderamente significa acudir a la otra persona. En otras palabras, debemos dar el primer paso. Esto suele ser doloroso, pero es necesario si queremos que haya alguna esperanza de reconciliación, perdón y paz. Si una relación es importante para nosotr@s, tarde o temprano tendremos que tragarnos nuestro orgullo. El miércoles me llamaron de la diócesis para decirme que personas de nuestra iglesia estaban ofendidas por dos cosas que yo había hecho durante mi primera misa: la palabra Ashé y la señal del amor en lenguaje de señas. Me pregunto: ¿por qué no compartir conmigo la preocupación?
Si los esfuerzos individuales no logran resolver el problema, el siguiente paso es involucrar a dos o tres personas externas. Desafortunadamente, la mayoría de las personas dan este paso primero y no de la forma prevista. Las personas a menudo se ven arrastradas a disputas cuando las partes involucradas buscan aliad@s. Si la participación de dos o tres extraños fracasa, el siguiente paso implica llevar la disputa a toda la iglesia, generalmente a través del cuerpo gobernante, pero a veces a través de una reunión congregacional.
Debemos recordar que Jesús era amigo de los recaudadores de impuestos y de las personas pecadoras. Todo su ministerio giró en traer a l@s de afuera al reino-comunidad reconciliándol@s con Dios. Él está haciendo lo mismo hoy porque todos somos extrañ@s. Tod@s nosotr@s somos extrañ@s a la comunidad del reino de Dios porque tod@s somos pecadores.
La reconciliación es la clave para sanar divisiones y conflictos. ¿Es posible? Sí. Las condiciones heladas no proporcionan un muy buen crecimiento para un nuevo crecimiento, espiritual o de otro tipo. El proceso de reconciliación se hace más fácil al saber que Dios está con nosotr@s si nos reunimos en su nombre durante el proceso. Dios está con nosotr@s siempre que dos o tres se reúnan en su nombre.
A Jesús no le interesa quién tiene razón o quién no. A él sólo le importa arreglar una relación rota. Nuestras preocupaciones sobre quién tiene razón y quién no a menudo nos llevan a renunciar a las relaciones con los demás. Mateo 18:15-20 no debe tomarse como un permiso para que quienes tienen autoridad dañen a otros o abusen de su poder. Se trata de escuchar, rendir cuentas y tener una visión más amplia del reino-comunidad de Dios. Jesús como libertador vino por las personas oprimidas, vino a ser oprimido y vino a traer liberación máxima a las personas oprimidas.
IV-La lectura de Romanos 13:11-14 nos recuerda que aprender a amar es un aprendizaje permanente. Nunca lo completaremos, ni aquí ni en el futuro. Seguimos siendo siempre principiantes en el amor. Siempre es demasiado pronto para que cualquiera de nosotros ponga fin a este aprendizaje. Por esto Jesús resumió todos los mandamientos en tres: Ama a Dios, Ama a tu projim@, y amate a ti mism@.
V- Conclusión:
En el gran misterio de Dios, San Francisco al adentrarse en este misterio, descubrió dos características principales de Dios: la bondad desbordante de Dios y la humildad de Dios… Francisco conoció al Dios del amor humilde meditando e imitando a Cristo pobre y humilde. Estamos en el ministerio de derribar muros y construir puentes con todas las criaturas de Dios. Esto es lo que estamos llamando la propuesta de liberación salvífica de Dios. AMEN