Sermón completo:

Decimoctavo Domingo después de Pentecostés- Propio 21

Éxodos 17:1-7; Salmo 78:1-4, 12-16; Filipenses 2:1-13; Mateo 21:23-32

I-Introducción: En el contexto de las escrituras para hoy estamos asimismo celebrando el Día de San Gabriel.  Su nombre significa “Dios es mi fuerza”. Gabriel juega un papel importante en los textos religiosos del islam, el judaísmo y el cristianismo. Musulmanes, judíos y cristianos creen que Gabriel dio la noticia de los próximos nacimientos de tres figuras religiosas famosas: Isaac, Juan el Bautista y Jesucristo. Personas de algunas denominaciones cristianas, como las iglesias católica y ortodoxa, consideran a Gabriel un santo.

Las personas católicas romanas,católicas ortodoxas y católicas anglicanas adoramos únicamente a Dios. No adoramos imágenes, ni estatuas, sino que veneramos lo que ellas representan y no a ellas por sí mismas. ¿Acaso las madres o padres no llevan las fotos de sus hijos, hijas, nietas, nietos, etc., en sus carteras? Sin embargo, no amamos la foto, sino que amamos a quienes se encuentran en ellas. Del mismo modo, amamos al Arcángel Gabriel, y asimismo a la Virgen María, independientemente de que esté o no en una imagen, porque nos conducen a Dios.

¿Cuál es el argumento en este sermón? La frase las acciones hablan más fuerte que las palabras significan que lo que haces (tus acciones) es más significativo y tiene más peso que lo que dices (tus palabras). En pocas palabras, es mejor hacer algo que decir que lo harás.

II- Mateo 21:23-32: Las acciones hablan más que las palabras. Hemos escuchado ese dicho muy a menudo en nuestras vidas. Hay mucho de cierto en ese dicho en la sociedad actual. La gente de hoy no suele tomarse el tiempo para escuchar lo que una persona podría decir. No se toman el tiempo para escuchar lo que la palabra de Dios podría decirles. Observan las acciones, las vidas de las personas que los rodean.

Entonces nosotr@s también mostraremos con nuestras acciones el amor de Jesús que está en nuestros corazones. Nos hacemos la pregunta mientras Jesús habla de esta parábola ¿A que hijo me parezco? ¿Soy como el primer hijo, con palabras vacías, o como el segundo con arrepentimiento?

A-Un hijo con palabras vacías: Nuestro texto tiene lugar durante esa última semana de la vida de Jesús. Es martes de Semana Santa. Un par de días después de su llegada a Jerusalén ese Domingo de Ramos, la gente lo llamó Hijo de David, y bendito sea su nombre. Debido a todas esas alabanzas, los líderes de la época, los escribas, fariseos y saduceos, cuestionaban la autoridad de Jesús para entrar al templo como lo hizo. Jesús habló y enseñó con autoridad. Se preguntaban ¿quién es este Jesús?, ¿cuál es su autoridad? Estas palabras de Jesús son pronunciadas en este martes de Semana Santa. Y están dirigidos a estos líderes religiosos de la época. Jesús les permitirá llegar a algunas conclusiones importantes.

Nuestro texto comienza con la pregunta: ¿Qué piensas? Puedes imaginarte a Jesús junto con los escribas, los fariseos y los líderes de la iglesia parados juntos en el templo. Los líderes pusieron a prueba a Jesús preguntándole: “¿Qué te da derecho a entrar aquí? ¿Qué te da derecho a contarnos la palabra de Dios?” Jesús responde: «Bueno, ¿qué te parece?» Jesús les dará la oportunidad de formarse su propia opinión y emitir su propio juicio. Pero, por supuesto, Jesús les va a dar un poco de dirección, ¿no? Jesús comienza, había un hombre que tenía dos hijos. Como hay dos hijos, por supuesto habrá una diferencia entre ellos. El hombre se acercó al primer hijo y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Había trabajo por hacer. Él no iba a salir a contratar gente como trabajadores; iba a pedirles a sus hijos que hicieran ese trabajo en la viña. El padre va hacia el primer hijo, luego va hacia el segundo hijo. Entonces el padre se acercó al segundo hijo y le dijo lo mismo. Hay trabajo que hacer en mi viñedo.

Primero veremos la respuesta del segundo hijo. Él respondió: «Lo haré, señor», pero él no fue, yo iré”. Simplemente se nos dice que no fue. El segundo hijo había dicho: iré. Iba a hacer el trabajo, pero luego no lo hizo. Estaba ocupado, no quería hacerlo, encontró algo más que hacer, no se nos dice qué pasó para cambiar el suyo. Sus intenciones estaban ahí, sus palabras estaban ahí, pero sus acciones no estaban ahí. Por supuesto, todo empezó con esa pregunta a estos líderes. Jesús había dicho: ¿qué os parece?

Hoy debemos preguntarnos ¿qué opinas? ¿Cuándo fue la última vez que miraste tu corazón? ¿Cuándo fue la última vez que te levantaste temprano el domingo para prepararte para la adoración? ¿O cuándo fue la última vez que te levantaste justo a tiempo para llegar a la iglesia y llegaste justo a tiempo, o tal vez incluso un poco tarde? Jesús nos recuerda que a veces queremos acordarnos de prepararnos para escuchar la palabra de Dios.

B- El hijo con arrepentimiento: Recuerde el escenario: es martes de Semana Santa, Jesús en Jerusalén. Los escribas y fariseos interrogan a Jesús: “¿Por qué eres tan importante? ¿Cuál es tu autoridad? Entonces Jesús les dice: ¿qué les parece? ¿Qué pasa con estos dos hijos? El hombre se acercó al primer hijo y le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él respondió: «No lo haré». Respuesta rápida. «No lo voy a hacer». Pero más tarde se nos dice que cambió de opinión. El hijo se arrepintió, cedió y fue a trabajar en la viña. Su primera reacción fue decir no, fácil decir no. Pero su corazón dijo que sí. Y se fue. Y luego volvemos a la pregunta ¿qué opinas? Jesús les preguntó ¿cuál de estos dos hizo lo que su padre quería? Y respondieron a la primera. Y por supuesto tenían razón. El primero hizo lo que su padre quería. No sólo dijo lo que su padre quería oír, sino que hizo lo que su padre quería.

Tú y yo nos damos cuenta de que a veces somos como aquellos escribas y fariseos. Nos sentimos engreíd@s y un poco moralistas a veces. Sabemos, en lugar de sólo todas las Leyes de Dios, hoy conocemos el alcance total del Evangelio de Dios. Sabemos que la salvación es para toda la humanidad. Y luego, agradecid@s y gozos@s, sabemos que la salvación de Dios es para cada un@ de nosotr@s como pecador@s individuales. También sabemos entonces que podemos presentarnos ante nuestro Señor, no por nuestro propio mérito o justicia, no por nuestro propio mérito. Venimos arrepentid@s diciendo: “Señor, no lo voy a hacer”.

El verdadero arrepentimiento es como el primer hijo. Cambia de opinión. El verdadero arrepentimiento significa que cambiamos nuestro corazón, nuestra vida. nosotros. Eso es exactamente lo que nos mueve a salir de nuestra iglesia el domingo y vivir una vida de adoración en nuestro trato diario con la humanidad.

III-Éxodo: Vemos en la lectura del éxodo lo que estamos exponiendo de que las acciones hablan más que las palabras. ¿Alguna vez has conocido a personas que no hacen más que quejarse? ¿Te molesta después de un tiempo? Si es así, quizás puedas simpatizar con Moisés. Tuvo que soportar las constantes quejas de los israelitas durante los 40 años que pasaron en el desierto. Vemos un buen ejemplo de esto en el pasaje que escuchamos del Libro del Éxodo.

El pasaje del Éxodo podría fácilmente aplicarse a nuestra vida personal y de la iglesia hoy. A veces nos preguntamos si Dios está con nosotr@s. Como personas cristianas, atravesamos dificultades en momentos en que enfrentamos obstáculos en el camino de nuestro llamado o sentimos que estamos chocando contra una pared de ladrillos y nuestro avance es un sueño lejano. Cuando esto sucede, ¿qué hacemos? ¿Qué nos preguntamos? ¿Qué les decimos a l@s demás? ¿Nos quejamos de que Dios nos ha abandonado como lo hicieron los israelitas, o le pedimos que nos muestre su gloria, poder y milagros?

¿Cómo podemos estar seguros de la presencia de Dios con nosotr@s?  Dios promete a Sus hij@s que siempre está con ello@s y que nunca l@s desamparará. “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado. Y ciertamente estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).

IV-Filipenses 2:1-13: Vemos en la lectura de Filipenses lo que estamos exponiendo de que las acciones hablan más que las palabras. Para entender el principio del capítulo 2, debemos primero volver al capítulo 1. En 1:12-26, Pablo describe su situación. Está encarcelado, pero les aseguran a los cristianos filipenses de que su encarcelación ha servido para extender el Evangelio, ya que ha podido rendir testimonio ante el guardia imperial (1:12-13). Enfatiza esto para eliminar cualquier posibilidad de que los filipenses interpreten su encarcelamiento como señal de que Dios le ha abandonado el escribe,

“Tened presente esto que también fue en Cristo Jesús: quien, existiendo en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, siendo hecho a semejanza de los hombres”. (Filipenses 2:5-7)

V-Conclusión: Hermanas y hermanos, te recuerdo que el Evangelio de hoy, Mateo 21:23-32, nos recuerda que las acciones hablan más que las palabras. Hemos escuchado ese dicho muy a menudo en nuestras vidas y hay mucho de cierto en ese dicho en la sociedad actual. El Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es una llamado a la acción. Aquí no hay espacio para la neutralidad, la vagancia o la inercia. Tampoco hay espacio para que dejemos camino para coger la vereda. Jesús es verbo no sustantivo como muy bien nos dice ese cantautor guatemalteco Ricardo Arjona. Y nos invita a que demostremos su amor y proyecto de liberación salvífica con nuestras acciones. Nos hacemos la pregunta mientras Jesús habla de esta parábola ¿A que hijo me parezco? ¿Soy como el primer hijo, con palabras vacías, o como el segundo con arrepentimiento?

Hay una canción que escribió nuestro gran compositor puertorriqueño Rafael Hernández y que otra puertorriqueña, Mirta Silva, cantautora y actriz conocida como la Gorda de Oro, inmortalizó: buche y pluma. En Puerto Rico se usa esta frase usa para decir de una persona que habla mucho y que no hace nada. Jesús fue muy claro cuando reconoció que las acciones hablan más que las palabras. Por esto retó al liderato religioso de su época y ahora nos reta a nosotr@s.

Muchas personas cristianas saben todo lo correcto, el que decir, tienen los versículos bíblicos diligentemente memorizados, las citas concisas y las estatuas de doctrina, y ritual. Se la pasan diciendo; “La Biblia dice”. Recuerdan rápidamente antes de exponer lo que las Escrituras llaman a las personas cristianas a hacer. Sin embargo, cuando se trata de combinar sus palabras con acciones, estas hermanas y hermanos con sus acciones contradicen lo que dicen.

Uno de los mayores obstáculos a la fe cristiana es el hecho de que muchas personas cristianas no practican los principios de la fe que proclamamos como verdaderos. Se la pasan construyendo paredes que nos dividen, en vez de construir puentes que nos unen. Se nos olvida que Dios está con las personas marginadas y las oprimidas.

Predicamos que Dios es amor y demostramos una vida de odio, miedo e ira a todo lo que es diferente a nosotr@s. Se la pasan predicando y practicando un evangelio de odio y desprecio hacia otras personas y esto lo podemos ver en la cultura de odio que promueven hacia personas negras, hacia las mujeres, hacia personas que no son cristianas y hacia personas gay, lesbianas y trans, por solo mencionar algunas realidades de ese odio. Proclamamos la gracia de Dios, pero condenamos rápidamente y con dureza a quienes adoran a Dios de una manera diferente y a quienes viven la vida por medios diferentes a los nuestros. Entendemos que Dios se preocupa por las personas más necesitadas, pero rápidamente desacreditamos a las personas pobres, las viudas, las huérfanas y las extranjeras residentes como una carga para la economía o una amenaza para nuestra seguridad. Decimos que creemos en la igualdad humana, pero le violentamos los derechos a personas porque soy lesbianas, gay, trans, usuarias de drogas, están encarceladas, están deambulando en la calle, están discapacitas, etc.  

Como personas cristianas, me resulta imposible ignorar los hilos de justicia tejidos a lo largo de las Escrituras.  Y el cómo Jesús apoya y recibe a las personas marginadas y oprimidas. En Juan 8, Jesús no condenó a la mujer, sino que la envió; aunque en esos once versículos no se le dio nombre ni voz, gracias a la respuesta de Jesús, recibió dignidad y valor. Entonces, si, como esta mujer, creo que Dios está del lado de aquellas personas que se han quedado sin voz debido a sistemas injustos que benefician a algunas personas, pero no a todas, entonces no puedo evitar creer que Jesús está del lado de aquellas personas que hoy se levantan y gritan y protestan. No puedo evitar creer que Jesús está del lado de nuestros hermanos y hermanas que han sido destinatarias de odio individual e institucional.  Por esto Jesús nos pide que entremos en acción para destruir todas estas injusticias contra su creación. Que no se nos olvide, nadie va al cielo sin pasar por la tierra, por lo tanto, vamos a comenzar a traer ese cielo a la tierra, ahora mismo.

Te recuerdo que, desde una perspectiva cristiana, la justicia puede definirse, como cuando todas las criaturas de Dios reciben lo que les corresponde y contribuyen, desde su singularidad, a nuestra existencia común. La justicia social busca especialmente proteger a las personas vulnerables, incluidas las personas jóvenes, las muy ancianas, las enfermas terminales, las discapacitadas, las pobres y las impopulares. No deberíamos buscar rechazar sino construir relaciones saludables. La justicia social también debe salvaguardar libertades esenciales arraigadas en la dignidad humana y el carácter de Dios, como la libertad de expresión, la libertad de religión y la protección del medio ambiente.

Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta? ¿Y qué hacemos con el Dios que se sienta en medio de esta infinidad de tensiones, en medio de un país desgarrado por un odio vehemente? Hay que hablar con nuestras acciones y dejar de contemplar el mundo y salgamos a contemplarlo y cambiarlo. ¿Qué no tenemos poder me dices tu?  Te recuerdo la promesa en Hechos 1:8 que Jesús nos dio: Recibiréis poder cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo. Por lo tanto hermanas y hermanos tenemos poder.

Comencemos hoy a hablar con nuestras acciones. No digamos que creemos en Dios, vamos a demostrarlo. No digamos que vamos a ir y luego quedarnos en casa. Vamos a encontrarnos en un lugar construyendo puentes de unidad en diversidad. No digamos que amamos, vamos a demostrarlo con nuestras acciones destruyendo la teología del buche y pluma. La invitación es para que seamos como el primer hijo que con sus acciones de arrepentimiento aceptó la invitación de ir. Acepta la invitación de hablar con tus acciones porque es lo que Dios nos está pidiendo.

AMEN & ASHE