Sermón completo:

Vigésimo cuarto Domingo después de Pentecostés: Propio 27

Domingo, 12 de noviembre de 2023

Josué 24:1-3a, 14-25, Salmo: 78:1-7, 1 Tesalonicenses 4:13-18; Mateo 25:1-13

I-Introducción:

Las lecturas bíblicas para el día hoy, muy especialmente Mateo 25, nos exhortan a que debemos vivir y prepararnos para el futuro. Hay un equilibrio en la vida cristiana entre saber que Cristo podría regresar mañana y, al mismo tiempo, vivir como si Él no pudiera regresar durante nuestra vida. Si nos vamos a un extremo o al otro, acabamos teniendo problemas.

En otras palabras, alguien dijo en algún lugar: «Manténganse alerta como si el Señor viniera mañana, pero prepárense como si no viniera durante su vida». Ésta es la lección del Discurso del Monte de los Olivos, Mateo 24:45-51, en donde se nos enseña la idea de estar alerta y list@. Siempre debemos aferrarnos a la sensación del inminente regreso de Jesucristo. Podría regresar esta noche o mañana. ¿Estás list@? De aquí el que constantemente me pregunte: ¿Cómo está el aceite de mi lámpara?

II-Hay varias cosas que debemos considerar antes de intentar interpretar esta parábola de Mateo 25.

En primer lugar, debemos reconocer que esta parábola se trata de una narración selectiva. Se omiten muchos detalles. ¿De dónde viene el novio? ¿Dónde esperan las vírgenes? ¿Qué pasará allí? ¿Qué papel juegan las lámparas en esta ceremonia y celebración? Y, quizás lo más notable, ¿dónde está la novia? Ella nunca es mencionada. Obviamente es el novio quien es central en esta historia (después de todo, se trata de la venida del Mesías al final de los tiempos).

Segundo, debemos deshacernos de la falsa concepción de que las cinco vírgenes insensatas se quedaron sin aceite. El texto es claro sobre este punto; Las cinco vírgenes insensatas nunca trajeron aceite consigo. ¿Por qué queremos pensar que trajeron aceite consigo? Quizás sea porque leemos que las vírgenes afirmaron que sus lámparas se estaban “apagando” en el versículo 8. ¿Habrían estado todas encendiendo sus antorchas para iluminar el interior de la casa donde esperaban y dormían? ¿No habría iluminación normal en ese lugar? ¿Por qué se acabarían las cinco al mismo tiempo, justo cuando estaban preparando sus lámparas?

Tercero, con esta narrativa bíblica no se está validando la ideología sexista en la cual las mujeres tenían que estar preparadas para recibir a los hombres. Sexismo, discriminación sexual o discriminación de género es el prejuicio o discriminación basada en el sexo o género. También se refiere a las condiciones o actitudes que promueven estereotipos de roles sociales establecidos en diferencias sexuales. ​ Las actitudes sexistas se sostienen en creencias y estereotipos tradicionales sobre los distintos roles de género. El término se utiliza principalmente para referirse a la discriminación que se ejerce de hombres contra las mujeres. También le llamamos machismo.

Y cuarto, tampoco esta narrativa bíblica está validando un paradigma heterosexista de que la unión matrimonial es solo entre un hombre y una mujer. El heterosexismo (de heterosexualidad y sexismo), o heterocentrismo, es un término que asegura la existencia de un sistema de actitudes, sesgos y discriminación que está en favor de una sexualidad entre sexos opuestos. ​ Puede incluir la suposición de que todas las personas son a priori heterosexuales o que las relaciones entre sexos opuestos son la única norma, además, la creencia de que las personas heterosexuales son superiores, invisibilizando cualquier otra forma afectivo-sexual diferente a la heterosexual. Asimismo, el heterosexismo indica la discriminación y el prejuicio en favor de las personas heterosexuales y contra de las personas LGBTQ+. Como predisposición hacia las personas heterosexuales y la heterosexualidad, el heterosexismo se califica por estar «arraigado y ser característico de las más importantes instituciones sociales, culturales, religiosas, y económicas de nuestra sociedad.» ​

En resumidas, esta parábola es una invitación para que nuestros discipulados y nuestras iglesias estén listas para el encuentro con Jesús.

¿Qué significa estar listas o listos en esta narrativa bíblica?

¿Cuántos de ustedes alguna vez se han quedado sin gasolina? En la mayoría de las audiencias, esto sería casi todo el mundo. No puedo verificar estas estadísticas, por lo que les advierto que pueden tener errores. Parece que cada año al menos medio millón de personas piden ayuda porque se han quedado sin gasolina. Además de los neumáticos pinchados, las baterías agotadas y las llaves extraviadas, quedarse sin gasolina es una de las razones por las que la gente pide servicio en la carretera. Un@ podría entender que esto sucediera hace una generación, cuando los medidores de gasolina no eran del todo precisos y cuando todas las luces de advertencia de nuestros días eran inexistentes. Pero ahora tenemos mensajes de advertencia de que nuestro combustible se está agotando (lo que nos da quizás una hora más de conducción), y luego advertencias adicionales progresivamente urgentes que indican cuántas millas estimadas de conducción nos quedan. Hay que decir que la mayoría de las personas que se quedan sin combustible “no tienen excusa”.

Entonces, ¿por qué lo hacemos, aparentemente con tanta frecuencia hoy como hace años, cuando todas las ventajas de la tecnología no estaban disponibles? En nuestro texto, no es gasolina lo que falta, sino aceite de oliva, “el combustible que se quemaba en las lámparas de los días de Jesús”. Y creo que descubriremos que a las cinco vírgenes insensatas realmente no “se les acabó” el aceite; nunca lo tuvieron.

¿Cuál es entonces la preparación que debe tener nuestro discipulado?

Como Jesús debe de ser radical. El discipulado radical expresa la necesidad de una reorientación perpetua hacia las enseñanzas esenciales de Jesús, y estar vinculad@s a las verdades fundamentales de lo que él nos dijo era inherente y fundamental para un cristianismo relevante.

El discipulado radical es fundamental para la vida cristiana porque proporciona una alternativa genuina al fundamentalismo rígido y al liberalismo de palabras. Como tal, se opone a una forma de cristianismo que se ha alejado de las enseñanzas y prácticas fundamentales de Jesús.

Pero el significado del discipulado radical es más que palabras. Se trata de responder al llamado misericordioso de Dios en Cristo y poner la fe en acción.

El discipulado radical se trata de practicar la fe individual (personal) y pública (política), y nunca una sin la otra. Porque como nos dijo nuestro arzobispo Desmond Tutu; no hay nada más político que decir que la iglesia no debería lidiar con política. Es por esto que debemos de acoger a las personas extrañas y estar del lado de las personas empobrecidas, oprimidas y marginadas. Significa luchar por la paz justicia y la reconciliación y oponerse a la riqueza desproporcionada y al materialismo idólatra. Desde mi punto de vista por obligación este discipulado radical por un lado tiene que ser anticapitalista y por otro lado, si queremos paz hay que luchar por la justicia.

En compañía de la iglesia, el discipulado radical también nos involucra en vidas de oración y alabanza y fomenta una vida devocional fuerte basada en las Escrituras. Entendiendo que no fuimos llamad@s en este discipulado radical para tener una vida en devoción sino mas bien a vivir en devoción haciendo real los dos mandamientos que Jesús resumió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22: 37-39).  

En otras palabras, un discipulado radical está marcado por un amor radical por Dios y por las demás personas, una voluntad de sacrificarse por el evangelio y un deseo de construir, ver y comenzar a vivir el cielo en la tierra. Recordemos que fuimos llamad@s en este discipulado radical para caminar con el pueblo y servir al pueblo.

¿Cómo tenemos iglesias preparadas?

La Iglesia (C mayúscula) es el cuerpo de Cristo en la tierra ahora y es el contexto principal en el que crecemos en todos los sentidos en aquel que es nuestra cabeza (Efesios 4:15). En los escritos paulinos, las instrucciones sobre la formación y transformación espiritual nunca se dan a personas privadas, sino que siempre se dirigen a personas de comunidades de fe. Romanos 12:2, 1 Corintios 12 y Gálatas 4:19 son sólo algunos ejemplos de las enseñanzas de Pablo sobre la formación y el discipulado radical dirigidas a las comunidades.

Una metáfora bíblica de la iglesia es la familia de Dios en la que las personas cristianas crecen hasta alcanzar una edad adulta espiritual. Así como un o una bebé nace en una familia y experimenta seguridad y estructura para crecer desde la infancia hasta la niñez, la adolescencia y la edad adulta, así nosotr@s, como personas cristianas, crecemos hacia la edad adulta en nuestra familia espiritual. Es cierto que a veces l@s niñ@s sobreviven fuera de familias sanas, pero el crecimiento y el desarrollo humanos suelen verse atrofiados; lo mismo ocurre con el crecimiento en la madurez cristiana. Quizás una persona cristiana pueda sobrevivir sin una familia espiritual, pero ciertamente su crecimiento y desarrollo espiritual se verá obstaculizado y no florecerá. El papel de la iglesia en la formación espiritual es proporcionar seguridad y estructura, enseñanza y guía sabias y amorosas para las personas cristianas en todas las etapas de su crecimiento y desarrollo como hijas e hijos en la familia de Dios.

Pero a todo esto es necesario añadir que las iglesias – o lugares de adoración- no son museos para personas santas. Deben de ser hospitales en donde el pueblo viene a sanarse holísticamente: lo espiritual, emocional, social, cultural, sexual, etc. Es aquí en donde reconocemos que, las o los sujetos principales de la iglesia no son l@s miembros de la jerarquía eclesiástica, sino las personas empobrecidas, explotadas, marginadas, que se reúnen en comunidad para leer la Biblia a la luz de sus experiencias de opresión y exclusión. El mensaje del evangelio no se preocupa principalmente por la salvación individual sino por la justicia social y económica y el sostenimiento de comunidades de apoyo mutuo. Por esto en su práctica liberadora la iglesia (o las iglesias) también incluyen la destrucción del pecado social

Es social todo pecado cometido contra los derechos de la persona humana, comenzando por sus derechos humanos, y civiles, o contra la integridad física de algun@. La Iglesia sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Entre estos están el colonialismo, el racismo y el etnocentrismo, la discriminación de género, la opresión por motivos de orientación sexual, y cualquier sistema económico, como el capitalismo, que promueve la riqueza injustamente distribuida.

Para Mahatma Gandhi, líder pacifista de la india, los pecados sociales son: política sin principios, economía sin moral, bienestar sin trabajo, educación sin carácter, ciencia sin humanidad, goce sin conciencia, culto sin sacrificio. Estas realidades de pecado social deben de ser identificados por la iglesia y salir a erradicarlos. Como Jesús, la iglesia debe de salir de su zona de confort y retar toda estructura de opresión y exclusión. El proyecto de liberación salvífica de Jesús es aquí y ahora.   

III-Conclusión: Quiero resumir de esta manera. ¿Estas listas o listos con tu lámpara, con ambas responsabilidades; discipulado radical e iglesias saludables? Esto nos debe de ayudar a entender lo siguiente. Primero, que el discipulado radical no se trata sólo de nuestra relación personal con Dios, sino también de cómo servimos y nos acercamos a las demás personas y a nostr@s mism@s. El servicio y la evangelización son partes integrales del discipulado radical y de crear iglesias saludables. Y, segundo como iglesia radical al servir a las demás personas compartimos el amor de Cristo con ellas, reflejando el corazón de Dios y demostrado el poder de Su gracia y amor. Es aquí en donde demostramos con acciones que nuestras lámparas tienen suficiente aceite.  Podemos decir como el pueblo le dijo a Josué en la narrativa del Primer Testamento: Y el pueblo respondió: —Nosotros serviremos al Señor nuestro Dios, y haremos lo que él nos diga. Y como Pablo le dijo a la Iglesia de Tesalónica: Anímense, pues, unos a otros con estas palabras.  Por esto te pregunto: ¿Cómo está en este momento el aceite de tu lámpara? Amen & Ashé.