Sermón completo:

Último Domingo después de Pentecostés: Cristo El Rey; Propio 29;

Domingo 26 de noviembre de 2023

Ezequiel 34:11-16, 20-24, Salmo 100, Efesios 1:15-23, Mateo 25:31-46

Este domingo 26 de noviembre estaremos celebrando en nuestra tradición cristiana la Solemnidad de Cristo Rey.

La primera Fiesta de Cristo Rey fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 y debía celebrarse en toda la iglesia universal. Esta fiesta fue una respuesta a la creciente negación de Cristo como rey y al aumento del secularismo en toda Europa. Durante este período, muchas personas cristianas, dudaron no sólo de la autoridad de Cristo, sino también de su existencia. También negaban el poder de la Iglesia para continuar la autoridad de Cristo. También era una época en la que estaban surgiendo dictaduras peligrosas en Europa y más allá. A medida que el Papa Pío y otras personas cristianas fieles comenzaron a ver disminuir el respeto y la reverencia por la autoridad de Cristo, se organizó esta fiesta para reafirmar y reenfocar la fe y el respeto en la realeza de Jesús. Cabe destacar que la irreverencia e irrelevancia de la iglesia ante las realidades de opresión y exclusión de las personas fue también motivo para que la gente le perdiera sentido y respeto a la iglesia como institución.

Comienzo por reconocer que yo tengo mucha dificultad para otorgarle a Jesús títulos de nobleza porque su vida ministerial comunitaria contradice los mismos. Me gustan más los títulos del Cristo Pastor, Cristo Maestro, Cristo Obrero, Cristo Hermano, Cristo Amigo, por solo mencionar algunos. Los mismo pueden ser también descritos en un lenguaje de género femenino porque el género masculino de Jesús, a mi juicio, fue solo un accidente cultural, no una imposición de ideología de supremacía masculina. Por eso me agrada mas decir que era y sigue siendo una persona humana y la redundancia es intencional. Pero volviendo al principio, este titulo de Rey nada tiene que ver con lo que conocemos en la actualidad como Rey o Reina.  

Por supuesto, hay innumerables pasajes a lo largo del Segundo Testamento donde se refieren a Jesús como «Rey». Uno de estos lo es Mateo 27:11 que dice: “Jesús estaba delante del gobernador; y el gobernador le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús dijo: “Tú lo has dicho”. Que no se nos olvide que aquí ya estamos en una discusión política en donde Palestina, la patria de Jesús el judío, estaba colonizada y subyugada por el Imperio Romano.

En el Evangelio para esta semana en Mateo 25:31-46 existen varias realidades de interpretación y aplicación que no debemos ignorar.

Comencemos con el Cristo-centrismo. El problema que tengo con el Cristo-centrismo es que esta práctica de exclusión deja fuera de la fiesta a mis hermanas y hermanos que practican otras religiones. Yo soy fiel creyente que dentro del cristianismo Jesucristo es el centro de esta liberación salvífica. Pero fuera del cristianismo, Dios tiene que ser el centro y de ahí fluyen el resto de las religiones, incluyendo el cristianismo. Y para mis hermanas y hermanos ate@s o agnóstic@s, les invito a describir a Dios como justicia y pongan en el centro la práctica de esta. En esa práctica de liberación nos encontraremos todas las personas construyendo un mundo mejor, aquí y ahora. Es a esto a lo que estoy llamando, traer el cielo a la tierra.

En su libro El Cristo Universal, (The Universal Christ) Richard Rohr redefine la salvación dentro del cristianismo diciendo: “La prueba de que eres cristiano es que puedes ver a Cristo en todas partes”. Y este reto de ver a Jesús en las otras personas, la naturaleza y el resto de la creación, debería ser lo que nos guie para la celebración de Cristo Rey. Cristo es y seguirá siendo una acción universal porque no es una manera de pensar, sino una manera de vivir, de actuar. En otras palabras, la fe no es solo una creencia en algo, sino una convicción que guía nuestros pensamientos, palabras y acciones. Cuando tenemos fe, somos capaces de superar los obstáculos y dificultades y vivir una vida llena de esperanza y alegría. Es aquí en donde podemos experimentar la universalidad de Cristo.

A mí me parece que uno de los desafíos que tenemos de frente en este momento es que el cristianismo ha pasado por alto un mensaje central del evangelio de liberación salvífica: que, a través de Jesucristo, Dios ama y redime a “todas las personas” y “todas las cosas”. Y es aquí, a mi juicio, en donde la celebración de Cristo Rey debe de estar fundamentada.  

A lo largo de los siglos, gran parte del cristianismo ha perdido la pista de la parte «Cristo» de Jesucristo, sostiene Richard Rohr en su libro, «El Cristo Universal». Jesús era plenamente humano y divino. No mitad y mitad. Completamente ambos. Rohr cree que al minimizar o ignorar la identidad de Jesús como el Cristo, el cristianismo ha pasado por alto un mensaje central del evangelio: que, a través de Jesucristo, Dios ama y redime a “todas las personas” y “todas las cosas”. “Si todo esto es cierto”, escribe, “tenemos una base teológica para una religión muy natural que incluye a todas las personas.

Por esto me voy a referir a todo esto como una Cristología de inclusión con participación. Y aquí el mensaje es claro: aquí bailamos todas las personas o rompemos la radiola. El objetivo principal a mi juicio es que la celebración de Cristo Rey debe de estar basada en la práctica de una cristología que examina la persona, la presencia, la participación y propósito de Cristo en este mundo.

La enseñanza y preocupación final de Jesús en esta narrativa bíblica de Mateo 25 es cómo tratamos a las personas que están en necesidades. Individual y colectivamente, estamos llamad@s a ayudar a las personas necesitadas. No con ministerios asistencialistas sino más bien en el formato radical de Jesús de cambiar cualquier estructura de opresión en experiencia de liberación salvífica-holística: política, económica, social, sexual, género, espiritual, racial, etc.  No podemos ignorar la difícil situación de l@s seres humanos que sufren hambre, sed, desnudez, falta de hogar, enfermedades o encarcelamiento. Trabajamos para satisfacer nuestras propias necesidades y las de quienes dependen de nosotr@s; pero también trabajamos para tener algo que dar a las personas necesitadas (Hebreos 13:1-3).

Tenemos el desafío de desarrollar ministerios con estrategias de concientización y empoderamiento en donde le damos a la persona necesitada un pescado, pero a la misma vez le enseñamos a pescar y le decimos que Dios no creo estas injusticias de desigualdades. De esta manera no creamos dependencias parasitárias. Todas estas son personas necesitadas, hermanas y hermanos, a quienes sirvieron las ovejas, porque Jesús dice: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos (o hermanas), aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”. (Mateo 25:40).​

Yo estoy claro que nuestra sociedad neoliberal capitalista y las estructuras religiosas que caminan de espalda al pueblo bailando como camaleones el mismo son, se sienten amenazadas por esta visión liberadora de la Cristología.  Pero yo entonces me pregunto; ¿cómo ponemos en práctica lo que Jesús nos sigue diciendo en Lucas 4:18?: El Espíritu de Dios está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a las personas pobres; Me ha enviado a sanar a las personas quebrantadas de corazón; A pregonar libertad a las personas cautivas, Y vista a las personas ciegas; A poner en libertad a las personas oprimidas… Lo universal de Jesús en esta celebración de Cristo Rey no es su persona sino más bien el mensaje de liberación holística de una persona especial que validó este mensaje con su vida, muerte y resurrección, reclamando a su vez nuestro discipulado de imitarle.

Hay a mi juicio en esta parábola una pregunta- excusa para no hacer nada, sobre obras o buenas obras. En esta parábola, la pregunta resurge, pero de una manera muy diferente: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te cuidamos?” (25:44). La narrativa nos dice que las personas que están a la izquierda buscan una excusa y casi le echan la culpa a Jesús, como si dijeran: “No te revelaste; ¿Cómo podríamos verte? El aspecto curioso y también sorprendente de su pregunta es que se repite dos veces en la parábola, una por los de derecha y luego por los de izquierda. Parece ser que las personas de la izquierda no conocieron la piedad ni la alegría y podríamos añadir que tampoco conocieron la sencillez. Complicaron cada situación permitiendo que su propio juicio sobre a quién debían servir los ensordeciera ante el grito de aquellas personas que en la necesidad gritaban. No vivieron en el espíritu de las bienaventuranzas.

Permítanme aclarar dos asuntos. Por un lado, a mí me parece que este juicio, como aparece en esta parábola, tiene más que ver con la misericordia que con las obras. Y por otro lado está el asunto de quienes literalmente han tomado esta escritura para condenar a quienes de alguna manera caminamos por los senderos de la izquierda. Me parece un disparate teológico de la derecha religiosa el decir que Dios puso las ovejas en la derecha y los cabritos a la izquierda porque Dios nos pide que estemos en la derecha. Yo puedo interpretar esta derecha y esta izquierda de otra manera más radical. Si nos paramos frente a Dios definitivamente la derecha de Dios es la izquierda del mundo. O sea, que yo tendría que decir que Dios nos quiere en la izquierda. Pero qué bueno que Dios es un espíritu liberador y no tiene derecha ni izquierda.  En otras palabras, no me metas a Dios en la derecha porque yo lo voy a sacar y lo meteré en la izquierda.

Aclarado esto, ¿en dónde está entonces el mensaje de Cristo Rey en este evangelio? Si es correcto que esta tradición surge para enfrentar unos desafíos del diario vivir que la iglesia estaba enfrentando, ¿Cuáles podrían ser nuevos desafíos en este momento para nuestra celebración de Cristo Rey?

Sin restarle importancia a los conflictos armados que se llevan a cabo en este momento en diferentes lugares como; Ucrania-Rusia; Israel-Palestina; Afganistán; Iraq; Colombia y otros más, me preocupa enormemente la invisibilidad que hemos dado a guerras creadas por las violencias económicas.  Por ejemplo, en el contexto internacional, la organización internacional Acción Contra el Hambre nos dice: En el mundo se producen alimentos más que suficientes para alimentar a todas las personas del planeta. Sin embargo, nada menos que 783 millones de personas siguen pasando hambre. Casi una de cada diez personas en todo el mundo se acuesta con hambre cada noche, una crisis impulsada en gran medida por los conflictos, el cambio climático y la desigualdad crónica que producen nuestros modelos económicos que han creado del dinero un dios. O sea, alrededor de 9 millones de personas mueren cada año de hambre y de enfermedades relacionadas con el hambre. Por lo tanto, me parece a mí que la celebración de Cristo Rey debe de ser una oportunidad para fortalecer nuestra cristología liberadora con la dignidad humana y los derechos humanos y buscar maneras de resolver este problema que tiene solución.

Pero asimismo en el contexto nacional, no es un secreto que Puerto Rico es un país que en su condición colonial es una nación que produce lo que no consume y consume lo que no produce. Esto es intencional para fortalecer las relaciones de dependencia. Según estadísticas sobre Puerto Rico, la prevalencia de personas con inseguridad alimentaria es de 33.2 por ciento o aproximadamente 3 de cada 10 adultos cumple con la definición de inseguridad alimentaria. ¿podríamos incluir este desafío en nuestra celebración de Cristo Rey?

Por todo esto te invito a que podamos seguir reflexionando con una de las inspiraciones de nuestro arzobispo Anglicano Desmond Tutu que valida la presencia de nuestro Cristo Rey y nuestra responsabilidad de poner en práctica nuestra fe con acciones: Llega un punto en el que debemos dejar de simplemente sacar a la gente del río. Necesitamos ir contracorriente y descubrir por qué están cayendo. Con la inspiración de Cristo Rey vamos a hacer ambas; sacamos a las personas que cayeron al río y a la misma descubrimos y eliminamos las realidades que hacen que las personas caigan en el río.  ¡Que viva Cristo Rey libertador!

Amen & Ashé