Sermón completo:
Homilía del 25 de febrero de 2024
Génesis 17:1-7, 15-16; Salmo: 22:22-30; Romanos 4:13-25; Marcos 8:31-38
La Cuaresma es una invitación para transformar nuestras vidas y realizar cambios para ser mejores personas y poder vivir más cerca de Cristo, acompañando y sirviendo al pueblo.El ser mejor persona no es algo que se logra de la noche a la mañana. Para serlo, debes esforzarte y mejorar todos los días. Debes de estar dispuest@ a hacer cosas que l@s demás no quieren y, sobre todo, debes ser exigente contigo mism@. Esta es la experiencia de nacer de nuevo que Jesús le explicó a Nicodemo en Juan 3:1-21, que nos convierte en nuevas criaturas solidarias. En este viaje de ser mejores personas en el Evangelio de Marcos 8:31-38, Jesús define el discipulado como un contraste entre los valores humanos y los valores de Dios. Los valores humanos tienen su lugar dentro nuestra responsabilidad solidaria. Pero cuando estos valores contradicen los valores de Dios entonces tenemos una crisis negativa que debemos resolver.
La enseñanza de Jesús sobre el verdadero discipulado después de la segunda y tercera predicciones de la pasión muestra esto más claramente. Cuando los discípulos y discípulas discuten quién es el mayor entre ell@s, Jesús les instruye a ser como un siervo y como un niñ@, el menor. Y según los estándares de nuestra sociedad, el menor no es el mayor (ver 9:35-36). Cuando Santiago y Juan solicitan lugares de honor y gloria, Jesús los invita a beber su copa y compartir su bautismo, su sufrimiento y muerte implicados, y a abrazar el papel de siervo. Jesús contrasta la vida de discipulado con acompañar y servir. Quienes siguen a Jesús imitarán el dar su vida por las demás personas (ver 10:35-45). Asimismo, en la lectura del evangelio de hoy, Jesús reprende a Pedro por centrarse en los valores humanos que refutaban los valores de Dios (8:33).
Los valores humanos son el conjunto de virtudes que posee una persona u organización, que determinan el comportamiento e interacción con otras personas y el espacio. Abarcan todas aquellas acciones que se consideran correctas, por lo que también están relacionados con los valores morales, que son aquellos que regulan la conducta de las personas. Asimismo, los valores morales se corresponden con los valores éticos y los valores sociales. En este sentido, los valores humanos son aquellos que establecen y regulan las acciones de las personas.
Según los valores humanos, la propia vida es lo primero. Podemos ser amables, generos@s y considerad@s con las demás personas, pero las normas culturales dictan la prioridad de nuestra propia seguridad, privilegio o comodidad física. Aquí debemos de establecer prioridades. La autopreservación y todo este asunto de cuidarme y valorarme es de gran importancia. Pero no debe de ser el centro de nuestra vida porque caemos en el egoísmo. Hay que aprender a ser personas solidarias sin descuidar nuestras vidas. Es simple; no podemos dar lo que no tenemos. El mismo Jesús nos dice; ama a tu prójim@ como a ti mism@. Si yo no me amo no puedo amar a las demás personas. Todo comienza en mí y de ahí entonces me muevo a las otras dimensiones: de lo personal, a lo interpersonal; y de lo interpersonal a lo comunitario. La meta en el discipulado radical de Jesús siempre fue y sigue siendo lo comunitario. Se comienza en lo personal, pero este no es la meta. De lo contrario nos estancamos en el egoísmo, un pecado social muy serio. Como dijimos en las pasadas dos reflexiones; podemos subir a la montaña, pero hay que bajar al llano. Podemos entrar al desierto, pero hay retornar en donde está el pueblo esperando las buenas nuevas.
Pero este asunto se pone más radical y por esto Jesús aboga por arriesgar la vida por el bien de otras personas. En otras palabras, tenemos que estar en disposición para perder la vida por causa del evangelio para poder salvarla. Esto está muy claro en Mateo 16:25 cuando se nos dice: Porque toda persona que quiera salvar su vida, la perderá; y toda personas que pierda su vida por causa de mía, la hallará.
Según el evangelio de Marcos, l@s discípul@s representan los valores humanos que están en rivalidad con los valores de Dios. Aspiran al poder y la grandeza y asumen que Jesús comparte esos valores. Jesús representa los valores de Dios, que se resumen mejor en la voluntad de arriesgar la propia vida por el bien de las demás. Jesús no fomenta el sufrimiento por sí mismo, ni recomienda la aceptación de la servidumbre forzada, ni mucho menos el que te descuides. Eso es una teología falsa de masoquismo. La clave del significado aquí es “por amor al evangelio” y Jesús es el modelo ejemplar. Jesús invita a sus discípul@s a seguir su ejemplo, a estar dispuest@os a arriesgar la vida por el bien de l@s demás.
Puedo pensar en muchas personas héroes o heroínas dentro y fuera de la Biblia, pero en el contexto de la fe que vivieron y murieron por el bien de l@s demás. Mi ejemplo más memorable de arriesgar la vida por otra persona, lo sigue siendo Roberto Clemente. Mas allá de que fue uno de los jugadores más dominantes de su época al combinar excelencia ofensiva y defensiva. Con su guante maravilloso, sus jugadas sensacionales y sus tiros precisos con fortaleza a las bases, logró sumar 12 premios Guantes de Oro. Participó en 15 Juegos de Estrellas y en 1966 logró la distinción de Jugador Más Valioso. Para muchas personas expertas ha sido el mejor jardinero derecho defensivo de la historia. Clemente murió en un accidente de aviación el 31 de diciembre de 1972 cuando se trasladaba a Managua, Nicaragua, con un cargamento de ayuda humanitaria para los damnificados del terremoto ocurrido ocho días antes (23 de diciembre). Él personalmente organizó los esfuerzos de ayuda humanitaria y decidió abordar el desafortunado vuelo. A pesar de la súplica de su esposa, Vera, de no subir al avión, Clemente se mantuvo firme en lo que consideraba una misión de sus valores morales que encarnan la solidaridad de Dios: “Cuando llega tu momento, llega; si vas a morir, morirás”. Su acción es memorable porque enfatiza el amor solidario de los valores de Dios en un ser humano que ama a la humanidad. Ese es mi héroe.
La mayoría de nosotr@s no nos enfrentaremos a dar nuestra preciosa vida por el bien de otra persona, pero sí tenemos oportunidades diarias en nuestro discipulado para considerar cómo definimos el fracaso o el éxito, o para elegir entre la autoconservación o dar vida a las demás personas. Lo que si debemos tener claro es que caminar junto con Jesús no te hace su seguidora o seguidor. Hay que vivir el evangelio como nos dice Santiago 2:14-19: porque la fe sin obras es muerta.
La vida tiene sus altibajos, pero rara vez están tan juntos como en Marcos 8. Sólo unos versículos antes Pedro había respondido una de las preguntas más poderosas de la historia y la había respondido correctamente. ¿Qué salió mal? ¿Cómo pasó Pedro de santo bendito a diablo maldito en tan solo unos minutos? Pedro le presento a Jesús una opción de valores humanos que estaban en contraposición a los valores de Dios. Él no quería que Jesús muriera. Pero este deseo entraba en contradicción con los planes del proyecto de liberación salvífica del evangelio. ¿Estoy yo haciendo lo mismo?
Hermanas y hermanos. En esta Cuaresma la invitación es para que aprendamos a valorizar los valores de Dios. Hay personas que saben todos los resultados del béisbol. Conocen las cotizaciones del mercado de valores. Se conocen las 10 mejores canciones. Saben quién entra y quién sale en cada telenovela. Eso está bien, pero no conocen a Dios. A mi juicio estas personas se perdieron algo muy importante de la vida. Cuando hablamos de los valores de Dios nos referimos a la brújula solidaria que guía nuestras acciones morales. Es hacer buen uso de la razón humana, reconocer nuestra condición humana y la de las demás personas. En el Evangelio de Juan, poco antes de sufrir su Pasión, Jesús proclama a sus discípul@s: “Te doy un mandamiento nuevo: “que se amen un@s a otr@s, como yo los he amado…”. (Juan 13:34). Y es el amor mutuo lo que Jesús dice será la característica identificativa de los valores para un discipulado radical de Cuaresma. Aquí es que la solidaridad se encarna y en donde la nueva criatura que somos pasa de ser mensajer@, a el mensaje que proclamo. Amen & Ashé.