Último Domingo después de Pentecostés: Cristo El Rey:

Propio 29; 24 de noviembre de 2024

2 Samuel 23:1-7; Salmo 132:1-13; Apocalipsis 1:4b-8; Juan 18:33-37

Este domingo 24 de noviembre, celebramos la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo comúnmente conocida como la Fiesta de Cristo Rey, Domingo de Cristo Rey o Domingo del Reinado de Cristo, es una fiesta del año litúrgico que enfatiza la verdadera realeza de Cristo. Aunque la misma debe ser vista con mucho cuidado ante los retos del interculturalismo y del pluralismo religioso.

En el Evangelio de Juan 18:33-37 Pilatos habla de los reyes de este mundo y Jesús deja claro que su reinado es distinto. Explícitamente dice que su reino es de paz, de lo contrario hubieran combatido para que no lo apresaran. También dice que su reino es un reino de verdad. En este punto es importante entender que en la Biblia la verdad no es una palabra que se conforma con la realidad sino con la alianza. En ese sentido, la verdad es fidelidad, lealtad, amor. Por lo tanto, lo que revela este interrogatorio es lo que ha estado presente en el evangelio de Juan desde el inicio: creer o no creer en Jesús es el verdadero juicio.

Es importante entender que al hablar de dos reinos no se está refiriendo al mundo de lo sagrado y de lo profano, o de lo religioso y de lo secular. Jesús no habla de otro mundo distinto al único mundo en que vivimos, sino a la actitud que se toma en ese mundo: la de creer en los valores del reino, la de creer en Él o la de rechazarlo. El mundo de la luz es el reinado de Dios que se comienza a vivir en la historia concreta. El mundo de las tinieblas son los antivalores al reino que también se viven en el aquí y ahora. Jesús contrasta, entonces, el mundo del creer y del no creer, del reino y del anti-reino, del discipulado o del rechazo a la llamada.

La fiesta de Cristo Rey, por lo tanto, no significa celebrar a Jesús al estilo de los reyes o reinas del mundo, con sus valores, estilos, poder y majestuosidad. El Cristo Rey es el que realiza la plenitud del servicio, de la misericordia, de la inclusión, en otras palabras, de las bienaventuranzas donde las personas pobres y oprimidas son liberadas. Lamentable que las imágenes que tenemos de Cristo Rey revelan más la majestuosidad de los reyes de este mundo que el reinado que testimonio Jesús con sus palabras y obras. Es tarea de nosotras y nosotros, como discípul@s, testimoniar el verdadero reinado con nuestras palabras y obras. 

Llamando Jesús a la multitud y a Sus discípulos y discípulas, les dijo: «Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame» (Marcos 8:34).

Yo quiero ser un seguidor de Jesús y es muy probable que la gran mayoría de las personas cristianas compartan este deseo. Pero debemos recordar que Jesús no está buscando simpatizantes, Él está reclutando ciudadanas y ciudadanos reales y discípul@s fieles. El Rey no busca turistas, el Rey rescata a ciudadan@s.

La diferencia entre simpatizantes y discípul@s es sustancial. No es lo mismo ir a la iglesia que seguir a Jesús. No es lo mismo leer tu Biblia en busca de información que ver a Dios cuando la lees. No es lo mismo cantar cantos cristianos que adorar a Dios mientras le cantas.

Como Rey radical Jesús vino a recomponer lo roto, a enderezar lo desviado y a restituir lo perdido. Cuando conocemos de manera adecuada a la persona y la obra de Jesús, entonces sabemos cómo y por qué debemos seguirle. Él vivió y habló de un movimiento totalmente radical. En términos humanos, lo que Jesús enseña es un reinado de locura. Para ganar tu vida tienes que perderla (Marcos 8:35). Quien quiera ser el primero o primera debe ser la última persona (Marcos 9:35). Las personas pobres heredarán el reino de Dios (Mateo 5:3).

Lo que Jesús enseña sobre los ciudadanos o ciudadanas es radical y, por lo tanto, las ciudadanas o los ciudadanos deben ser radicales, pero quiero enfatizar que eso no significa que sean extremistas, fanáticos o religiosos, sino radicales. Jesús está hablando de convicción, de convencimiento y de verdadero compromiso con la misión del reino. El concepto de ser radical en la Biblia se entiende como la convicción de seguir a Jesucristo sin medias tintas y con total compromiso, dándolo todo, incluso hasta el punto de renunciar a nuestros propios deseos y comodidades. Este concepto es un tema recurrente a lo largo de las Escrituras.

En 2 Samuel 23: 1-7 aprendemos que a partir del ejemplo de David Dios revela que un o una líder guiado por el Espíritu actúa a través de: (1) humildad, (2) dependencia, (3) obediencia, (4) fe, (5) sacrificio, (6) unidad y (7) delegación. Todo esto debemos de encontrar en el Reino de Jesús en la tierra. Por esto es radical.

En Apocalipsis 1:4b-8 se nos enseña que en este Reinado Radical el final debe de ser el comienzo. Y esto porquecuando llegamos al final de nosotros mismos, de nosotras mismas, es que Dios comienza a hacernos nuevas criaturas. Así, hoy escuchamos que Jesús es “el soberano de los reyes de la tierra” (versículo 5), y que las personas cristianas somos “una comunidad-reino” (versículo 6).

La celebración de hoy nos desafía por un lado a entregar completamente nuestro corazón a Jesucristo e invitarlo a reinar en nuestras vidas, en nuestras familias, negocios y en el mundo entero. Y, por otro lado, entender que el ministerio de Jesús estuvo caracterizado por el anuncio de las Buenas Nueva y la denuncia de toda injusticia. Por lo tanto, esta celebración debe de estar cimentada en el compromiso de crear un reinado comunitario que persiga liberar a las personas y comunidades de sus ataduras.

No estamos promoviendo la creación de una Monarquía Sagrada con la celebración de Cristo Rey. Las diversas formas de monarquía sagrada (política a religiosa, de emperadores o papas) van en contra del proyecto de liberación salvífica de Jesús quien siempre promovió la vivencia comunitaria. La Iglesia es ya el reino de Dios presente en las luchas de mundo. La Iglesia en este reinado contempla y cambia las realidades humanas de opresión a liberación. Al comunicar la vida divina a las personas, extiende el reino de Cristo trayendo el cielo a la tierra. Y este reino es de aquí y ahora, no del mas allá. Jesús como Cristo Rey y su reinado nos presenta una utopía realizable, o sea, un optimismo histórico, a través del cual podemos seguir resistiendo, molestando y problematizando mientras buscamos maneras de llegar a una realización del proyecto de liberación salvífica de Jesús. En este contexto, la lectura de Hechos 4:35) nos recuerda que en este reinado nos movemos de lo personal, a lo interpersonal, y de lo interpersonal a lo comunitario para poder presentar nuestra aportación a la construcción de una sociedad alternativa donde no haya personas pobres porque todas las personas comparten lo que tienen, se acompañan y se sirven.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. Y es una bella tradición si eliminamos todo el proceso monárquico. Pero a mí me parece que nosotros y nosotras como comunidades de fe también podemos considerar la alternativa de Cristo Libertador como una cristología relevante y reverente para nuestro tiempo. Y esto porque la fe cristiana debe identificar, denunciar y cambiar las realidades que producen el sufrimiento. ¿Por qué se nos hace tan difícil aceptar el adorar al Jesús Liberador?

Es por todo esto que el reinado de Jesús, o sea, su comunidad, se caracteriza por practicar relaciones solidarias de inclusión, igualdad y participación. En una sociedad como la nuestra, cargada de prejuicios religiosos la iglesia como la representación del reinado de Jesús tiene que aprender a molestar y problematizar en contra del racismo, etnocentrismo, sexismo, heterosexismo, clasismo, xenofobia, (siga añadiendo), proponiendo el amor servicial y la solidaridad como única respuesta a la necesidad de las otras personas. Algo así como nos demuestra la enseñanza del Buen Samaritano en Lucas 10:25-37. Que no se nos olvide, la función profética de Cristo Rey es de anuncio y denuncia y se espera lo mismo de nuestros discipulados y nuestras maneras de construir iglesias.

Amen & Ashé.