Sermón completo:

Cuarto Domingo después de Epifanía; 28 de enero de 2024

Deuteronomio 18:15-20; Salmo 111; 1 Corintios 8:1-13; Marcos 1:21-28

Muy buenas y bendiciones. Esta es otra reflexión para una praxis de amor, el sacramento más importante.

Hoy llegamos a la primera historia de milagros registrada por Marcos. Recuerde que el evangelio de Marcos está lleno de acción. Mateo, Lucas y Juan dedican mucho tiempo a las enseñanzas de Jesús, pero a Marcos le encanta compartir especialmente las cosas que hizo Jesús. Y entonces veremos muchos de los milagros de Jesús a medida que leamos el evangelio de Marcos.

Con esta narrativa bíblica de Marcos 1:21-28 quiero argumentar por lo menos dos realidades. Primeramente, que la presencia, las palabras y los hechos de Jesús pueden ser una amenaza a otras fuerzas que reclaman autoridad sobre la vida de las personas. Y segundo, que la iglesia tiene una responsabilidad en la lucha contra el mal, y decirle a ese mal: cállate y lárgate, (Marco 1:25).

Poseído por el Espíritu Santo, recién salido de enfrentar exitosamente a Satanás en el desierto, predicando el reino de Dios y ahora en compañía de al menos cuatro seguidores, es hora de que el ministerio público de Jesús cobre impulso. Es hora de una escena de confrontación. Es hora de decir: Cállate y lárgate. 

La escena en una sinagoga de Capernaúm, un escenario de oración, enseñanza, adoración y reunión comunitaria se centra en cuestiones sobre la autoridad de Jesús. ¿Por qué hace lo que hace? ¿Para quién habla y actúa? ¿Quién ha autorizado su ministerio?

El hombre con el espíritu inmundo encuentra a Jesús, iniciando el intercambio. Su pregunta inicial, formulada por el espíritu que lo posee, es idiomática y, por tanto, difícil de traducir. Transmite una sensación de «¿Por qué eliges esta pelea?» o «¿No podrías haber dejado las cosas como estaban entre nosotros?» Jesús, con su mera presencia en esta sinagoga, ha alterado el orden. Ha cruzado un límite establecido.

La contienda no dura mucho, ya que ésta no es la pelea más justa en términos de fuerza de los combatientes. No podemos estar segur@s de si la siguiente pregunta del espíritu (“¿Has venido a destruirnos [a los espíritus inmundos]?”) es un reconocimiento temeroso de que su destino está sellado o una jactancia arrogante pero mal calculada. En cualquier caso, el espíritu pronto desaparece, expulsado del hombre con unas pocas palabras de Jesús: cállate y lárgate. Sin oraciones. Sin fórmulas. Sin accesorios. Sólo órdenes.

No me interesa en esta reflexión debatir el asunto si existe o no existe la posesión demoníaca. Lo que más bien me interesa es poder entender que tipo de exorcista Jesús era porque ese es entonces el modelo discipular y eclesial por seguir.

Por un lado, Jesús intervenía cuando una persona estaba sufriendo por opresión y exclusión. Esto porque Jesús entendía que lo persona es política y que es una falsa dicotomía entre lo público y lo político. La liberación salvífica que el evangelio produce es holística porque libera todas las dimensiones del ser humano. Me refiero a lo espiritual o trascendente, físico, social o sociopolítica, cognitiva, emocional o afectiva, ético y moral, y otras dimensiones más que podríamos añadir.

Lo diabólico o ser una persona diabólica en un sentido general, es actuar con un comportamiento moralmente incorrecto, o la condición de causar dolor y sufrimiento innecesarios, lo que contiene un efecto negativo neto en el mundo. El mal se ve comúnmente como lo opuesto o, a veces, como la ausencia del bien.

Jesús entendió que el hombre que encontró en el templo estaba en dolor por un mal que lo aquejaba, y que la comunidad ignoraba, y decidió liberarlo. No tengo la menor duda cuando digo que en la actualidad existen una serie de manifestaciones diabólicas las cuales debemos de exorcizar.

Jesús percibía la soledad de las personas y sus dolores y sentía compasión. La multiplicación de los panes y los peces nos habla de su misericordia entrañable y como salió a destruir lo diabólico del hambre. Jesús fue compasivo y ayudó a las personas hambrientas, alimentándoles. Cuando nos detenemos ante la persona que sufre, desde nuestro propio dolor, damos un salto audaz, valiente, un salto de santidad. Así es el amor de Jesús, un amor sin medida. Vamos a decirles a estos demonios; cállate y lárgate de ahí.

Hay espíritus diabólicos en nuestra actualidad los cuales estamos ignorando intencionalmente. Por ejemplo, en Estados Unidos, y en Puerto Rico lo estamos copiando, el conservadurismo de mantener el statu quo de la comunidad evangélica blanca se viene gestando desde hace algún tiempo. Sus raíces están en la alianza inextricable entre el Partido Republicano y las principales ramas y subculturas del evangelicalismo conservador.  Esto porque se creen que son l@s guardianes morales del país. Vamos a decirles a estos demonios; cállate y lárgate de ahí.

También está el espíritu diabólico de la derecha religiosa la cual mantiene una guerra cultural sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y los derechos de las comunidades LGBTQ.  Vamos a decirles a estos demonios; cállate y lárgate de ahí.

Vea también lo diabólico en esencia de QAnon, un movimiento milenarista en el que el expresidente Donald Trump adopta el lugar de Jesucristo. Quiénes le siguen sueñan con la llegada de lo que llaman la tormenta, cuando los enemigos del movimiento MAGA (Hagamos a Estados Unidos grandioso de nuevo) serán capturados y ejecutados y Trump será devuelto a su legítimo lugar de liderazgo. Y Puerto Rico como país colonial le encanta copiar estos desatinos teológicos. Vamos a decirles a estos demonios; cállate y lárgate de ahí.

Debemos preguntarnos cómo elegimos ver el mundo y si intencionalmente o sin darnos cuenta pasamos por alto cómo son realmente las cosas. Tenemos que evaluar las maneras que también somos beneficiarios de privilegios de género, sexuales y de raza. Los beneficios a menudo están enmascarados por la omisión, por la falta de experiencias negativas u opresivas, por la ausencia de una mirada desconfiada o de una postura arrogante o de la asociación de culpable, por nunca haber sido atacad@s u oprimid@s. Otras personas no tienen estos privilegios, los cuales en última instancia son derechos.

Los demonios del sexismo y misoginia no se pueden abordar hasta que aquellos de nosotros que nos beneficiamos de él, tanto consciente como inconscientemente, reconozcamos nuestro privilegio y asumamos nuestra responsabilidad de trabajar para abandonarlo. El demonio del feminicidio sigue azotando fuertemente a Puerto Rico y como iglesia y discipul@s de Jesús somos llamad@s a exorcizar este espíritu maligno.  Vamos a decirles a estos demonios; cállate y lárgate de ahí.

Muchas gracias y prométanme que van a ser felices. En el amor solidario, el sacramento más importante. Amor y Ashe.