Sermón completo:
Cuarto Domingo después de Pentecostés.
16 de junio 2024
I Samuel 15:34-16:13, Salmo 20, 2 Corintios 5:6-10,14-17, Marcos 4:26-34
Imagínese caminando junto a Jesús, el Gran Maestro, mientras comparte historias con sus discípul@s y la multitud reunida a su alrededor. Estas historias, conocidas como parábolas, son más que simples cuentos: contienen verdades profundas que hablan directamente al corazón humano. Hoy, nos sumergimos en dos de esas parábolas que se encuentran en Marcos 4:26-34, donde Jesús revela los misterios del reino-comunidad de Dios de una manera que incluso el corazón más simple puede comprender. Veámoslo de esta manera. En estas parábolas la propuesta de Dios de un Nuevo Mundo esta cimentada en una buena siembra y una buena cosecha, con buenas personas que trabajan esa propuesta.
Marcos capítulo 4 tiene tres parábolas diferentes sobre las semillas. La primera parábola es la conocida historia de la persona que siembra su semilla en cuatro tipos diferentes de tierra (v 1-9). Mientras estaba con sus discípulos y discípulas un poco más tarde ese día, Jesús les dice que la historia de la persona que siembra y la tierra trata sobre los misterios del Reino-Comunidad de Dios.
Pero en las dos historias de semillas que el leccionario ha reunido para nosotr@s esta semana, Jesús sale directamente y les dice a todas las personas que escuchan que son parábolas que les ayudarán a comprender la naturaleza del Reino-Comunidad de Dios. Las dos historias son diferentes, pero ambas resaltan la naturaleza misteriosa de la forma en que crece el Reino-Comunidad de Dios. Y en cada una, el Reino-Comunidad es una manera de describir el cómo vamos a relacionarnos con Dios, con la Comunidad-Reino y sobre todo nuestra responsabilidad para construir un mundo mejor.
Las Escrituras están repletas de promesas y profecías sobre el futuro del Reino-Comunidad de Dios. Se nos dice que llegará un día en que todas las cosas serán nuevas, inclusive, mujeres nuevas y hombres nuevos. Dios ha prometido estas cosas y Su Palabra es segura. Vea la narrativa bíblica de Isaías 55:10-13).
Sin embargo, a pesar de todas las promesas de lo que está por venir, podemos sentirnos tentad@s a mirar la condición de nuestro mundo y el estado de la iglesia y preguntarnos cómo Dios pretende llevar a cabo Su plan. Por supuesto, su Plan siempre está relacionado, interconectado y con una interdependencia con nosotras y nosotros. O sea, tú y yo somos protagonistas de esta nueva creación. Podemos preguntarnos: ¿el Reino-Comunidad de Dios sigue creciendo y expandiéndose en el mundo hoy? Puesto de otra manera; ¿el Proyecto o la Propuesta de Dios de un nuevo mundo, con mujeres y hombres nuevos, sigue vigente en la actualidad?
Lo que debemos de tener claro es que ese Reino-Comunidad de Dios solo incluye los valores de vida de como relacionarnos en la construcción de ese Mundo, pero no el cómo se va a administrar. Hay que reconocer que hay gente buena y gente mala. Esto porque los valores de ese Reino-Comunidad están cimentados en la vivencia colectiva y no en el individualismo. Por supuesto, sin descuidar las necesidades personales, porque ese es el punto de referencia. Esto nos demuestra que el sufrimiento, la explotación, la opresión que estamos viviendo son realidades que no fueron creadas por Dios sino más bien por aquellas personas o sistemas que administran erróneamente. Este es el fruto del pecado social que atenta contra los derechos de la persona humana, comenzando por el derecho a la vida.
Ese es el mensaje central de estas dos parábolas de las semillas. Cuando Jesús compara el Reino-Comunidad de Dios con la semilla de mostaza, ni siquiera necesita describirlo como misterioso o imponente. La verdadera naturaleza de la semilla de mostaza convertida en planta lo hace por sí sola. En Palestina, estos arbustos crecen más de cinco metros de altura; tienen ramas gruesas y es de hoja perenne (mantiene sus hojas todo el año). Como dice Jesús, es un gran hogar para los pájaros: una imagen de bendición una vez más.
Lo radical de todos estos valores de vivencia colectiva y repartición equitativa de una siembra profética lo podemos apreciar en el Libros de Hechos capítulo 4, los versos del 32 al 36. Muy en particular los versos 32, 34 y 35 los cuales nos dice: 32 La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Ninguna de estas personas decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común… 34 Así que no había entre ellas ninguna persona con necesidad, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno y cada una según su necesidad. Aquí es que podemos apreciar la propuesta de Dios de un nuevo mundo y personas nuevas, una siembra y cosecha de generosidad radical.
Hay mucho en esa respuesta que es digno de elogio. Si me preguntas, diría que refleja la forma en que la humanidad irradia y comparte la imagen de Dios. Aunque somos personas profundamente pecadoras que vivimos en un mundo profundamente quebrantado, hay acontecimientos que provocan que los rasgos del carácter de Dios emerjan en la humanidad. Rasgos como la generosidad compasiva, que no es otra cosa que el amor solidario, el sacramento más importante. Y yo estoy muy agradecido por eso.
Por supuesto, necesitamos admitir que esto no es lo que hemos visto en el cristianismo occidental. Gran parte de la iglesia occidental ha sido cooptado por algunos de los peores elementos de nuestra cultura capitalista, políticas neoliberales, la privatización y la economía de mercado. Estamos hablando de una mentalidad consumista que lleva a las personas a tratar a la iglesia de la misma manera que tratan a su proveedor de Internet. “¿Qué tipo de trato me pueden dar? ¿Qué obtengo de esto?” Estamos hablando de una mentalidad competitiva que lleva a comprar casas más grandes y mejores automóviles para mantenerse al día con los demás. Estamos hablando de una mentalidad de estatus que nos impulsa a acumular posesiones como una forma de marcar nuestro valor en el mundo. Estamos hablando de una mentalidad de comodidad que nos encierra en comunidades ricas donde no interactuamos con personas de diferentes posiciones socioeconómicas.
En términos generales, no estamos viendo o construyendo el Reino-Comunidad que vemos en Hechos 4, la cual para mi es una utopía realizable fundamentada en la fe con acción. Por todo esto cadaa vez me convenzo más de que en esta siembra profética la Iglesia por obligación tiene que ser anticapitalista, para que pueda implementar correctamente la propuesta de Dios de un Nuevo Mundo con una buena siembra y una buena cosecha, con buenas personas que trabajan esa propuesta.
Por desgracia esta ideología capitalista que impera en la mayoría de nuestras iglesias por un lado proviene de un mal llamado fundamentalismo que nada tiene que ver con el fundamento de la propuesta de Jesús y por otro lado, ha tratado de validad el Reino-Comunidad en lo escatológico, o sea, un más allá sin repercusiones en el presente. Este es un proyecto de teología politizada y parcializada que busca legitimar el sistema político capitalista establecido En la cosecha, de aquí y ahora, del cielo en la tierra, la Iglesia tiene que tomar una practica de fe descolonizadora y entender que lo político no es profano. Lo profano son las acciones de injusticias que llevamos a cabo. Hay que dejar de estar de espaldas a las realidades sociales politizando nuestra fe desde una perspectiva de liberación salvífica del proyecto de Jesús. Amén y Ashé.