Sermón completo:
Hola y bendiciones, esta es una reflexión bíblica subversiva semanal del Padre Luis con la teología pastoral del Moriviví en donde estamos cada día en la búsqueda del querer vivir con dignidad y poder ser felices aquí y ahora. Este espacio es una invitación a que seamos como el moriviví”, que en un momento determinado creemos que no hay salida y que todo se acabó y de momento estamos de pie para seguir viviendo. Es un volver a vivir. Gracias por ser parte de este encuentro.
Mi tema para hoy está elaborado del Evangelio de Mateo 28:16-20 y 2 Corintios 13:11-13, y el mismo es Dios como la Santa Comunidad.
Hoy, 4 de junio estamos celebrando el Día de La Santísima Trinidad. Durante esta reflexión voy a argumentar, que definir a Dios como Trinidad es muy reduccionista y excluye unas dimensiones importantes de su proyecto de liberación salvífica. Asimismo, que voy a argumentar varios postulados teológicos pastorales sobre lo que la iglesia llama la Trinidad. Una es que nunca vivimos en soledad; siempre vivimos en relación. Todo lo que favorece la convivencia es bueno y valóralo. Por eso vale la pena creer en ese modo comunitario de la existencia de Dios, en la forma unificadora de Dios, que es siempre comunión y unión.
Hay que reconocer que la Santísima Trinidad es nuestro programa de liberación. Quiero comenzar diciendo que nunca he podido comprender la Trinidad y no pretendo en este momento resolver ese dilema. Pero hay algunas lecciones importantes en este concepto que me parece importante resaltar. ¿Cómo se relaciona este Dios-Trinidad con las personas? Es algo obvio. Él nos incluye a tod@s y nos supera con su comunión. Pero ¿cómo se relaciona con la utopía de las personas pobres y oprimidas? Estas personas casi siempre han sido derrotadas y convencidas por las personas poderosas de que son débiles y que no pueden vencer. Pero, a pesar de todo, viven dormidas y despiertas, esperando la realización del sueño de una humanidad sin oprimid@s ni opresor@s.
Las personas oprimidas son las verdaderas portadoras de la esperanza, ya que son las únicas que viven de la esperanza y la necesitan para seguir resistiendo y buscando la liberación. ¿Qué quieren finalmente las personas oprimidas? Quieren algo más que pan, casa y trabajo. Quieren una sociedad que se organice de tal manera que cada un@ con su trabajo pueda ganarse el pan y construir su casa. Y esa sociedad sólo se levantará cuando logre estructuras sobre la participación del mayor número posible de sus miembros, dispuest@s a superar las desigualdades sociales, con la intención de respetar las diferencias y decidir alcanzar la comunión entre tod@s y con un destino que trasciende la historia. Es en este contexto de búsqueda que la Trinidad cobra especial importancia. En ella encontramos nuestro programa liberador definitivamente realizado.
En efecto, en ella hay diferencia y distinción, hay igualdad y perfecta comunión y hay unión de las personas hasta el punto de que son una sola realidad divina, dinámica y en eterna reproducción. Mirando hacia la Trinidad extraemos las consecuencias adecuadas a nuestra realidad social con miras a su transformación. Considerando nuestros deseos, especialmente el de las personas oprimidas, descubrimos en la Trinidad su aglomeración utópica, su convergencia final más allá de nuestra propia imaginación.
Veamos la manifestación o dimensión de Dios como Amig@ y como Madre:
¿Qué significa llamar a Dios/Jesús tu amig@
Ser amig@ de Jesús significa dejarse definir por Él. (Mt 16, 13-23). Jesús pregunta a l@s discípul@s: «¿Quién dicen que yo soy?» Es Pedro quien responde: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». En unos momentos, Jesús responde: «Tú eres Pedro, la Roca». Los verdaderos amigos y amigas ayudan a definirse un@s a otr@s. En el toma y se define la relación genuina, la huella de la verdadera amistad y se vuelve indestructible en el alma de la otra persona.
Ser amig@ de Jesús significa escucharlo decir: «No tengas miedo». (Mateo 17:7). Los sinópticos nos cuentan que los Tres estaban aterrorizados al presenciar la Transfiguración. Fue la única vez que alguno de Sus discípulos vería Su gloria descubierta. Marcos nos dice que Pedro no sabía qué decir porque tenía tanto miedo. Mateo dice que después de que todo terminó, Jesús les dijo a los Tres: «No tengan miedo». La mayoría de las veces, cuando se reveló en una nueva dimensión, Jesús tuvo que consolarlos con esas palabras.
Jesús nunca llamó a Pedro ni a ningun@ de l@s otr@s para hacer nada o para ir a ningún lugar en el que Él no hubiera estado antes. Antes de llamarl@s a convertirse en «pescadores de gente», Jesús demuestra cómo se hace atrapándolos primero. Antes de enviarlos a hablar Su palabra y hacer Su obra, Jesús pasa un período de tiempo concentrado preparándol@s. Él no l@s llamaría a tomar la cruz hasta que primero hubiera demostrado que estaba decidido a ir delante de ell@s al Gólgota. Pero, por mucho, el amigo más importante que puedes tener es el Señor Jesús. Varios himnos celebran esta maravillosa verdad: “¡Oh que amigo nos es Cristo!”
Ahora bien, qué significa llamar a Dios/Jesús tu Madre? Dios nos crea, nos nutre y nos ama como una madre ama a su hij@. La Escritura nos dice que el amor de Dios sobrepasa el amor de una madre, porque, aunque una madre pudiera olvidarse del niñ@ que está en su pecho, Dios nunca podría olvidarse de nosotr@s (Isaías 49:15).
Estoy tan agradecido por esa verdad en los momentos en que me siento perdido y solo. Dios no me ha olvidado. Dios no me abandonará. Incluso si fallo en todas las pruebas de un cristiano, el Dios maternal me acepta tal como soy. Quizás esto es lo que Dios quiso decir cuando se reveló a Abram como El-Shaddai (Génesis 17:1). La palabra shad significa “pecho” en hebreo. ¿Podría Dios estar llamándose a sí mismo “el de los pechos” como sugieren algun@s erudit@s? Las mujeres nutren, satisfacen y se derraman mientras amamantan a sus hij@s. Este nombre puede contener una promesa de que Dios cuidará de sus hij@s de Dios de la misma manera sacrificial y dadora de vida.
Referirme a Dios como madre amplía mi vocabulario y amplía mi comprensión de lo divino. Sé que Dios es espíritu, un ser más allá de lo masculino y lo femenino. He visto que las Escrituras usan imágenes tanto masculinas como femeninas para explicar cómo Dios se relaciona con nosotr@s. Sin embargo, los pronombres femeninos y los descriptores quedan atrapados en mi boca, un idioma extranjero nuevo para mi lengua. Mi educación conservadora no discutió este ámbito de la teología. Me temo que algun@s incluso lo juzgarían como una herejía.
La lectura del Evangelio de Mateo 28 nos recuerda que la Gran Comisión es la base para el evangelismo y el trabajo misionero transcultural en la teología cristiana. El cumplimiento de la Gran Comisión sucede cuando l@s creyentes testifican o comparten su testimonio (Hechos 1:8), predican el evangelio (Marcos 16:15), bautizan a l@s nuev@s convers@s y enseñan la Palabra de Dios (Mateo 28:20). L@s cristian@s deben replicarse a sí mismos (hacer discípul@s) en las vidas de aquell@s que responden al mensaje de salvación de Cristo.
Segunda de Corintios: Un llamado a las personas cristianas a vivir en una verdadera comunidad de justicia social. Sería apropiado pensar en la “comunidad” que es la Divinidad trabajando para profundizar la comunidad que es la Iglesia de Cristo. El padre, la madre, el hijo, la hija, el amigo, amiga, etc., que siempre se sirven un@s a otr@s, trabajan en unidad y armonía incansablemente para ayudar a los hijos e hijas adoptiv@s de Dios a servir fielmente tanto a Dios como a las demás personas.
La justicia comunitaria se refiere en términos generales a todas las variantes de las actividades de prevención del delito y justicia que incluyen explícitamente a la comunidad en sus procesos y tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de la comunidad. Las iniciativas recientes incluyen la prevención comunitaria del delito, la vigilancia comunitaria, la defensa comunitaria, el enjuiciamiento comunitario, los tribunales comunitarios y los sistemas sancionadores de justicia restaurativa.
En resumidas, la Santísima Trinidad debe ser vista primero no como una Trinidad sino como una Divinidad-Unidad en armonía que produce liberación de toda opresión. Y segundo, es un paradigma donde Dios nos pide que aprendamos a vivir en la diversidad con armonía. Con este paradigma somos enviad@s a evangelizar destruyendo todo pecado personal y social.
Una de las principales tareas de la teología pastoral es la «desprivatización» del mensaje cristiano, es decir, la superación de la interpretación individualista heredada del pecado, la conversión y la vida nueva, y la recuperación de la dimensión social original del bien. El pecado tiene una dimensión tanto personal como social; y los dos están interrelacionados. El prejuicio es una forma de sesgo de individuo a individuo. La opresión institucionalizada ocurre cuando las reglas sociales y escritas, las leyes, los reglamentos, el currículo, las imágenes de los medios, los privilegios, etc., permiten que un grupo dominante como un todo se beneficie a expensas de un grupo subordinado. La opresión institucionalizada crea grandes injusticias que pueden afectar la calidad de vida de una persona en duras realidades prácticas como el lugar donde pueden vivir; si sus familias pueden permitirse cuidarl@s; luchas con problemas sociales que tienen sus raíces en la desesperación; su acceso a la atención de la salud; sus oportunidades educativas y laborales; si es más probable que sean objeto de violencia; y cómo son tratad@s por l@s funcionari@s de seguridad pública o l@s proveedor@s de atención médica. Ejemplo de todo esto lo es; el racismo, etnocentrismo, colonialismo, sexismo, heterosexismo, discriminación por edad, etc. Recuerda, evangelismo significa que nosotr@s con la trayectoria evangélica traemos el cielo a la tierra dando las buenas nuevas contras todas estas opresiones. Y esto lo hacemos teniendo claro que no es Trinidad, es Dios como Santa Comunidad.
Esta es una reflexión desde la Esquina Roja del Padre Luis. En el amor solidario, el sacramento más importante. Amen & Ashé. 4 de junio de 2023.