Sermón completo:

Lectura: Cuando Jesús entró en Jerusalén, todos en la ciudad se conmocionaron, y decían: «¿Quién es este? La multitud decía: «Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea. Mateo 21:10-11.

¿Qué celebramos hoy y cuál es su significado?: Hoy celebramos el Domingo de Ramos e iniciamos la Semana Santa. Domingo de Ramos, también llamado Domingo de Pasión, en la tradición cristiana, el primer día de la Semana Santa y el domingo anterior a la Pascua, conmemorando la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Se asocia en muchas iglesias con la bendición y procesión de palmas.

El día ahora se llama oficialmente Domingo de Pasión. La liturgia comienza con una bendición y una procesión de palmas, pero se presta atención principal a una lectura extensa de la Pasión, con partes a cargo de lector@s en la congregación. L@s miembros de la congregación a menudo se llevan las palmas a casa para que sirvan como sacramentales (signos sagrados de los sacramentos), y algunas de ellas se queman al año siguiente para que sirvan como cenizas para el Miércoles de Ceniza.

La Biblia nos dice que la gente cortó ramas de palmeras, las colocó en el camino de Jesús y las agitó en el aire cuando entró en Jerusalén la semana antes de su muerte. En la antigüedad, las ramas de palma simbolizaban la bondad, el bienestar, la grandeza, la constancia y la victoria. Las ramas de palma se consideraban símbolos de alegría y triunfo y se usaban habitualmente en ocasiones festivas (Levítico 23:40, Nehemías 8:15). Reyes/Reinas y conquistador@s fueron recibidos con ramas de palma esparcidas ante ell@s y ondeadas en el aire.

Con estos Ramos saludaron a Jesús no como el Mesías espiritual que quitaría los pecados del mundo, sino como un líder político potencial que derrocaría al Imperio Romano. Gritaban «¡Hosanna [que significa «salva ya»], bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!»

Por esto nuestra liturgia debe de ofrecer un estudio de contrastes a la medida que caminamos con nuestro compañero y hermano Jesús hacia la cruz del Calvario a las afueras de Jerusalén. En los oficios de este día recorremos por los eventos de prácticamente una semana, lo cual nos permite ver con más claridad los hechos que lograron nuestra liberación. En su entrada triunfal a Jerusalén y aun en su asesinato por parte de las autoridades del Imperio Romano y los líderes religiosos de su tiempo. Hay que recordar que el pueblo de Palestina, al igual que hoy, se encontraba sometido y colonizado por el Imperio Romano, ahora por el Imperio de Israel. De alguna manera el pueblo vio una esperanza sociopolítica y espiritual con la llegada de Jesús.

Hay la necesidad de identificar las dimensiones espirituales, sociales, culturales y políticas de la cuaresma y semana santa, muy en particular la entrada triunfal en Jerusalén y los Ramos de Liberación con los que el pueblo lo recibió. Esto nos ayudará a entender que Jesús no murió de enfermedad, tampoco fue crucificado por “los judíos”, esto fue un asesinato político orquestado por los líderes políticos de Roma y bendecido por el liderato religioso de su tiempo. Jesús se convirtió en un enemigo de la clase dominante que había traicionado al pueblo.

Pero me gusta también realzar que la entrada triunfal de Jesús se logra porque Jesús venció tres tentaciones las cuales en nuestro discipulado radical y paradigma de Iglesia profética debemos vencer: hay que vencer la tentación del provecho propio, la tentación del prestigio, y la tentación del poder. Si perdemos este enfoque entonces estaremos dando ritos vacíos al pueblo con unos Ramos que no están conectados al proyecto de liberación salvífica del evangelio. Cuando estos ritos no liberan son solo ceremonias sin cristianismo.   

Todo parece ser la celebración de un héroe nacional o de un guerrero que va entrando a la cuidad cuando regresa de la batalla. Expresa la esperanza mesiánica del pueblo judío entre los que recibieron a Jesús como “Hijo de David”.

Pero para Jesús la batalla apenas ha comenzado. De repente los eventos toman un giro dramático, cuando hacemos la transición de la procesión a la liturgia de la palabra. El enfoque de esta sección es la pasión de Cristo. En lugar de las aclamaciones, los gritos de júbilo y los hosannas anteriores, ahora escuchamos la narración de los sufrimientos del Siervo de Dios anunciado en el libro del profeta Isaías: “Yo no me resistí, ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que me arrancaban la barba; no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos”.

La pasión empieza con el relato de la unción de Jesús por la mujer con el nardo, acto que provoca la cólera de Judas Iscariote, el que traiciona al Señor con los líderes religiosos.

Al llegar a los eventos del Jueves Santo, Lucas sitúa a la pasión en el contexto de la Pascua judía, la festividad de los panes sin levadura. Podemos ver que realizaron todos los aspectos de la cena de Pascua: prepararon del sacrificio, comieron el pan sin levadura, tomaron el vino, cantaron el himno designado por tradición uno de los salmos de agradecimiento por las obras de Dios. Conocer este contexto nos ayuda entender lo significativo de las acciones del Salvador, pues se celebra la última cena de Cristo como cena de la Pascua que conmemora la salvación del pueblo y la alianza de ese pueblo con Dios.

Jesús explica, según el evangelista, que él sellaba el pacto divino con su cuerpo y su sangre, es decir con su muerte. Con esto dio un nuevo sentido al rito. Así es que las personas cristianas celebramos la Santa Eucaristía – según el mandato de Cristo – como la verdadera celebración pascual establecida por Jesús en proclamación de su muerte y resurrección. Aunque Jesús explicó el sentido de los hechos con claridad, al parecer los doce, especialmente Pedro, no querían entender el mensaje de la redención. La alianza con Dios sería sellada con la sangre del Mesías.

En el siguiente paso Jesús se aparta de l@s discípul@s para entrar en oración en el Getsemaní, llevando consigo sólo a Pedro, Juan y Santiago. Aunque él se mantiene vigilante, ellos en contraste se duermen una y otra vez a pesar de la solicitud de Jesús. De pronto aparece Judas con los que vienen a arrestar a Cristo con muestras de fuerza. Todos se van. La traición de Judas con un beso, la traición de  abandono por Pedro y la traición del resto de l@s discípul@s al darle la espalda se contrastan claramente con la fidelidad de Jesús.

Tras su arresto llevan a Jesús a la casa de Caifás, uno de los sacerdotes más importantes, para un juicio. Ingresaron varios hombres que ofrecieron condenar a Jesús con mentiras, historias inventadas para eliminar una amenaza de su poder; pero no condenaron a Jesús con sus mentiras, sino con la verdad que él confesó: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?” (14:61b), preguntó el sacerdote. Jesús respondió: “Sí, lo soy y verás al Hijo del Hombre sentado a la diestra de Dios y viniendo con las nubes del cielo” (14:62). En el juicio de Jesús podemos ver la ineficacia de la mentira comparada con el poder de la verdad.

A Jesús lo llevaron frente al gobernador romano, Poncio Pilato, para confirmar la sentencia cuando se forma un motín fuera del muro del palacio. Muchas de estas personas serán las que le dieron la bienvenida con palmas de victoria cuando entró en Jerusalén, sólo días antes. En contraste con los hosannas previos, ahora sólo gritan: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” (15:13).

Y matarlo es lo que hicieron después de ultrajarlo y abusarlo. Lo llevaron al sitio llamado Gólgota, el lugar de la calavera. Allá lo crucificaron, tratándole como criminal cuando era inocente. En su momento de agonía, se ve abandonado por sus amistades, y exclama las primeras palabras del Salmo 22: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Luego lo entierran y al tercer día resucita.

Si nuestro Ritos para el Domingo de Ramos, y el resto de la Semana Santa, no van con la deconstrucción de toda esta melancolía y nostalgia espiritual seguiremos crucificando a Jesús todos los años. Permítanme recordarles que ya todo esto pasó y nos resta por un lado rescatar la memoria histórica de lo sucedido y por otro lado establecer una hermenéutica subversiva, en donde descodificamos la información, la interpretamos e implementamos esas ideas. En la hermenéutica subversiva nos movemos de las ideas a las acciones. Por esto es importante tener claro el como la entrada triunfal, las palmas, la muerte y resurrección son de importancia en nuestras vidas.

¿Qué puede ser una entrada triunfal para el pueblo hoy en día?: La globalización implacable, la urbanización a menudo salvaje, prometían mucho. Así que muchos se han enamorado de las posibilidades de la globalización, y en ella hay algo realmente positivo. Pero muchos olvidan el lado oscuro: la confusión del sentido de la vida, la desintegración personal, la pérdida de la experiencia de pertenecer a un cualquier «nido», la violencia sutil pero implacable, la ruptura interior y las fracturas en las familias, la soledad y el abandono, las divisiones y la incapacidad de amar, de perdonar, de comprender, el veneno interior que hace de la vida un infierno, y la necesidad de ternura por sentirse tan inadecuad@s e infelices. Al celebrar la entrada del Señor a Jerusalén, meditemos si nosotr@s en la iglesia, estamos entrando o estamos saliendo de la ciudad. ¿Quiénes pueden entrar en esta iglesia?

La crisis que padecen las iglesias históricas no es secreto para nadie. Año tras año se cierran muchos templos que en otros tiempos abrigaron centenares de creyentes. Bellos y majestuosos templos que con sus altas torres fueron parte del paisaje urbano en nuestras ciudades son demolidos para dar paso a nuevas construcciones en las que ya no se rinde culto al Dios de la vida, sino al dios del poder.

Hay algunas de esas bellas estructuras que todavía albergan un puñado de creyentes que se empeñan en preservar el legado de sus antepasad@s en medio de comunidades que han cambiado racial y demográficamente, sin embargo, en el horizonte de esas congregaciones no se ven señales de nueva vida.

En nuestras comunidades de fe, las personas se conforman con una práctica religiosa muy superficial, ritos sin cristianismo, que no conduce a una transformación profunda. Si nuestra fe tuviera como base el mensaje de Jesús, la entrada triunfal sería un éxito. No tiene sentido reflexionar sobre el sufrimiento y muerte de Jesús a lo largo de una semana, para continuar viviendo sin la esperanza de una vida nueva.

La entrada de Jesús a Jerusalén nos exhorta a salir de nuestras posiciones cómodas en nuestras congregaciones, en las que la vida transcurre sin sobresaltos, puesto que todo se hace bajo el rigor de lo tradicional, aunque no entendamos claramente el por qué se hace. Jesús pudo haber tomado la decisión de regresar a Galilea y continuar con su misión de restaurar la vida de muchas personas. Posiblemente su muerte no hubiera llegado tan temprano. La entrada a Jerusalén representa la entrada a los centros del poder político y religioso. También los que dirigían tales instituciones debían conocer el proyecto transformador de Jesús; hoy sabemos de sobra que cerraron sus oídos y mataron al mensajero.

El evangelio de Jesús es diferente. Este evangelio es la política de humildad, acompañamiento, servicio, perdón y un amor no violento que abarca a todas las personas, pero especialmente a las que llamamos a nuestr@s enemig@s.

Trágicamente, tendemos a vivir según la política de Roma, no por la política de Jesús. Ya sea que somos republicanos o demócratas, socialistas, comunistas, cada vez que buscamos influir en las demás personas a través de la coerción y la violencia, estamos siguiendo la política de Roma.

Afortunadamente, Jesús reveló la alternativa. Lo llamó «el reino de Dios». No es un lugar sino más bien una forma de vivir. Es una forma de vida política basada no en la violencia triunfante, sino más bien humilde. La política de Jesús se asegura de que todas las personas tengan pan diario, busca perdonar deudas y pecados, evita la tentación de cometer el mal contra nuestr@s vecin@s, y nos llama a una vida de perdón. Es un reino que no coincide con la política de mercado sino mas bien con la economía de Dios en el libro de Hechos 2:45: vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todas las personas, según la necesidad de cada una.

Esto no es solo un llamado a una ética personal; Esta es una ética política. De hecho, la política de Jesús busca influir en nuestras vidas personales, pero también busca influir en nuestras vidas políticas. Dondequiera que los sistemas personales o políticos usen la violencia, el poder y la coerción para ser triunfante y victorioso, Jesús nos hace señas a seguirlo en un tipo diferente de política, en el Reino de Dios que vive y muere por amor, servicio y perdón.

Es por esto por lo que el Domingo de Ramos es una manifestación a favor de Jesús, es decir, una manifestación a favor de las personas pobres, oprimidas y maltratadas de este mundo, y también la Madre Tierra.

Por esto Jesús recibe un tributo popular de personas que lo animan, pero no de todas las personas: «Lo recibe de las personas pobres en los que despertó la esperanza de una vida más digna. «Lo recibe de las muchas personas enfermas a las que le devolvió su salud. Lo obtiene de las muchas personas hambrientas que alimentó. Lo recibe de las mujeres más marginadas y despreciadas a las que devolvió la autoestima y la dignidad. Lo recibe de aquellas personas que tienen hambre y sed de justicia. Lo recibe de niños y niñas que se sienten atraíd@s por él porque los defendió, los bendijo y los abrazó.

Pero en este homenaje estaban con mucha rabia todas aquellas personas a quienes Jesús había denunciado. Eran todas aquellas personas que vivían a expensas de l@s demás, que se atreven a decirle en una entrada triunfal a Jesús: «Diles que se callen».

¿A quién debemos denunciar hoy con nuestra Palmas en mano? ¿Quiénes son y dónde están?: -abuso de inmigrantes que cruzan la frontera; Los grandes bancos y banqueros con sus multinacionales que subyugan a las personas y la madre tierra; El Congreso de la Ciudad, Estado y Federal que aprueba leyes injustas a favor de sí mismas y de las anteriores con un detrimento grave de las de abajo; L@s políticos corruptos, que no son suficientes con lo que ganan, ya mucho, pero quieren cada vez más, a expensas de las demás personas; Las personas ricas de los países ricos que son ricas a expensas de las personas pobres; «Los países ricos que tenemos a costa de explotar la tierra y las materias primas de los países pobres; Los gobiernos corruptos de los países pobres que, confabulados y corrompidos por los corruptos multinacionales, eliminan las tierras a sus propios campesinos, obligándolos a huir de ellas o emigrar, como como está sucediendo en América Latina; Obisp@s, sacerdote, pastor@s  y otr@s líderes religios@s que siempre los vemos en procesiones, pero nunca con las personas en manifestaciones en la calle contra los desalojos, paraísos fiscales, empresarios y políticos corruptos, privatización de la inversión social, recortes en servicios sociales, desempleo, salarios de pobreza, y llenando las cárceles de gente pobre; y las iglesias que le dan religión y ritos al pueblo para que no piense y se libere, etc.

Conclusión: Hermanas y hermanos, este domingo estarán llenos los templos de personas. Habrá religión y ritos, sin cristianismo. Duele decirlo, pero es realidad. De lo contrario, habríamos cambiado el mundo hace mucho tiempo de injusticias, hambre, desigualdades, guerras sin precedentes.

Tal vez tu digas que tienes un plan para el Domingo de Ramos. Pero te recuerdo que Jesús tiene un plan diferente. Entonces, en lugar de simplemente esperar que Jesús expulsara a los romanos y estableciera su propio Reino en la tierra, la gente descubrió que Jesús trajo una esperanza mucho mayor. Es la esperanza de ser perdonado y conocer a Dios personalmente. Es la seguridad de conocerlo dentro de nuestro propio espíritu cuando nos inclinamos ante Él, admitiendo nuestro pecado y recibiéndolo en nuestro corazón. Es el fuego de Su Espíritu Santo dentro de nosotr@s lo que crea amor, compasión y el deseo de compartir esta esperanza con l@s demás.

El Domingo de Ramos nos dice que Jesús es nuestro liberador, que la vida cristiana es una vida de gozo, que Dios ha traído la salvación a esta tierra y que, en Cristo, con ritos religiosos que tiene cristianismo, tenemos la victoria.

Esta es una reflexión desde la Esquina Roja del Padre Luis. En el amor solidario, el sacramento más importante. Amen & Ashé.

2 de abril de 2023.