Sermón completo:
Cuarto Domingo de Adviento
24 de diciembre de 2023
2 Samuel 7:1-11, 16; Salmo 89:1–4, 19–26; Romanos 16: 25-27; Lucas 1:26-38
I-Introducción: Como dijimos la semana pasada, las cuatro semanas de Adviento se caracterizan por temas distintos que guían nuestros corazones a lo largo de nuestro viaje espiritual mientras nos preparamos para la Navidad. Estos temas son la esperanza, paz, alegría y amor. Y los mismos resumen los valores fundamentales de la fe cristiana y proporcionan un marco para la reflexión, la oración y la meditación.
Con las escrituras bíblicas de hoy y la cuarta vela de Adviento, se nos invita a reflexionar sobre el amor radical de Adviento que viene por la llegada de Jesús y por su proyecto de liberación salvífica que nos ha regalado.
En Mateo 5:11-12, Jesús vuelve a hablar de la persecución. Lo notable de este pasaje es que Jesús dice que no solo somos capaces de soportar el maltrato de nuestr@s enemig@s, sino que también podemos regocijarnos en estas circunstancias. Esto parece estar fuera de nuestro alcance. Si pudiéramos hacerlo—si pudiéramos regocijarnos en la persecución— entonces sería posible amar a las personas que catalogamos nuestras enemigas. Si el milagro de gozarnos en medio del horror de la injusticia, del dolor y de las pérdidas sucediera, entonces también podría ocurrir el milagro de amar a quienes nos causan el sufrimiento. Es aquí donde vemos el amor radical de Adviento, no contemplando las injusticias, sino cambiándolas en experiencias de liberación.
Si te fijas bien, Jesús da la clave para el gozo en estos versículos: «Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande». La clave para el gozo es la fe en la gracia venidera de Dios: «vuestra recompensa en los cielos es grande». Creo que este gozo es el poder que nos hace libres para amar a nuestr@s enemig@s cuando nos persiguen. Si eso es cierto, entonces el mandamiento de amar equivale a poner nuestra mente en las cosas de Dios y no en las de la tierra (Colosenses 3:2).
El mandamiento de amar a nuestr@s enemig@s se traduce en hallar nuestra esperanza y satisfacción en Dios y en su gran galardón: su gracia venidera. Pero el amor a esas personas que entendemos que son nuestras enemigas se demuestra liberándoles de su maldad y odio. O sea, yo tengo que hacer algo para que esa persona cambie su forma de pensar, sentir y actuar. Y definitivamente cuando tu detienes a la persona opresora para que no siga oprimiendo te liberas tu y además liberas a esa persona quien ahora no tiene a quien oprimir. Esta es la manera de amar a nuestr@s enemig@s y es además el tener amor radical de Adviento. No es aceptándole las injusticias y opresiones, deteniéndolas.
Es por esto que Jesús resumió todos los mandamientos de una manera radical en dos: Amar a Dios sobre todas las cosas y a tu Prójim@ como a ti mism@. Porque el amor radical significa que hemos aprendido a aceptarnos a nosotr@s y a las demás personas.
Amar a Dios sobre todas las cosas significa poner a Dios en primer lugar en nuestra vida y dejar que su amor guíe y oriente todas nuestras acciones y decisiones. Este amor a Dios debe ser evidente en todas las áreas de nuestra vida y no implica despreciar a otras personas. Por el contrario, amar a Dios sobre todas las cosas es servirle a mi prójim@. Es aquí en donde me reencuentro con Dios todos los días. Y es aquí donde vemos el amor radical de Adviento
¿Cómo amamos a alguien que necesita nuestra ayuda con el mismo amor que nos mostramos a nosotr@s mism@s? Ciertamente podemos trabajar para satisfacer las necesidades básicas, especialmente las de las personas marginadas y olvidadas. Podemos comprar y entregar productos de comida o higiene a refugios para personas sin hogar o reservar unos pocos dólares de nuestro presupuesto de comestibles cada semana para comprar algunos artículos necesarios para una despensa de alimentos local. Pero no deberíamos detenernos ahí. Tenemos que identificar y destruir las estructuras que producen esta desigualdad. De lo contrario nos pasaremos la vida lidiando con síntomas y no con los problemas. En otras palabras, no queremos ministerios asistencialistas sino mas bien de cambios sociales.
II-Es importante notar que en el Evangelio de Lucas 1:26-38 podemos ver el amor radical de María. La Iglesia ha tenido muchas veces dificultades para saber cómo considerar a María. En determinadas épocas y lugares, ha sido exaltada a un estatus cercano al de deidad, de modo que algunos teólogos o teólogas medievales incluso empezaron a hablar de una Cuaternidad en lugar de una Trinidad.
Las deformaciones que se dan en la religiosidad no se pueden hallar en el dato revelado, sino que su causa principal hay que encontrarla en la cultura que ha recibido a la fe. Esta cultura produce una ideología que nos ha presentado a una María sumisa y obediente en contraposición a una imagen de María liberadora. Es aquí en donde de una manera errada se ha tratado de validar, promover y bendecir dentro y fuera de la religión el sistema patriarcal de la subordinación de la mujer y supremacía del hombre. Esto no solo es pecado, es un crimen.
Definitivamente María, la madre de Jesús, es una figura central en la fe cristiana debido a su papel en el nacimiento y crianza de Jesús. Su amor incondicional por su hijo es un ejemplo para las personas cristianas de todo el mundo.
Hay una tradición en la que María es considerada la «Madre de Dios» y se le da un lugar de honor en la Iglesia. Se cree en esta tradición que María fue concebida sin pecado original y que siempre permaneció virgen. Además, creen que ella asumió un papel especial en la salvación del mundo. Hay otra tradición en la que se ve a María como una figura importante pero no como una intercesora entre las personas y Dios. Creen que María fue una mujer piadosa pero no divina. Sin embargo, ambas tradiciones reconocen que María mostró amor incondicional por Jesús en su vida terrenal. En el Evangelio de Lucas, se describe cómo María aceptó el llamado de Dios para ser la madre de Jesús, incluso sabiendo que esto podría ponerla en peligro. Es aquí donde vemos el amor radical de Adviento, porque tomo riesgos por el proyecto de liberación de Dios.
Durante la vida de Jesús, María estuvo presente en muchos momentos importantes, incluyendo su nacimiento en Belén y su crucifixión en Jerusalén.Es aquí donde vemos el amor radical de Adviento. En la fe cristiana, el amor incondicional de María por Jesús es un ejemplo para todas las personas cristianas de cómo amar a Dios y a las demás personas. Su devoción y sacrificio son un recordatorio de que el amor verdadero requiere entrega y servicio. Por esto la iglesia esta llamada a caminar y servir al pueblo.
En clara contradicción con tales excesos, hay personas que tendido a ignorar el papel de María en el drama de la historia de la salvación. María desempeña un papel mucho más importante en los relatos bíblicos que Andrés, Marcos o Esteban.
Aun así, la memoria de María es apreciada de ciertas maneras, especialmente en la época navideña.
El evangelista Lucas no exalta a María como diosa, ni como madre, ni siquiera como mujer. Él piensa que ella tiene un papel más importante, como la cristiana ideal. En el tercer evangelio, María se convierte en el modelo del discipulado cristiano, la persona que todos, hombres y mujeres, deben emular, especialmente si desean seguir a su hijo.Es aquí donde vemos el amor radical de Adviento.
Este aspecto de María se pasa fácilmente por alto, tal vez porque sólo se encuentra en el Evangelio de Lucas. En Marcos, su aparición más memorable puede ser el relato en el que ella y sus otros hijos (e hijas) vienen a llevar a Jesús a casa, pensando que el niño se ha vuelto loco (Marcos 3:21, 31-35). No le va mucho mejor en Mateo (aunque ahora está presente en la tumba vacía). Juan nunca la menciona por su nombre y Pablo no la menciona en absoluto.
Pero en Lucas, María es el ser humano más parecido al Cristo de la historia. Sus palabras al ángel, citadas en el texto de esta semana, son un paralelo directo de lo que Jesús pide en oración más tarde en el jardín: “Hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1:38); “No sea mi voluntad, sino la tuya”. (Lucas 22:42). La respuesta ideal a Dios se presenta como una combinación de confianza humilde y servicio obediente.Es aquí donde vemos el amor radical de Adviento.
María es identificada aquí como la “favorecida” (Lucas 1:28) y como la que “ha hallado favor ante Dios” (Lucas 1:30). Más adelante, en los versículos que siguen a este texto, ella será descrita como “bendita” entre las mujeres (Lucas 1:42). Lucas quiere asegurarse de que sepamos por qué ella es favorecida y bendecida. Su pariente Isabel dice: “Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo dicho por el Señor” (1:45). En particular, ella no es bendecida porque vaya a ser la madre física de Jesús, sino porque creyó en la palabra de Dios. Entonces, cualquier bendición que reciba María es una que todas las personas podemos compartir, si la imitamos. No todas las personas podemos ser padres o madres físicas de Jesús, pero podemos creer que la palabra de Dios se cumplirá. Entonces María resulta ser no simplemente la madre de Jesús, sino un modelo ideal para todas las personas que siguen a Jesús: una sierva de Dios que encarna la fe, la fidelidad del proyecto de liberación salvífica de. Es aquí donde vemos el amor radical de Adviento
III-Conclusión: ¿Qué entonces requiere Dios de ti y de mi en este Adviento que debemos practicar todo el año? A actuar con amor radical demostrándolo en nuestras prácticas de justicia. No es un secreto que la religión está determinada por estructuras sociales (incluidas las económicas y políticas) y también que, como elemento integral de muchas culturas, puede moldear a su vez esas mismas estructuras. Observe como hemos comercializado la Navidad. De aquí la necesidad de analizar constantemente la relación dialéctica entre la religión y las estructuras sociales para considerar cuándo y cómo la religión tiene la capacidad de amar radicalmente aliviado la pobreza y dónde podría figurar en la persistencia de justificar y producir la desigualdad. No es un secreto que la religión (o las religiones) muy en particular en nuestra sociedad capitalista, pueden funcionar para legitimar los intereses de la clase capitalista dominante y mantener el statu quo impidiendo que la clase trabajadora explotada reconozca las raíces de su alienación y explotación. Es por esto por lo que la religión puede ser una fuerza conservadora que refuerza las desigualdades de opresión y explotación predicando una teología de aplatanamiento (estado de inactividad o pereza, o de falta de ambición) para convertir a las personas en dóciles y pasivas que apoyaban la fuente de su propia explotación, perpetuando así un estatus quo injusto. Esta es la manera de matar el amor radical de Dios.
Pero asimismo la religión puede funcionar como una fuerza revolucionaria para el cambio social. En términos de liberación, la religión puede promover el amor radical de la unidad social y la solidaridad del Adviento. Cuando las personas religiosas hacen algo malo, se sienten culpables y el remordimiento, esos sentimientos los motivan a enmendarlo. La religión ayuda a las personas a pensar menos en sí mismas y más en objetivos comunes, y esos objetivos son trabajar por la paz con justicia y anteponer las necesidades de las demás personas a las suyas. Es aquí en donde la religión puede dar a las personas una razón para ver por qué sus vidas tienen sentido y por qué deberían hacerlo mejor. Carlos Marx no estaba del todo mal, pero en vez de aceptar un reduccionismo de que la religión es un opio, es mejor decir que al igual que cualquier partido político, puede ser un opio o una experiencia de liberación. Yo apuesto a la segunda porque es ahí en donde vemos el amor radical de Adviento.
Por lo tanto, es por esto por lo que en este amor radical de Adviento las personas cristianas tenemos la responsabilidad de exigir un cambio social, en lo personas y estructuras, para que todas las personas puedan ser parte de la fiesta de Adviento que manifiesta el amor radical con un nuevo nacimiento. Y cuando digo todas las personas digo todas. Prediquemos con acciones la esperanza, la paz, la alegría y el amor de Adviento, porque otro mundo mejor, es posible, aquí y ahora.
Amen & Ashé