Sermón completo:

Séptimo Domingo Después de la Epifanía: 23 de febrero de 2025

Genesis 45 3-11; Salmo 37: 1-12, 41-42; I Corintios 15:35-38, 42-50; Lucas 6: 27-38

Hoy quiero reflexionar con ustedes sobre el amor radical que Jesús nos pide en Lucas 6, de amar a nuestros enemigos, enemigas. Jesús había descendido del monte después de una noche de oración. Una multitud lo esperaba. Querían más enseñanza, más aplicación para la vida, más comprensión y, por lo tanto, más esperanza. Jesús comenzó a enseñar un mensaje muy similar al Sermón de la Montaña.

En Lucas 6:27, Jesús llama a las personas creyentes a amar a nuestros enemigos y enemigas, y orar por quienes nos persiguen. En este pasaje Jesús proporciona la necesidad teológica de amar a nuestros enemigos y enemigas, así como las consecuencias de la obediencia.

Comencemos por reconocer que el concepto de “enemigo o enemiga” no es un estado permanente sino una posición temporal. No había nada malo en la enseñanza del Primer Testamento de reconocer a los enemig@s de Dios. El odio a las demás personas es una herramienta que se utiliza para crear una unidad basada en la ira, las raíces de la amargura y los pecados pasados de l@s demás. Jesús enseñó que nosotr@s, que éramos enemig@s de Dios, ahora somos llamad@s amig@s de Dios, por medio de Jesucristo. Además, aquellas personas que nos persiguen hoy pueden, en la gracia de Dios, convertirse en quienes nos protejan mañana. Vea el ejemplo del Apóstol Pablo. Por lo tanto, Jesús nos enseña en los mismos pasajes a orar por ell@s.

Hay muchas cosas que debemos hacer para amar a nuestros enemigos. Me parece que lo primero que debemos hacer para amar a nuestro enemigo o enemiga es desarrollar la capacidad de perdonar con naturalidad y facilidad. Si uno no tiene la capacidad de perdonar, no tiene la capacidad de amar.

El otro punto es que debemos amar a nuestros enemigos o enemigas porque el odio daña la personalidad y hiere el alma. Con mucha frecuencia hablamos de lo que el odio le hace a la persona o al grupo odiado, y pensamos en los daños que encontramos en el proceso del odio a medida que avanza hacia el objeto del odio.

En palabras del Rev. Martin Luther King, Jr. y cito: Hay otra razón por la que debes amar a tus enemigos, y es que el odio distorsiona la personalidad de la persona que odia. Generalmente pensamos en lo que el odio hace por el individuo odiado o los individuos odiados o los grupos odiados. Pero es aún más trágico, es aún más ruinoso y dañino para el individuo que odia. Simplemente comienzas a odiar a alguien y comenzarás a hacer cosas irracionales. No puedes ver con claridad cuando odias, no puedes caminar derecho cuando odias y no puedes mantenerte erguido. Tu visión está distorsionada. No hay nada más trágico que ver a un individuo cuyo corazón está lleno de odio. Llega al punto de convertirse en un caso patológico… Por eso Jesús habla de amor, porque el odio destruye tanto al que odia como al odiado.

Esta enseñanza del amor radical es uno de los principios éticos centrales de la teología cristiana y tiene profundas implicaciones para la manera en que las personas cristianas estamos llamadas a vivir y relacionarnos con las demás personas. Jesús mencionó repetidamente el tema de la misericordia. Tod@s queremos misericordia. La Biblia nos dice que la misericordia triunfa sobre el juicio. Por supuesto que la queremos. Para dar misericordia es necesario que renunciemos a la venganza y le dejemos a Dios la parte del juicio. Ahora bien, amar a nuestros enemig@s no significa permitirles que sigan haciéndonos daño. Eso sería no amarnos a nosotr@s mism@s como Dios nos ama. Amarles es no permitirles que sigan haciendo daño. Porque les amo voy a detener ese odio y esa maldad que están ejerciendo. De esta manera les libero y me libero.

Aquí es donde para mí hace sentido todo esto que Jesús nos pide de amar a nuestros enemigos, enemigas. Yo tengo la responsabilidad de liberar a esa persona que es la imagen de Dios. Cuando yo detengo a esa persona y no le permito que siga dañando nuestra sociedad con ese odio yo la estoy liberando. Y esa liberación se dio por mi amor. Amar a nuestros enemigos o enemigas no es aguantarle las estupideces o la violencia que ejercen. No es que seamos masoquista aceptando el abuso. Por el contrario, es detenerles, pero detenerles con amor.

Aun cuando se ejerce disciplina esta debe de ser con amor no con odio. Hasta un ateo (o tal vez era agnóstico), como Ernesto Che Guevara nos dijo y cito: «La persona revolucionaria verdadera está guiada por grandes sentimientos de amor». No podemos o no debemos ser inspirad@s o motivad@s por odio o revancha, porque nos estamos destruyendo. Por el contrario, seamos inspirad@s y motivad@s por el amor a producir liberación en este mundo con el proyecto de liberación salvífica de Jesús.

Para amar a enemig@s que promueven injusticias sistémicas, y para que persevere la lucha por la justicia y la igualdad, el dolor o la ira, el revanchismo no son buenos incentivos, porque llevan a la amargura, desesperación y a nuestra destrucción. Al detenerles ya no tienen a quien oprimir, les acabo de liberar. Y yo me libero de su opresión. Todo esto inspirado por el amor, ese amor del perdón que tiene dimensiones sociales, ese que me reconcilia con Dios y su creación. Esto es lo que significa “amar a nuestros enemigos, enemigas” en un contexto bíblico. Esto

es el amor radical de Jesús que nos está pidiendo para que cambiemos este mundo en un lugar de paz con justicia. Amen & Ashé.

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