Sermón completo:

Vigésimo tercero Domingo después de Pentecostés; Propio 26;

5 de noviembre de 2023

Josué 3:7-17; Salmo 107:1-7, 33-37; 1 Tesalonicenses 2:9-13; Mateo 23:1-12

I-Introducción: En esta reflexión de hoy deseo animar a las personas a ser reales para Dios y buscar una relación con Jesucristo que permita demostrarla con acciones. La fe debe ponerse en acción para que cobre vida. Y esa acción debe de ser dirigida hacia Dios, hacia otras personas, hacia nosotr@s mism@s y el resto de la creación. La fe es la capacidad de creer, pero esa capacidad debe usarse y ponerse en práctica para que la fe cobre vida y funcione. Creer es el lado acción de la fe: creer es «actuar con fe». Tener fe no es suficiente. Tener la capacidad de creer no es suficiente. Uno debe actuar sobre esa capacidad actuando de manera coherente con lo que se cree. Santiago 2:17 nos dice que la fe sin las acciones correspondientes está muerta y sin vida.

En una ocasión un misionero británico le preguntó a Mahatma Gandhi en la India si consideraría convertirse en una persona cristiana. Gandhi dijo que no y el misionero dijo, por qué no. Gandhi había visto cómo las llamadas personas cristianas en Sudáfrica trataban a las personas que no eran blancas. Gandhi, el hombre inglés educado en la no violencia, había experimentado de primera mano el ridículo, el desprecio y el maltrato a manos de aquellas personas que iban a la iglesia el domingo y decían ser seguidor@s de Jesucristo. Gandhi dijo: «Me gusta tu Jesús, pero no me gustan tus personas cristianas, son muy diferentes a tu Jesús». Esta me parece a mí es una buena Ilustración de las personas hipócritas.

La palabra hipócrita proviene del latín hypocrĭta, que se deriva del griego hipocrités, que significa ‘actor o actriz’. Definitivamente Jesús es muy duro con las personas que son hipócritas y que tienen dos caras.  Como Dios puede ver lo que hay en mi corazón, definitivamente necesito ser una persona sincera, honesta y auténtica con la acción de mi fe.  

II-Mateo: Podríamos sentirnos tentad@s a ver la narrativa de Mateo principalmente como una dura crítica al liderazgo religioso. Aunque es tanto, también son imágenes contrastantes de comunidades de discipulado. Uno edifica a los hermanos y hermanas (o estudiantes), mientras que el otro los deja agobiados y estancados. Uno rodea a sus miembros con una comunidad de apoyo, mientras que el otro preferiría ver a sus miembros separados unos de otros. La trayectoria de uno es hacia Dios, la del otro hacia el reconocimiento personal.

Los escribas y fariseos eran una mezcla de liderazgo ordenado y laico y, en general, tenían la intención de ayudar a la gente normal a comprender cómo guardar la ley. Pero gran desafío era que sus acciones no estaban en coordinación con lo que decían. Así que aprender y contemplar cómo mantener la ley en el contexto de cada uno no es el problema. Uno de los problemas es que los escribas y fariseos no practican lo que predican. El mensaje que sale de sus bocas es correcto, pero no han permitido que transforme su interior.

Pero no es sólo la hipocresía de sus acciones lo que hace que el estilo de liderazgo de los fariseos sea incorrecto, sino la forma en que obstaculiza las vidas de aquellas personas a quienes dirigen. El problema es el liderazgo autoritario que exige a las demás personas una estricta observancia de la ley. A Jesús no le gusta que estos líderes hayan interpretado la ley para la práctica diaria con mano dura (versículo 4). Sus normas son una carga ridícula para las demás personas y no parece importarles el cómo las personas se sienten. Es casi como si estuvieran contentos y a la vez disfrutar el castigar a las demás personas con leyes y normas vacías que ellos mismos no seguían.

Pero esta falta de simpatía y compasión va en primer lugar contra el propósito mismo de las leyes. Los escribas y fariseos buscaban impulsar su propio ego, la forma en que aprendemos en la comunidad de fe tiene como objetivo aumentar nuestro sentido de asombro y alabanza a nuestro Dios con una relación saludable. Más concretamente, Jesús dice, aunque les enseñan la tradición de la ley, hay un instructor mayor sobre cómo cumplir la ley, el Mesías Cristo. Jesús hace esta autoproclamación y finalmente dice, mírame y no sólo escucharás la ley de Dios, verás cómo vivirla de una manera fácil y ligera. (Mateo 11.28-30).

¿Estás actuando de buena fe o con hipocresía? Esto es muy esclarecedor para la moralidad del comportamiento cristiano. Nos muestra que lo que importa en el comportamiento cristiano no es simplemente hacer ciertas cosas o no hacer ciertas cosas. Lo que importa es si actuamos desde la fe. ¿Qué dice nuestro comportamiento sobre nuestro corazón? ¿Nuestra fe? ¿Dice que nuestros corazones descansan en Dios como nuestra porción, nuestra satisfacción, nuestra suficiencia, nuestro tesoro? ¿O nuestras acciones traicionan una pérdida de confianza y satisfacción? ¿Muestran nuestras acciones que ahora atesoramos más un comportamiento que desaprobamos de lo que atesoramos a Dios? Eso es el pecado.

Vivir como personas cristianas significa tomar decisiones conscientes sobre nuestras acciones (lo que hacemos y lo que no hacemos), basadas en nuestra relación con Jesús. Si realmente crees en Jesús, entonces querrás hacer lo que él te pide: amar a Dios y a las otras personas como a ti mism@.

III-Josué: Aunque la narrativa bíblica de Josué nos llega a través del ciclo ordinario del leccionario de tres años, también llega en un momento particularmente angustioso e incómodo. Mientras la guerra arrasa las tierras que alguna vez fueron dadas a Josué y al pueblo hebreo, les insto a que primero reconozcan que el Estado-nación moderno de Israel no es sinónimo del Pueblo de Dios en las Escrituras hebreas. En segundo lugar, Dios —como se revela a lo largo de las Escrituras— es Dios del lado de los sin tierra, las personas desposeídas y las oprimidas. Hoy en día, en estas tierras antiguas, ningún grupo étnico tiene derecho exclusivo a esos atributos. A mí me parece que es posible vivir en comunidad, pero el odio, menosprecio, racismo, etnocentrismo debe desaparecer.

En tercer lugar, que el Espíritu Santo nos conceda sabiduría al amar tanto los textos antiguos como a las personas de hoy que los escuchan. En otras palabras, fue el pueblo hebreo quien con Josué ocuparon las tierras en la narrativa bíblica de hoy. Este pueblo hebreo se componía de las personas despreciadas, desechadas, marginadas y oprimidas de la tierra que se unieron en búsqueda de liberación social, política, económica, religiosa y cultural. Es a este pueblo al que Moisés lideró hacia su liberación.

Como persona cristiana estoy de acuerdo que Israel tiene todo el derecho a defenderse. Esto es sentido común y no se debate. Pero se debe de medir a Palestina con la misma regla porque tienen derecho a defenderse.

No estoy de acuerdo con el antisemitismo. El antisemitismo es la hostilidad, el prejuicio, odio o la discriminación contra nuestras hermanas y hermanos judíos.

Aunque no todas las personas son israelitas, Israel tiene todo el derecho a existir como una nación. Pero asimismo estoy en contra del sionismo porque Palestina tiene todo el derecho también a existir como Nación. El sionismo es una ideología religiosa y un movimiento político nacionalista que propuso desde sus inicios el establecimiento de un Estado para el pueblo judío destruyendo al pueblo Palestino. Erróneamente se autoproclaman el pueblo de Dios. Se parece a las Doctrina Monroe y Manifiesto Divino del gobierno de Estados Unidos. Por esto es por lo que el sionismo se alimenta de la política exterior imperialista y colonialista del gobierno de Estados Unidos.

Yo condeno lo que Hamas le hizo al pueblo de Israel. Puedo explicar la acción de Hamas porque todo acto de colonialismo por parte de Israel es una declaración de guerra. Pero no se justifica el genocidio contra el pueblo israelita.

Pero también condeno el genocidio que Israel está llevando contra el pueblo de Palestina. Un mal no se resuelve con un mal. A mí me parece que este conflicto tiene solución en el contexto de la paz con justicia. Es posible la existencia de dos estados-naciones, Palestina e Israel, pero Israel debe devolver los territorios ocupados que le han sido robado a la nación Palestina. Esta ocupación es imperialista, expansionista y colonialista.    

Es por todo esto que, en este momento, la Corte Penal Internacional (CPI) ha abierto una investigación formal sobre presuntos crímenes de guerra en los territorios palestinos. Esta institución tiene la autoridad para procesar a personas acusadas de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Mientras tanto, tú y yo rompamos la neutralidad que se compromete con el genocidio del gobierno de Israel. Y entendamos de una vez y por todas que no existe un lugar neutral cuando se trata de opresión y explotación. Estemos al lado de la paz con justicia.

¿Como todo esto se relaciona a una fe sincera que actúa? En el contexto de trabajar en contra de las guerras, esta fe con acción la podemos ver en el Salmo 85:10 el cual nos dice: La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron. Si queremos ver el fruto de la justicia y la paz, tu y yo debemos trabajar la misericordia y la verdad. Es por esto por lo que sigo repitiendo como una plegaria las palabras del Papa Pablo VI en su mensaje para el Dia de la Paz en el 1972: “Si quieres la paz, trabaja por la justicia.” Esta es nuestra fe con acción.

IV-I Tesalonicenses: Practiquemos la humildad.

Esta narrativa bíblica de I Tesalonicenses es una llamado a que practiquemos la humildad para combatir la hipocresía. La humildad es una cualidad que implica el desapego a lo material y la ayuda al prójimo. Por esa razón, es una de las cualidades más valiosas que puede tener una persona, y una virtud muy importante a la hora de vivir en sociedad.


Una persona humilde es capaz de demostrar modestia y deja de lado el yo para preocuparse por los demás. Una persona humilde no es egoísta ni egocéntrica, no se centra en su propia persona y sus logros ni busca destacarse ante los demás. Ua persona humilde imita el comportamiento de Jesús.

V-Conclusión:

Por todo esto soy fiel creyente que la iglesia debería obtener su legitimidad y teología surgiendo de las comunidades oprimidas y excluidas. Y que la Biblia debe leerse y practicarse desde la perspectiva de esas hermanas y hermanos oprimidos y excluidos. De aquí el que nuestro discipulado debe de ser definido con la práctica de nuestra responsabilidad de producir liberación salvífica, en lo personal y colectivo.

Sin duda, la razón más importante por la que vivimos para Dios es nuestra creencia inquebrantable en la resurrección de Su Hijo, Jesucristo. Es a través de Su resurrección de la tumba que tenemos esperanza y la promesa de vida eterna con él. Por ahora estamos aquí en esta tierra para contemplarla, cambiarla en algo mejor y protegerla. Es así como responsablemente comenzamos a construir el cielo en la tierra.

Esta responsabilidad la hacemos real con nuestra fe en acción, la cual cree que la gente común y corriente sabe mejor lo que sus familias y comunidades necesitan y que sus voces deben estar en el centro de la vida política. Lo que nosotr@s tenemos que hacer es ofrecer herramientas de concientización para que aprendan a hacer lecturas de conciencia críticas y no buscar respuestas mágicas. Que puedan ver como las políticas neoliberales de nuestro sistema capitalista destruye el fundamento de nuestra fe. Por esto uno de nuestros principios básicos debe de ser el “nunca hacer por las demás personas lo que ellas pueden hacer por sí mismas”.

La gente común, si cuenta con la capacitación, la motivación y el apoyo adecuados, puede tomar medidas extraordinarias para mejorar la calidad de vida de sus comunidades. O sea, que, en vez de darle un pescado, vamos a darle el pescado y a ensenarles a pescar. No queremos ministerios asistencialistas, sino más bien de liberación. Es por esto por lo que esta fe en acción cree en el potencial de transformación (de las personas, las instituciones y de nuestra cultura en general) y el poder de las personas de fe para liderar esta transformación. Recuerden, para que nuestra fe sea sincera, debemos ponerla en acción. Y si no tenemos suficiente fe para poner todo esto en acción entonces digamos como aquel padre desesperado le dijo a Jesús: Creo, ayúdame porque tengo poca fe (Marcos 9:24).

Amen & Ashé.