Sermón completo:

Primer Domingo después de Epifanía: El Bautismo de Nuestro Señor

Génesis 1:1-5; Salmo 29; Hechos 19:1-7; Marcos 1:4-11

I-Introducción: En el contexto del Evangelio de Marcos 1:4-11, quiero reflexionar contigo sobre varias realidades de esta narrativa bíblica. Primeramente, que Dios sigue hablando en medio todo el ruido del mundo; También que tenemos que descubrir por qué habla, a quien habla, el cómo habla y sobre todo descubrir por qué es que no oigo o no quiero oír la voz de Dios.

La idea principal es que entendamos que Dios sigue hablando en un mundo lleno de ruido o de distracciones. Y esto lo podemos corroborar en su Palabra porque la misma fue escrita con una coma, no con un punto. Y esa Palabra la unimos a lo que está ocurriendo en nuestro diario vivir. También que tenemos que reconocer que la voz de Dios siempre ha sido un llamado a que practiquemos la fe con reflexión y acción, a sea, a la práctica de la justicia en todas sus dimensiones para que podamos escuchar el grito y clamor que viene de la marginalidad. Y esta práctica de la justicia incluye la oración, lectura de la Palabra, reunirnos en comunidad de adoración, mayordomía, y el destruir las estructuras del poder opresivo que impera en nuestras sociedades. Y esto porque encontramos o reencontramos a Dios cuando acompañamos y servimos con una de fe reflexión, participación y transformación. Esto con la intención de disolver el poder opresor.

Cada uno de los cuatro evangelios comienza la historia de Jesús de una manera diferente. Lucas y Mateo ofrecen relatos familiares, pero cada uno desde su propia perspectiva. Lucas nos habla de la anunciación a María, del nacimiento en Belén, de la visita de los pastores. Mateo nos habla del sueño de José, los regalos de los magos, la huida a Egipto. La perspectiva de Juan es diferente de ambas. Su visión excede los límites del espacio y el tiempo al anunciar que antes de que algo fuera creado, la Palabra de Dios ya existía. Luego nos vuelve a bajar a la tierra mientras hace el gran anuncio: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad.

Pero, ¿cómo comienza el evangelio restante, Marcos? No escuchamos nada sobre el nacimiento de Jesús o sus primeros años. No hay afirmaciones acerca de que el Verbo se hiciera carne. Marcos elige comenzar con el bautismo de Jesús a manos de Juan. Jesús sube al escenario del Evangelio de Marcos ya hecho un hombre.

Si una historia de Navidad es aquella que anuncia el nacimiento del nuevo plan de salvación de Dios, entonces el Evangelio de Marcos contiene una historia de Navidad. Esta historia de Navidad es el relato del bautismo de Jesús. Así como los otros evangelios revelan toda su trama a través de los regalos de los Magos, el Verbo hecho carne que habita entre nosotros, o el canto de los ángeles de la Navidad, así el evangelio de Marcos hace lo mismo.

II-No tengamos la menor duda de que Dios sigue hablando en medio de todo el ruido del mundo.  Pero en esta narrativa de Marcos es la voz de Dios la que más llama mi atención porque demuestra que Dios sigue hablando. Esto a pesar de que existen ruidos que buscan no permitir que escuchemos la voz de Dios. Por ejemplo, cuando predicamos un evangelio sin dimensiones espirituales, sociales, políticos, económicas o culturales esto pasa a ser un ruido que no deja escuchar la verdadera voz para el pueblo. Y a esto se suma el ruido de la teología de la abundancia; el ruido de un espiritualismo de la montaña desconectado del pueblo; el ruido de promover un más allá sin repercusiones en el más acá; el ruido del nacionalismo cristiano que pretende validar un modelo colonialista de la supremacía blanca; el ruido de una teología judeo-cristiana que quiere presentarnos al Israel sionista del presente como el Israel bíblico; el ruido de que Dios creó la pobreza para poner a prueba a su pueblo; y el ruido de una teología masoquista que quiere decirnos que a través del sufrimiento nos purificamos para encontrarnos con Dios.   Y podemos seguir porque hay mas ruidos.

Es importante que entendamos que Dios fue revelado en el pasado, pero también en el presente y será revelado en el futuro. En la Biblia, Dios era conocido a través de pactos con personas y naciones, a través de profetas y maestr@s, a través de conflictos y mandamientos, en visiones y cánticos, y a través de los seguidores de Jesús y la iglesia. Dios actuó profundamente en la vida y el ministerio, incluso en la muerte, de Cristo. En la Pascua, Dios declaró en la resurrección de Jesucristo: Nunca, nunca dejaré de hablar. ¡Aleluya!» A lo largo de la historia, en momentos de compasión, justicia y paz, en nuestra adoración, sacramentos, oración, búsqueda, acción y silencio, Dios continúa hablando.

​Para Marcos lo esencial, lo que es el Evangelio en una sola frase, es el mensaje que Jesús escucha cuando se sumerge bajo el agua del río en solidaridad con todo el género humano arruinado, y salta de nuevo del agua con una esperanza. ¿Recuerdas esas palabras? : “Tú eres mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Marcos 1:11).

He aquí el gran misterio de este día, que hace digno de fiesta el bautismo de Nuestro Señor. Jesús acepta el bautismo como un acto de solidaridad con todo el género humano. Su bautismo es una representación para que todo el mundo vea, allí a orillas del Jordán, lo que significa que el Verbo se hizo carne y habito entre nosotr@s. Por eso la historia del bautismo es también una historia de Navidad: se reduce al mismo resultado que lo que sucede en aquella noche silenciosa, noche santa. En una sola palabra, EMMANUEL.

Dios con nosotr@s, Dios por nosotr@sy Dios entre nosotr@s significa que está hablando para decirnos que la da la bienvenida a todas las personas sin importar edad, raza, género, origen nacional, credo, orientación sexual, discapacidad (lo cual en realidad es una diversidad funcional) o cualquier otra realidad. De eso se trata el bautismo cristiano y vivir la vida bautismal. Él se involucra en una vida de solidaridad con nosotr@s y nos pide que hagamos lo mismo en nuestro discipulado. Nuestro bautismo en Jesús significa que escuchamos la misma voz que él escucha.

II-Ahora bien, ¿por qué Dios sigue hablando? La persona que escribió el libro de Hebreos utiliza tanto el tiempo pasado como el presente para indicar la voz histórica y contemporánea de Dios. Él dice: Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas.Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo.(Hebreos 1:1-2).

Esto nos demuestra que Dios siempre busca una conexión personal con todas las personas. Dios quiere una comunicación para establecer una relación íntima con su creación y desea compañerismo y un diálogo honesto con las personas creyentes de hoy, tal como lo hizo con Abraham, Sara, Miriam, Moisés y l@s profetas. Así que nuestra prioridad debe ser conocerle y, una vez que lo hagamos, conocerle cada vez mejor. Nuestra conexión con Dios no puede ser una solo de solo los domingos. No es ofrecer una devoción a Dios, es vivir una vida devocional en todo lo que hacemos, pensamos y sentimos. Por esto conoceremos a nuestro Dios como madre y padre, más íntimamente, cuando aprendamos a escuchar.

III- Por otro lado, podemos preguntarnos; ¿a quién Dios habla hoy? Dios te está hablando a ti y me está hablando a mí. Las Escrituras son la forma definitiva en que Dios nos habla hoy y es por eso que el autor de Hebreos describe la Biblia como viva y activa (Hebreos 4:12). Las verdades reveladas en las Escrituras incluyen quién es Dios, cómo opera y quiénes somos nosotros en relación con Él. El mismo mensaje del proyecto del evangelio de liberación salvífica está dirigido a nosotr@s. Puede ser Diana o Toñín, o Efraín o Lourdes, o como sea que te llames, Dios te habla como le habla a Jesús, y dice lo mismo: “Tú eres mi hija o hijo amado, en quien tengo complacencia”.

Algunas personas dicen que el cristianismo es cuestión de creer. Hay verdad en eso. Algunas personas dicen que el cristianismo es una cuestión de hacer. Hay verdad en eso. Pero quiero añadir otra pieza, sin la cual todo lo demás seguramente se desmoronará. El cristianismo es una cuestión de creer, hacer y escuchar. Escuchando el mensaje del cielo. Escuchando lo que Jesús escuchó en su bautismo. Escuchar el mismo mensaje que nos habla día a día en las grietas y hendiduras de nuestra vida y que ahora nos dice: “Tú eres mi hija e hijo amado, en quien tengo complacencia”.

Ahora bien, esta escucha, lo que yo llamo escucha cristiana, escucha bautismal, no es tarea fácil. ¿Por qué? Porque hay otras voces que resuenan en el mundo y resuenan en nuestros corazones, voces que no dicen lo mismo de nosotros, que niegan de una manera u otra nuestra identidad como hijos de Dios. Estas son las voces de la tentación. Pueden parecer suaves, pueden parecer respetables y, a veces, nadie discute con ellas, pero son una mentira. El discipulado es más que una cuestión de creencia y práctica; es saber escuchar y qué voces son verdaderas.

IV- De esta manera, hay que preguntarnos; ¿cómo es que Dios habla?

Dios habla en medio del ruido, en el silencio, en la alegría. Pero Dios también habla en el llanto y sufrimiento del pueblo. No para que lo contemplemos o lo justifiquemos sino mas bien para que hagamos realidad lo que Salmo 30: 11-12 nos dice: Tú cambiaste mi tristeza y la convertiste en baile. Me quitaste la ropa de luto y me pusiste ropa de fiesta, para que te cante himnos y alabe tu poder.

Y Dios también habla a través de nuestro discipulado profético. Nos dio este discipulado profético para identificar problemas, denunciar problemas, cambiar problemas de dolor en alegrías. Esto exige la creación de un espacio espiritual-subversivo que tenga como propósito el producir una voz alterna del uso e interpretación de la Biblia dejando ver y sentir sus dimensiones espirituales, sociales, políticas, económicas y culturales.

En este asunto de Dios hablar a través de nuestro discipulado profético se debe hacer la realidad lo que el Libro de Proverbios 31:8-9 nos sigue diciendo: Abre la boca en favor de la persona muda, sostén la causa de todas las personas desamparadas. Abre la boca y juzga a las personas pobres y afligidas con verdadera justicia.

Pero, asimismo para poner en práctica todo esto de la voz de Dios no podemos pretender el ser personas neutrales por que ante la injusticia la neutralidad no existe. La neutralidad ante la injusticia es un punto de conveniencia para tratar de justificar el pecado de no hacer. Es aquí cuando peco no por comisión, sino más bien por omisión. Es necesario que entendamos que convertirnos en la voz de Dios demanda el que tomemos riesgos. Y tomar riesgos es parte de vivir por fe con acción, porque es lo que impacta a otras personas a llegar a la conversión para Cristo.

V- Ahora bien, ¿por qué no oigo la voz de Dios, o por qué no quiero oír la voz de Dios? ¿Te ha pasado alguna vez, que aun teniendo muy claro lo que tienes que hacer, cuando vas a dar el primer paso te paralizas sin atreverte a darlo? No se trata de que no seas capaz de tomar una decisión (de hecho, ya has averiguado y decidido lo que tienes que hacer) ni tampoco es el caso de que una vez tomada la decisión te surjan dudas de si es buena o mala opción. ¿Por qué no lo haces?Me atrevería a decir que no se trata tanto de razones sino de emociones, y en este caso una muy concreta: el miedo. ¡Sí! El miedo. Te quedas paralizado sin poder dar el paso, es como si una fuerza te empujara hacia atrás, incluso es posible que te surja la sensación de que delante de ti se abre un vacío. Hay una frase del gran Filosofo Confucio que dice “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces estás peor que antes”. Y qué gran verdad es esta, porque si bien es cierto que no saber qué es lo que se tiene que hacer crea incertidumbre y frustración, saberlo y no hacerlo implica quedarte en unespacio desagradable de transición, entre tu voluntad y tu objetivo. Que dice la Palabra de Dios en Mateo 11:12: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y las personas valientes lo arrebatan.

En resumidas, escuchar y/o hablar la Palabra de Dios en esta sociedad contemporánea requiere que destruyamos la teología del apendejamiento, que dejemos de ser indiferentes. Escuchemos y prediquemos la voz de Dios en este mundo lleno de ruido. Vamos a hacerlo con amor, compasión y respeto, pero vamos a hacerlo siendo perseverantes y consistentes. Otro mundo mejor es posible, vamos a construirlo hoy, para traer el cielo a la tierra.

Amén y Ashé.