Sermón completo:
Isaías 50:4-9a; Salmo: 31:9-16; Filipenses 2:5-11; Marcos 14:1-15:47
Este domingo 24 de marzo recordamos dos eventos significativos en la Iglesia. Por un lado, el Domingo de Ramos y por otro la manifestación de Monseñor Arnulfo Romero como San Romero de América. Quiero realizar esta reflexión recordándote el significado socio-teológico y espiritual de la entrada triunfal de Jesús y asimismo, el como un buen cristiano, San Romero, nos deja un ejemplo de validar esa entrada triunfal en estos tiempos. Y aunque no lo estaré incluyendo en esta reflexión, quiero también recordarles la Masacre de Ponce un violento capítulo en la historia de Puerto Rico que tuvo lugar el 21 de marzo de 1937, un Domingo de Ramos, cuando la policía colonial estadounidense abrió fuego sobre una manifestación civil pacífica organizada por el Partido Nacionalista de Puerto Rico en conmemoración de la abolición de la esclavitud y protestar también por la detención ilegal de Pedro Albizu Campos. Hubo 19 muertos (2 de ellos policías) y 235 heridos.
Domingo de Ramos: Hoy celebramos el Domingo de Ramos e iniciamos la Semana Santa. Domingo de Ramos, también llamado Domingo de Pasión, en la tradición cristiana, el primer día de la Semana Santa y el domingo anterior a la Pascua, conmemorando la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Se asocia en muchas iglesias con la bendición y procesión de palmas.
En el contexto del Evangelio de Marcos 14:1-15:47, estaréreflexionando sobre varias realidades del Domingo de Ramos. Por un lado, una multitud que le grita a Jesús Hosana y bendecido seas. Y esa misma multitud unos días luego grita: Crucifícale, mátalo. Es la penosa realidad de recordar que la misma boca que uso para alabar a Dios también la uso para maldecir a su creación. ¿Te ha pasado esto? A mi si, y como duele. Pero me duele más cuando soy yo quien hago este tipo de hipocresía.
Este tipo de bienvenida significa algunas cosas:
1) Que todos conocían a Cristo como el Mesías (ver Salmo 118:25-26)
2) Que reconocieron que Cristo es Rey (ver 2 Reyes 9:13)
3) Todos lo honraron como Rey y Mesías (ver Zacarías 9:9)
Ahora bien, ¿por qué debería ser importante para nosotros hoy?
La entrada triunfal de Cristo en Jerusalén marcó el comienzo de la última semana de Su ministerio terrenal. En unos pocos días sería traicionado, azotado, burlado y clavado en la cruz para morir, sólo para resucitar al tercer día después de su muerte.
Esto sucedió una y otra vez con Jesús. Tocó a los leprosos y curó a una mujer que tenía un flujo constante de sangre menstrual, ambos considerados impuros; perdonó a una mujer “que vivía una vida pecaminosa” y le dijo “vete en paz”, curó a un paralítico y a un ciego, personas consideradas inútiles y sin valor. Y mientras Jesús estaba siendo crucificado, le dijo al ladrón arrepentido en la cruz junto a él: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Jesús fue atacado repetidamente por andar con la gente equivocada y reclutar a sus discípulos de los niveles más bajos de la sociedad. ¿Qué pasó con este radicalismo de Jesucristo?
Para las personas cristianas, la encarnación es la historia de Dios, en la persona de Jesús, es su participación en el drama humano. Y en ese drama Jesús se sintió más atraído por las personas abandonadas y despreciadas, las marginadas, las que habían tropezado y caído. Era amado por estas personas porque le retornó la esperanza, incluso cuando fue atacado y finalmente asesinado por el Imperio Romano y sus servidores del liderato religioso. Fue una mezcla de política y religión sucia contra nuestro Salvador porque veían a Jesús como una grave amenaza a su dominio. ¿Es esto lo que estamos celebrando hoy?
Estos Ramos son símbolo de entrada triunfal ante situaciones catastróficas. Y así mismo, transformación liberación de situaciones opresoras. O sea, estos ramos son una señal de victoria, de si se puede. Estos ramos levantan nuestro optimismo y nos mueve hacia la destrucción de nuestro apendejamiento místico. Pero me gusta también realzar que la entrada triunfal de Jesús se logra porque Jesús venció tres tentaciones las cuales en nuestro discipulado radical y paradigma de Iglesia profética debemos vencer: hay que vencer la tentación del provecho propio, la tentación del prestigio, y la tentación del poder. Si perdemos este enfoque entonces estaremos dando ritos vacíos al pueblo con unos Ramos que no están conectados al proyecto de liberación salvífica del evangelio. Cuando estos ritos no liberan son solo ceremonias sin cristianismo.
¿Qué puede ser una entrada triunfal para el pueblo hoy en día?: La globalización implacable, la urbanización a menudo salvaje, prometían mucho. Así que muchos se han enamorado de las posibilidades de la globalización, y en ella hay algo realmente positivo. Pero muchos olvidan el lado oscuro: la confusión del sentido de la vida, la desintegración personal, la pérdida de la experiencia de pertenecer a un cualquier «nido», la violencia sutil pero implacable, la ruptura interior y las fracturas en las familias, la soledad y el abandono, las divisiones y la incapacidad de amar, de perdonar, de comprender, el veneno interior que hace de la vida un infierno, y la necesidad de ternura por sentirse tan inadecuad@s e infelices. Al celebrar la entrada de Jesús a Jerusalén, meditemos si nosotr@s en la iglesia, estamos entrando o estamos saliendo de la ciudad. ¿Quiénes pueden entrar en esta iglesia?
El ejemplo de vida de Jesús nos fue dado con el propósito de poder imitarle en un discipulado radical de entrada triunfal en este mundo. Un discipulado de acompañar y servir al pueblo y estar dispuest@s a morir por esa causa. Y nada mejor que recordemos hoy 24 de marzo el martirio y asesinato del Obispo Oscar Romero y su resurrección ese mismo día como San Romero de América. El 14 de octubre de 2018 fue canonizado por el papa Francisco en la plaza de San Pedro en Roma
¿Que nos enseña la vida de San Romero de América en el contexto del Domingo de Ramos?
Ahora bien, nos podemos preguntar, ¿qué motivó el asesinato de San Romero de La América? Esta radicalización de caminar, servir y sentir con su pueblo se hizo una realidad de bendición para el pueblo y a la misma vez un dolor de cabeza para los/as enemigos del pueblo. Sin embargo, a mi me parece que los ocho días antes de su asesinato pasan a ser el punto culminante de su ministerio profético. Durante estos días San Romero volvió a tomar posición al lado del pueblo salvadoreño que estaba siendo oprimido y excluido, condenando briosamente a la Junta Militar, al ejército y a la oligarquía salvadoreña de estar ligada a los intereses del gobierno de Estados Unidos. Al extremo de darle órdenes al ejército para que depusieran sus armas.
Ahora bien, ¿cuáles son entonces los aportes de la teología revolucionaria de San Romero de Las Américas? Por un lado, San Romero se atrevió a decir lo que la mayoría de los/as líderes religiosos o políticos no se atreven a decir: «Yo tengo que escuchar qué dice el Espíritu por medio de su pueblo y, entonces, sí, recibir del pueblo y analizarlo y junto con el pueblo hacerlo construcción de la Iglesia». O sea, el pueblo es por un lado el termómetro que nos dice la temperatura y por otro lado el termostato que va a regular esa temperatura.
Estar con el pueblo debe de dejar como resultado nuestra humanización. De aquí el que San Romero fundamentó su ministerio en el principio que «antes de ser un/a cristiano/a tenemos que ser muy humanos/as…» De hecho, nuestra espiritualidad –la cual se distingue por tener dimensiones sociales y políticas- se proyecta a través de nuestra humanidad. O sea, mientras más humanos somos, mayor nuestra espiritualidad. La humanidad de San Romero lo convirtió en un santo. No fue la manera de morir sino la manera en como vivió lo que le canonizó.
En esta teología revolucionaria San Romero dejó claro que «quien se preocupa de la persona que tiene hambre, que está desnuda, de la gente pobre, de las personas desaparecidas, de quienes están en prisiones, de toda esa carne que sufre, tiene cerca a Dios». Con esto por supuesto también estaba diciendo a la misma vez quienes eran las personas que con sus prácticas malignas estaban lejos de Dios. Por eso también nos dijo «que no hay pecado más diabólico que quitarle el pan al que tiene hambre». De aquí su invitación a desarrollar un ministerio en donde tomemos responsabilidad contra las injusticias de nuestra sociedad entendiendo que Dios no creó las mismas sino más bien la repartición desigual de la creación de nuestra Diosa en donde un poco gente acumuló un montón de riquezas y mucha gente no tiene nada. De frente a estas injusticias que hemos creado San Romero no alerta de no cometer el error de pedirle a Dios que nos resuelva los problemas terrenales que nos corresponden a nosotros/as eliminar. De lo contrario dice él, «eso es vagancia».
En esta teología revolucionaria se hace necesario el rescate de nuestras instituciones educativas, religiosas, políticas, culturales, etc., para que se conviertan en instrumentos de liberación. También se hace necesario el que podamos combatir la teología burguesa- entiéndase la manera de pensar, sentir y de hacer las cosas como el grupo que domina quiere- la cual tiene como intención de funcionar como instrumento de control que garantice la estabilidad y protección de los intereses de la clase y los grupos dominante. Esta teología burguesa opera en relación al enseñar, promover y perpetuar la ideología de quienes están en el poder. De aquí entonces el que el no pensar, no cuestionar, no disputar y no polemizar- sean algunas de las metas del pensamiento burgués. O sea, que es posible el que podamos educar para embrutecer lo cual es sinónimo de tiranizar, subyugar o aprisionar.
También en el rescate de nuestras instituciones con esta teología revolucionaria de San Romero debemos de entender que una Iglesia narcotizada del mismo modo persigue el atosigarnos para que no pensemos, y aún peor, no percibamos, la manera en que estamos siendo oprimidos/as, explotadas/os y excluidos/as. De aquí entonces la necesidad de que esa teología que San Romero nos enseñó siga siendo conspiradora. Por supuesto, no debemos olvidar que la misma requiere como antesala la capacidad de la conciencia auto-crítica. Que no se nos olvide, toda revolución- si es una verdadera revolución- comienza conmigo, porque yo solo puedo dar lo que tengo. Luego tú y yo nos enlazamos y ya somos dos que hemos salido en la búsqueda del efecto multiplicador.
La teología revolucionaria de San Romero también nos demuestra que necesitamos igualmente en nuestras instituciones una manera de concienciar que sea subversiva comenzando con la destrucción de la conciencia falsa que se sigue imponiendo como dispositivo de dominio. Con una teología crítica enseñar el cómo desaprender lo aprendido y de esta manera eliminamos todo el apendejamiento que nos destruye. O sea, tenemos la responsabilidad de despertar, organizar y movilizar hacia la transformación sociopolítica hasta ver y sentir el cielo en la tierra. De aquí la necesidad de identificar la manera en que producimos y reproducimos el conocimiento, o la manera de pensar, sentir y actuar de quienes ejercen el control.
San Romero de Las Américas en su legado también nos aclaró que «el proyecto de Dios no se contradice con los proyectos de la tierra. Sí se contradice con los pecados de los proyectos de la tierra. Pero por eso la Iglesia tiene que predicar el reino de Dios, para arrancar el pecado de todos los proyectos de la tierra y para animar la construcción de los proyectos en la medida del reino de Dios». O sea, que no es cierto que la polémica principal sea entre personas teístas y personas ateas. Yo sigo creyendo que la lucha principal está entre quienes practican la justicia o la injusticia. Este es el denominador común en donde nos encontramos quienes creen en Dios con palabras y acciones y quienes niegan a Dios con palabras y le practican con acciones.
Ahora bien, no podemos olvidar que la práctica de una teología revolucionaria como la que San Romero nos dejó tiene repercusiones muy serias. A la misma vez que libera también crea enemigos/as. Aquí es que se construyen los paralelos con el Jesús salvador y revolucionario que hizo su entrada triunfal un día como hoy Domingo de Ramos. De aquí el que quiero finalizar compartiendo con usted uno de esos consuelos reflexivos que San Romero solía compartir con el pueblo. El mismo debe de ayudarnos a llevar a cabo auto-críticas que dejen como resultado un mayor compromiso de acción en crear un mundo diferente, pero mejor. En sus propias palabras San Romero nos pregunta: «Hermanos/as, ¿quieren saber si su cristianismo es auténtico? Aquí está la piedra de toque: ¿Con quienes estás bien?, ¿quiénes te critican?, ¿Quiénes te halagan?