Sermón completo:
Proverbios 22:1-2, 8-9, 22-23; Salmo 125; Santiago 2:1-10, 14-17; Marcos 7:24-37; 8 de septiembre de 2024
Debemos abrir nuestros oídos para oír el mensaje del evangelio
¿Alguna vez has notado que Jesús a menudo hace cosas que no esperamos que haga? Tomemos como ejemplo las historias que leemos en Marcos 7:24-37. Él hace dos cosas que no esperamos que haga. Primero, Jesús dio una respuesta inesperadamente grosera y abrupta a la petición de la mujer de que su hija fuera sanada.
A menudo se representa a Jesús como una persona gentil, amable y cariñosa, pero en este caso, dio una respuesta brusca. Sin embargo, la mujer hizo un movimiento audaz al acercarse a Jesús en primer lugar. En ese momento histórico del patriarcalismo en Palestina, sobre todo en el judaísmo, las mujeres no se acercaban atrevidamente a los hombres. Ella también fue audaz al seguir enfrentándose a él cuando él intentó despedirla porque era gentil, no judía.
Creo que tal vez Jesús quería animar a la mujer a seguir pidiéndole que expulsara a los demonios de su hija y ver su perseverancia. Esto debería recordarnos que Dios no siempre responde las oraciones de inmediato y, a veces, no responde las oraciones de la manera en que queremos que las responda. A veces ella dice: “sí”, a veces dice: “no”, a veces dice: “ahora no” y, a veces, dice: “no”.
Quienes practicaban el judaísmo, en su mayoría, odiaban a los gentiles y se referían a ellos y ellas como “perros”. En los hogares judíos de esa época, la gente comía con los dedos y luego se limpiaba las manos con un trozo de pan, que se daba a sus perros para que comieran. Como los perros eran impuros, los gentiles y los perros estaban al mismo nivel en la sociedad judía. Sin embargo, la mujer no se dio por vencida, y nosotr@s tampoco debemos hacerlo.
Cuando persistimos a pesar del trato duro y el ridículo, Jesús nos encontrará en el punto de necesidad y nos bendecirá abundantemente. De nuevo, probablemente, cuando Jesús fue brusco con la mujer, estaba poniendo a prueba su fe y es por esto por lo que Jesús y la vida pueden a veces ser maestros duros. Primero dan la prueba y luego enseñan la lección. Nuestra respuesta a sus pruebas influye en nuestro carácter, fe y futuro. A veces, la vida de fe no resulta como queremos. Cuando esto sucede, debemos seguir creyendo no solo porque queremos, sino porque debemos hacerlo.
Una interpretación alternativa de esta historia podría ser que reconocemos que Jesús fue demasiado lejos y le faltó el respeto a esta mujer. O sea, se le fue la mano Jesús. Yo diría que en su humanidad nada de lo humano le era ajeno a Jesús, por eso, podía cometer errores como tú y como yo. Los errores lo hacen más humano y corregirlos lo hace más espiritual. Qué bueno que rectificó su error con esta hermana y pudo recibirla.
Otra forma en que Jesús sorprendió a la gente fue sanando al hombre sordo que tenía un impedimento en el habla. Lo hizo de una manera muy personal: tocándolo. Se esperaba que el Mesías hiciera un milagro así, pero el hecho de que este milagro se hiciera para un gentil fue una completa sorpresa. Les dijo tanto al hombre como a la multitud que no le contaran a nadie lo que había sucedido (porque no era el momento de que su ministerio se extendiera a los gentiles), pero lo desobedecieron.
En la época de Jesús, se pensaba que la enfermedad era el resultado del pecado. Cuando Jesús tocó al hombre sordo, tocó a alguien a quien muchas personas consideraban un pecador a una persona que nadie quería y por eso lo excluyeron. Jesús recorrió un largo camino físico, religioso y social para llegar a este hombre, abrirle los oídos y liberar su lengua. Al sanar al hombre sordo y a la hija de la mujer, Jesús llegó a personas que estaban ansiosas por escucharlo.
Este es el Jesús que se identifica con las personas excluidas, marginadas y oprimidas y la iglesia debería de hacer lo mismo. Pero el problema es que con nuestros discipulados y nuestras maneras de construir iglesias hemos secuestrado y hemos privatizado a Jesús poniéndolo solo al servicio de la gente poderosa cuando Jesús le pertenece al pueblo.
Por otro lado, si queremos ver la presencia de Dios en acción, debemos observar el poder que hay detrás de un milagro, y ese poder es Dios. Todos los milagros son bendiciones de Dios. Si satisfacemos las necesidades de otras personas, podemos ser parte de los milagros de Dios en sus vidas. También necesitamos el toque de Jesús para poder entender. La iglesia a menudo experimenta las mismas fallas. Por ejemplo, muchos predicadores y predicadoras proclaman el Evangelio de la Prosperidad, un modelo del neoliberalismo, diciéndoles a las personas que todo lo que deben hacer para hacerse ric@s es creer, cuando en realidad necesitan decirles que tomen su cruz y sigan a Jesús.
La iglesia también tolera cualquier división dentro de su seno porque cruzar estas líneas divisorias hace que las personas se sientan incómodas. De aquí el que busque posiciones cómodas de una neutralidad que no existe. Jesús cruzó todo tipo de límites raciales, religiosos, de género y nos llama a cruzar esos mismos límites hoy. El compromiso de Jesús de entrar en territorio gentil muestra su compromiso con las personas que son diferentes, porque le aburre la uniformidad. Por esto nos llama a compartir ese mismo compromiso.
Con demasiada frecuencia, nuestra agenda de adoración se basa en “lo que obtenemos de ella”. En otras palabras, nos preocupa más que Dios nos sirva a nosotr@s que nosotr@s le sirvamos a Dios. Necesitamos recuperar nuestra capacidad de asombro, especialmente nuestra capacidad de asombrarnos por las cosas maravillosas que Jesús hace en nuestras vidas hoy. Los milagros de los que leemos en la Biblia parecen tan remotos para nosotr@s, pero Jesús aún obra milagros y cambia vidas. Necesitamos abrir nuestros ojos, oídos y corazones a las cosas maravillosas de Dios que están sucediendo a nuestro alrededor. Luego, necesitamos llevar un amigo o amiga a Jesús, ya sea en persona o en nuestras oraciones.
El sordo representa a tod@s y cada uno de nosotr@s, y el milagro de su sanación se aplica a todas las personas. Así como Jesús abrió los oídos del sordo para oír el sonido físico, abre nuestros oídos para oír el mensaje del evangelio. Debemos abrir nuestras vidas y escuchar atentamente lo que tienen que decirnos. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, debemos hablarla claramente a un mundo que ha hecho oídos sordos a su mensaje. Pero a la misma vez debemos de escuchar el llanto del pueblo.
En Proverbios 22
aprendemos que no hay recompensa en el cielo para aquell@s que trabajan para acumular riqueza en lugar de cuidar a la gente. Aprendemos que Dios creó todo y nos puso como administrador@s de la creación. Y es aquí en esta administración que creamos estructuras, sistemas y políticas para distribuir equivocadamente la creación de Dios, de modo que un@s poc@s tengan mucho y un@s much@s tengan poco. Dios no creó estas desigualdades. Esto es el resultado de las políticas neoliberales, la economía de mercado, o el evangelio de prosperidad, engendros del sistema capitalista. Y este es un pecado social que tenemos que erradicar ahora.
Santiago 2:1-17
invita a las personas creyentes a examinar sus relaciones entre sí, particularmente en lo que respecta a las líneas de clase, su comprensión del papel de la Torá en la vida cristiana y su voluntad de poner su fe en acción. Pero también nos desafía a considerar con qué acciones hacemos visible nuestra fe, a pensar en cómo ponemos en acción nuestras palabras fieles.
Mis hermanas y hermanos, les dije desde el principio que Jesús es una caja de sorpresas. Y él aprendió esto de Dios, quien le dio la inteligencia y la voluntad de reunir la creación. Y ahora Él está buscando personas para que sigamos sorprendiendo al mundo con un mensaje de liberación salvífica para traer el cielo a la tierra. Como Jesús seguiremos haciendo milagros para sanar los aspectos emocionales, sociales, económicos y religiosos de este mundo que no contribuyen a un mundo mejor. Echemos fuera estos demonios y abramos los oídos de los pueblos para que despierten y encuentren su liberación. ¿Quieres ser parte de esta sorpresiva fiesta espiritual? Jesús te espera. Amén y Ashé.