Sermón completo:
I-Introducción:
Hola y bendiciones, esta es una reflexión bíblica subversiva semanal del Padre Luis con la
teología pastoral del Moriviví en donde estamos cada día en la búsqueda del querer vivir con
dignidad y poder ser felices aquí y ahora. Este espacio es una invitación a que seamos como el
moriviví”, que en un momento determinado creemos que no hay salida y que todo se acabó y de
momento estamos de pie para seguir viviendo. Es un volver a vivir.
Gracias por ser parte de este encuentro.
II-La reflexión para esta semana es sobre
Título: Jesús exige un seguimiento llevado hasta las últimas consecuencias.
Lectura: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada?
No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por las gentes. «Ustedes son la luz
del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida. Tampoco se enciende
una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y así alumbra a todas las
personas que están en la casa. Mateo 6: 13-15.
Qué dicha la nuestra, la de ser considerad@s por Jesús sal de la tierra y luz del mundo. Pero a la
misma vez, cuánta responsabilidad deposita en nuestras vidas, porque Jesús no dice “deberían de
ser” o no nos pegunta si queremos ser. El radicalmente nos dice: ustedes son la sal y la luz. Lo
cual nos trae de vuelva al tema de esta reflexión: Jesús exige un seguimiento llevado hasta las
últimas consecuencias.
Recordemos que este asunto de ser «sal y luz» es parte de la serie Sermón de la Montaña. Y todos
los mensajes están centralizados en el cómo podemos ser mejores discípulas y discípulos que
tendrán la capacidad de construir nuevas personas y un mundo mejor. De aquí entonces el que
enfaticemos en las cualidades para ser sal y luz y como estas nos hacen mejores personas al
aceptar nuestra responsabilidad de ser seguidor@s de Jesús.
Veámoslo de esta manera. Las cualidades de ser sal son las de dar sabor o sazón a la comida y a
la misma vez tener la capacidad de preservarla para que no se pudra. Y por otro lado las de ser
luz son las de alumbrar el camino, exponer y guiar. Cuando vemos todo esto detenidamente nos
damos cuenta de que ambas son dos requisitos de un discipulado radical.
2
A mí me parece que la pregunta clave que Jesús se está haciendo en todo esto es: ¿Cómo pueden
las personas que me siguen tener un impacto en este mundo? Conocemos a Jesucristo.
Conocemos al Buen Pastor, y ¿qué dijo el Buen Pastor? En Juan 10:10, «Yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia». Ese proceso, hermanas y hermanos comienza
aquí y ahora. Este es el fundamento sobre el cual estoy construyendo esta reflexión de hoy; que
tengamos vida en abundancia. Pero no estoy hablando de vida después de la muerte, sino mas
bien, vida antes de la muerte.
Ponerle sal a la vida es darle sabor y promover el gusto por ella en un sentido constructivo. Y
esto lo hacemos no sólo cuando acogemos, sino también cuando comunicamos el mensaje de
Jesús -su Buena Noticia, que es lo que significa la palabra Evangelio-, como lo que
verdaderamente es: un mensaje alegre, gozoso y de vida en abundancia. En medio del pesimismo
de muchas personas ante los problemas de la existencia humana, estamos llamad@s a ofrecer un
sabor de esperanza y optimismo desde la fe en Dios, en nosotr@s mism@s y en el resto de la
humanidad.
Pero la sal no sólo da sabor. También evita que los alimentos se dañen. Por lo tanto, ser sal de la
tierra es asimismo luchar contra la podredumbre que estamos enfrentando en los campos
políticos, económicos, sociales y religiosos. Por ejemplo, la podredumbre de la brecha entre
personas ricas y pobres ha crecido hasta la obscenidad. Han creado maneras de hacerle creer a la
gente pobre que ell@s son la causa de la pobreza. Se han dado respuestas en donde se ha dicho
que Dios crea la pobreza para probar nuestra fidelidad. Y se suma a todo esto una mal llamada
teología de prosperidad en donde se nos dice que si estas bien con Dios él te da riquezas y si
estas mal te la quita.
Los valores del individualismo y competencia de nuestro sistema capitalista han robado la
esperanza al pueblo y hemos a través de una economía de mercado privatizado la felicidad. Y la
iglesia como institución ha pecado de predicar y promover una felicidad en el más allá sin
repercusiones en el más acá. Y definitivamente esto está mal. Es por todo esto que sigo creyendo
que la iglesia puede ser una institución, como las cárceles u hospitales psiquiátricos, en donde se
organiza y se controla las vidas de las personas con el pánico del infierno. Cuando debería de
liberar al pueblo con la promesa del “cielo” que comienza en la tierra. Pero las consecuencias de
la desigualdad van mucho más allá de la economía. Por eso nos enfrentamos también a los
pecados del racismo, sexismo, heterosexismo, etnocentrismo, etc.
Si le vamos a dar sabor y preservación con la sal a esta humanidad entonces hay que comenzar a
combatir los demonios que están pululando en nuestros medios en donde su misión es la de
desalentar, paralizar, y destruir el proyecto de Jesús de liberación salvífica. Es aquí en donde
nuestra sal y, asimismo nuestra luz, se convierten en una especie de exorcismo o despojo y
salimos a destruir estos males que aquejan al pueblo. Estoy definiendo demonios como cualquier
idea, sentimiento, acción o disparate teológico o político que trata de obstaculizar el mandato de
Jesús de las buenas nuevas. Recuerda que Efesios 6:12 no dice: Porque nuestra lucha no es
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este
mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.
3
El primero de estos demonios es el pesimismo, que no es otra cosa que la propensión a juzgar las
cosas por su aspecto más desfavorable o negativo. El segundo de estos demonios lo es el
derrotismo, ese que se caracteriza por crear personas que toman la actitud del fracaso antes de
empezar cualquier cosa, de tal forma que, colocadas en la posición de víctima, jamás podrá
hacerse responsable de todo lo que no se anima. El tercer demonio lo es el fatalismo, lo cual es
una especie de doctrina que cree en que los acontecimientos no se pueden evitar. El cuarto de
estos demonios lo es la resignación, lo cual es una especie de actitud de entreguismo en donde
aceptamos con paciencia y conformidad cualquier adversidad o cualquier estado o situación
perjudicial. Estos cuatro demonios buscan llevarnos a la creencia y acción de que lo que sucede
no lo cambia nadie y hay que aceptar, punto. Pero esto se hace trayendo otro demonio que
también pulula en nuestros medios y este es el de las respuestas mágicas. Lo cual consiste en
atribuir un efecto a un suceso determinado, sin existir una relación de causa-efecto comprobable
entre ellos. Esto sucede muchas veces con la superstición, la religión y diversas creencias
populares. Por ejemplo: así es que Dios quiere que las cosas sean; o Dios quiere que haya
pobreza; si naciste jorobado, jorobado te queda; árbol que nace torcido nunca su rama endereza;
y la mona, aunque la vistan de ceda mona se queda.
De aquí el que por otro lado, hay que encender la luz para que ilumine y nada más poderoso que
la educación como un faro de luz. O sea, hay que educar al pueblo. Y créame, Jesús tenía este
asunto muy claro y de aquí su metodología de las parábolas, la educación como práctica de
liberación. Paulo Freire en su libro Pedagogía de la Persona Oprimida nos explica que la
educación en nuestro sistema sociopolítico es una reproducción de los valores de la clase
dominante para convencer a las personas oprimidas de no contradecir el sistema. Es una
educación para que aceptemos y nos adaptemos a ese sistema. Y entonces aparece la iglesia
como institución con una teología que bendice estos principios de la opresión, diciéndonos que
Dios quiere que las cosas sean de esa manera. De nuevo, ahí tiene los desaciertos ideológicos del
nacionalismo cristiano y el de la teología de la abundancia.
Hay que entender que en el llamad@s a ser luz tenemos la responsabilidad de alumbrar el
camino del pueblo para que primero mantenga una relación saludable con Dios. Una relación de
hijas e hijos. Pero a la misma vez esa luz nos debe de ayudar a identificar y combatir la oscuridad
de toda la ignorancia que existe en nuestros medios. En palabras teológicas, esa luz debe de
ayudarnos a ver todo pecado de opresión, moviéndose hacia una actitud de liberación del aquí y
ahora. ¿Cómo es posible que le digamos al pueblo que no hay suficientes empleos, que no puede
haber salarios equitativos; que no puede haber hogares para todas las personas; que las personas
no tienen derecho a enfermarse o a educarse; que el comer no es un derecho sino más bien un
privilegio; porque Dios así lo quiere? Estas son mentiras del diablo. Nuestra luz debe de ser una
experiencia de liberación que comienza a descolonizar estas maneras de pensar y llevarnos a
entender que estos derechos humanos fueron arrebatos del pueblo porque hemos creado unos
sistemas sociopolíticos en donde unas pocas personas tienen de más y unas muchas personas
están mendigando sus derechos.
A través de la luz creamos conciencia crítica, despertamos a la realidad opresora y nos
movilizamos a la realización de un cambio que traiga el cielo a la tierra, aquí y ahora, no en el
más allá. Pero la iglesia como institución debe de dejarse de estar promoviendo un más allá sin
repercusiones en el más acá o el buscar respuestas mágicas. Poner a un pueblo a orar para que
4
Dios traiga más empleos, salarios justos, comida, etc. es una falta de respeto a Dios. Dios no creó
este desorden, fuimos nosotr@s. Por lo tanto, esa es nuestra responsabilidad. Por supuesto,
podemos orar para que Dios nos de sabiduría, atrevimiento y poder y de esa manera salimos a
combatir los demonios que nos destruyen.
En este asunto de ser sal y luz prácticamente Jesús está diciendo: “Aquellas personas que son mis
discípulas y discípulos necesitan conmover al mundo de una manera positiva, no solo por la
forma en que viven sus vidas, sino también en las palabras que dicen.
Conclusión: Hermanas y hermanos, Jesús lo tenía claro. Un mundo mejor es posible, pero
tenemos que crearlo. Hoy Jesús nos da una fórmula-invitación de un discipulado radical en
donde nos convertimos en sal y en luz de este mundo. Primero dándole sabor y preservación a mi
vida y luego alumbrando mi ser. Y entonces de ahí nos movemos al trabajo colectivo, el cual es
siempre la meta del proyecto de liberación salvífica de Jesús. Y entonces viene el reto mayor; el
cómo en este mundo yo comparto mi sal y mi luz. ¿Aceptas la invitación?
Nosotr@s, como personas cristianas, debemos tener un impacto en el mundo, en la sociedad, en
la cultura que nos rodea. Ese impacto será significativo, tan significativo como el impacto de esa
sal en evitar la podredura que se propaga a través de esa carne. Sabemos que el pecado tiene un
efecto de descomposición en la sociedad, ¿no es así? Tiene un efecto de descomposición en las
personas a nivel personal, interpersonal y colectiva. Nos pudre y, como la sociedad está formada
por personas, el pecado puede extenderse y puede pudrir a toda una sociedad. Las personas
cristianas debemos tener un impacto en detener este proceso de descomposición. Y decimos lo
mismo de ser luz radical. Nuestro mundo vive en una oscuridad creada social, económica,
cultural, política y religiosamente para que las personas no puedan ver las causas reales de la
putrefacción y comiencen a producir convicciones de imposibilidad y así producir respuestas
mágicas.
En otras palabras, Jesús exige un seguimiento llevado hasta las últimas consecuencias. Es perder
la vida para encontrarla. (Mateo 10:37-42). Recuerden, en este discipulado de ser sal y ser luz
Jesús exige un seguimiento llevado hasta las últimas consecuencias. En suma, Jesús es
exigente, pero, al mismo tiempo, es tremendamente generoso.
La realidad es que cuando no aceptamos el reto de ser sal y luz para esparcir las buenas nuevas
de liberación somos parte de quienes a través de una neutralidad comprometida con la opresión
han traicionado el proyecto de Jesús. Hay que salirnos de la zona de confort en la que estamos
viviendo y como Jesús tomar riesgos por una causa justa. Definitivamente Jesús no está dando un
llamado a movilizarnos con las buenas nuevas.
Esta es una reflexión desde la Esquina Roja del Padre Luis. Amen & Ashé.
26 de febrero de 2023