Sermón completo:

Quinto Domingo después de Pentecostés-Propio 7; 23 de junio 2024

1 Samuel 17:32-49;Salmo 9:9-20; 2 Corintios 6:1-13; Marcos 4:35-41

Tres realidades desde el comienzo de esta reflexión de Marcos 4:35-41 quiero dejar claras. La primera es que esta no es sólo una historia sobre el tiempo y un viaje en barco. Es una historia sobre la vida. Es una historia sobre la fe. Es una historia sobre el miedo. La segunda es que como seres humanos siempre vamos a enfrentar tormentas en nuestras vidas. Y por tormenta me refiero a tiempo difíciles, que nos roban la esperanza y nos hacen pensar que todo este perdido y no hay salida. Y estas tormentas fueron creadas por mi o por otra personas o instituciones. Y la tercera es que Jesús siempre está en el barco contigo cuando la tormenta llega. Y su presencia es la de empoderar, iluminar, inspirar, motivar, para que tu y yo encontremos soluciones realistas y combatir las tormentas.

Martín Lutero, el gran reformador de la iglesia, comenzó señalando que “la primera lección de este Evangelio es que, si quieres ser una persona cristiana y tener el evangelio, debes anticipar el mal tiempo, porque es inevitable”. Cuan cierto. Estas tormentas son inevitables. Incluso las personas cristianas fieles no son inmunes a ellas.

Las tormentas de todo tipo son inevitables. Entonces, si hoy te enfrentas a una tormenta, debes saber que no estás solo o sola. Todas las personas debemos enfrentar condiciones climáticas adversas en nuestras vidas. La vida es difícil. Hay muchas tormentas en la vida. La realidad es que algunas tormentas son culpa nuestra. La mayoría no lo es. Pero debemos anticiparnos al mal tiempo porque la vida es difícil y las tormentas son inevitables. Por supuesto, en ambas Jesús siempre está conmigo en el barco, pero responde de diferentes maneras. Aquí no hay respuestas mágicas.

Qué detalle tan interesante nos da Marcos cuando narra la historia de Jesús calmando la tormenta. Dice que las y los discípulos “lo llevaron [a Jesús] con ell@s en la barca, tal como estaba”. Tal como estaba…Los discípulos y discípulas aceptaron a Jesús tal como estaba. Lo cual, aparentemente, era un hombre cansado porque lo siguiente que sabemos es que Jesús está dormido sobre un cojín en la parte trasera del barco, incluso cuando se levanta una tormenta en el Mar de Galilea. Duerme a pesar de que el barco empieza a llenarse de agua porque el viento arrastra las olas por los costados.

Entonces l@s discípul@s despiertan a Jesús. Me parece que no anticipan que él podrá simplemente hablar y aliviarlos de su peligro; de lo contrario, el hecho de que lo haga no sería tan aterrador como lo es. De hecho, me pregunto si lo despiertan porque dormir mientras uno tiene sus problemas es a menudo lo que uno hace si no está lo suficientemente preocupad@ por lo que está pasando. Creo que l@s discípul@s tienen pánico y miedo y creen que sus vidas, incluido Jesús, están en peligro.

Pero creo que hay una tormenta que es la más difícil de todas. Al fin y al cabo, en realidad sólo hay un tipo de tormenta que es realmente es aterradora. Y se puede resumir en la pregunta de los discípulos a Jesús, cuando lo despertaron mientras la tormenta azotaba a su alrededor. Su pregunta es esta: «Maestro, ¿no te importa que estemos pereciendo?» Claro que a Jesús le importa lo que te esta sucediendo, pero su respuesta no es para producir una actitud de parasitismo o dependencia. Definitivamente el espera que nosotr@s encontremos maneras de resolver las tormentas que nos han dado o que hemos creado.  

Pero para enfrentar las tormentas lo primero que debemos tener muy bien cimentado es el fundamento de la fe. Es creer que el cambio es posible, o sea, que podemos detener la tormenta.  Y es que vivir sin fe sólo funciona bien cuando los mares de la vida están en calma. Oiga como dice el Salmo 122:2: Mi socorro viene de Dios, que hizo los cielos y la tierra. Cualquiera de nosotr@s puede vivir perfectamente en soledad cuando la vida transcurre sin problemas. Cuando vives en seguridad, ejerces tu libertad, estás libre de peligros y no tienes necesidades, entonces puedes pensar que con libre albedrío puedes hacer cualquier cosa. Pero en tiempos de necesidad… ¿dónde está entonces tu libre albedrío? Está perdid@ y te falla cuando llega la tormenta.

La falta de fe es una desesperanza. La desesperanza es un veneno que apaga ilusiones, motivaciones y energías poco a poco. Es la costra de la decepción permanente y esa espina que nos hace respirar a través de la amargura hasta sumirnos en una trampa psicológica muy peligrosa. Porque a la larga, estos estados nos vuelven muy vulnerables a la depresión y otros trastornos con un alto costo emocional. Es aquí en donde se produce la parálisis socio-espiritual y tiramos la toalla pensando que lo que estamos enfrentando no lo arregla nadie. Y esta es la entrada del derrotismo. O el momento para buscar respuestas mágicas creyendo que Dios es una muchachita de mandados que tiene que resolverme mis tormentas y esto no funciona de esta manera. Dios te da el poder, la sabiduría el coraje para que tu detengas las tormentas. Oiga como nos dice en Isaías 41:10:  No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Recuerda, Jesús siempre está en el barco para darte la mano.

Quiero preguntar: ¿Por qué tenemos un mundo como este? ¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué tanto conflicto? ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué tantas tormentas? Definitivamente Dios no es responsable. Este es un mundo enfermo de injusticia social. Si nos damos cuenta vivimos en un mundo que ha cerrado sus oídos a la palabra de Dios y se deleita en la maldad provocando mucho sufrimiento y donde el mal corazón del ser humano es la causa raíz de todo. El pecado social reside dentro de un grupo o una comunidad de personas. Existe dentro de cualquier estructura de la sociedad, incluyendo la iglesia, que oprima a l@s seres humanos, viole la dignidad humana, sofoque la libertad y/o imponga una gran inequidad.

Pero se nos ha dado la responsabilidad de eliminar estas tormentas que afectan a la humanidad. De aquí el que una de las preguntas más importantes que debes hacerte en la vida es: ¿Cómo me llama Dios a impactar este mundo?

Se le atribuye al hermano y compañero Mahatma Gandhi las siguientes expresiones las cuales validó con sus acciones: Sé el cambio que deseas ver en el mundo. Sé el cambio que quieres que suceda. Debemos ser el cambio que deseamos ver en el mundo. Soy fiel creyente que la propuesta de liberación salvífica de Jesús tiene el poder de transformar completamente tanto a personas como a comunidades. Pero tu y yo somos los actores y actoras de esos cambios, no las marionetas. En otras palabras, jugamos un papel importantísimo en calmar las tormentas del diario vivir. Óigalo en Santiago 1:18; En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas.

Recuerden, no estamos solas o solos, Jesús está en el barco. Pero asimismo recordemos que no estamos buscándole para que venga a resolver los problemas o quitar las tormentas del diario vivir. La presencia de Jesús en el barco o en medio de la tormenta es una vivencia porque siempre ha estado presente en la historia. Y de aquí nuestra fe como un estilo de vida ante estas tormentas diciéndonos constantemente un sí se puede. Dejemos de contemplar este mundo con sus tormentas y salgamos a contemplar y cambiar esas tormentas en experiencias de liberación.  Jesús está en el barco con contigo y conmigo. Amen y Ashé.