Sermón completo:

Hechos 10:34-43; Salmo 118:1-2, 14-24; 1 Corintios 15:1-11; Marcos 16:1-8

Muy buenos días. Permítanme comenzar por compartir tres maneras de explicar la resurrección de Jesús. Una es que cuando bajaron de la cruz el cuerpo todavía estaba vivo y lo llevaron a vivir a Egipto. Otra es que los discípulos se robaron el cuerpo. Y la otra es que Jesús se levantó de la muerte. En etas tres versiones el mensaje es el mismo: Jesús vive, y la lucha sigue. Yo sigo creyendo que no hay muerte sin resurrección. Durante esta Semana Santa estuve reflexionando sobre la realidad de que la resurrección requiere tomar riesgos por la causa de Jesús. Hoy quiero continuar reflexionando contigo sobre la resurrección que vence obstáculos

Jesús vive y la lucha sigue significa por lo menos dos realidades de continuidad de su propuesta. Por un lado, Jesús sigue ofreciendo liberación salvífica que incluye la salvación. Esta salvación implica reconciliación con Dios, perdón de pecados, vida eterna y una relación transformada con Él. Jesús dijo en Juan 14:6: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí». Pero, además significa que la posibilidad de la liberación social, económica, política, cultural y espiritual sigue con validez. Para ocultar todo esto fue necesario que quienes se sentían amenazados con su ministerio ocultaran su resurrección.  De nuevo, si es que está vivo entonces, Jesús vive y la lucha sigue.

En la oscuridad del tercer día después de la ejecución de su rabino, tres mujeres revisan por última vez para asegurarse de que tienen todo lo que necesitan. Seguidoras de Jesús en su vida, quieren ser fieles a su maestro en la muerte. A Jesús le habían privado de un entierro judío apropiado ya que su muerte llegó justo al borde del día de reposo. Las mujeres tienen la intención de hacer de esto una cosa correcta en un espacio alejado irremediablemente de Dios. Los Doce se están escondiendo en una habitación cerrada con otr@s discípul@s por temor a que sean descubiertos como seguidor@s de Jesús. Mientras tanto, estas mujeres se preparan para estar en la tumba al amanecer.

En términos puramente humanos, la historia del supuesto Mesías de Nazaret en Galilea ha llegado a un final brutal. Para el gobierno colonial romano, Jesús es una estadística más, y otro revolucionario judío crucificado en los continuos esfuerzos de Roma por preservar la relación colonial en Palestina. El cabecilla, Jesús, ha sido pública y cruelmente asesinado. Sus discípulos han desaparecido por temor a un destino similar. Para los guardianes del estatus quo, este ha sido un exitoso festival de Pascua. El movimiento de Jesús está enterrado con su líder.

Las mujeres llegan a la tumba y se avecina un gran obstáculo insalvable entre ellas y su tarea. Las mujeres pensaban que no tenían la fuerza para mover la gran piedra que bloquea la entrada a la tumba. Mientras caminan hacia el jardín, se preguntan: «¿Quién nos moverá la piedra de la entrada de la tumba?»

Nuestra lectura del Evangelio de esta mañana nos dice que las mujeres levantaron la vista. El texto original en griego [anablepo] para esto también puede significar que las mujeres volvieron a mirar. Las mujeres llegan a la tumba y, como esperaban, ahí estaba la piedra en la entrada de la tumba. Ellas no tienen la oportunidad de poder acercarse a Jesús porque hay un obstáculo. Luego vuelven a mirar, o tal vez hacen una doble mirada, y se dan cuenta de que la piedra ha sido removida.

En el Evangelio de Marcos, se nos demuestra que la fe nos da la capacidad de ver el mundo tal como Dios lo ve. Ganamos visión bifocal. Cuando miramos con los ojos del mundo, vemos los obstáculos y los problemas. La piedra bloquea nuestro camino y es demasiado grande para que podamos movernos. Cuando miramos con los ojos de la fe, se enfoca una imagen diferente. Dios ya ha eliminado los obstáculos que no podíamos eliminar por nuestro propio poder.

Esto se ve más claramente en la historia de Pascua. Las tres mujeres están bloqueadas por un obstáculo, que no tenían ninguna posibilidad de eliminar por sí mismas. Se preguntan unas a otras: «¿Quién moverá la piedra?» Sin embargo, cuando vuelven a mirar a través de los ojos de la fe, ven que la piedra ya ha sido removida. El griego aquí está en tiempo perfecto. La piedra que bloquea su camino ya se ha ido hace mucho tiempo cuando hacen la doble mirada de Pascua y ven el mundo como Dios lo ve.

En este día de resurrección, ¿cuáles son las piedras que deben eliminarse en tu vida? ¿Es tu obstáculo uno en donde no puedes establecer relaciones saludables? ¿O está tu camino bloqueado por una adicción a drogas y siente que no tienes el poder de liberarte? Tod@s nosotr@s podemos encontrar nuestro camino bloqueado por obstáculos demasiado grandes para moverse. La historia de la resurrección nos dice que Dios ofrece la máximo poder para eliminar los obstáculos en tu camino.

Si confías en tu propio poder, tus propias habilidades, tu propia sabiduría, la piedra en tu camino será más de lo que puedas enfrentar. Pero, cuando tienes el coraje de admitir que no tienes el poder para eliminar el obstáculo, puedes pasar el problema a Dios. Luego, con los ojos de la fe, puedes llegar a tiempo para ver que el obstáculo insuperable ha sido quitado.

Pero lo más destacable de esta ocasión fue el mensaje. El mensaje fue, como nos dice Marcos; el mensaje de la resurrección de Jesús. ¿Cuál era el mensaje radical de esta resurrección que intimidó al imperio romano y liderato religioso?  Por un lado, la promesa de Juan 3:16:  Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. O sea, salvación para todas las personas. Y por otro lado, el temor de quienes ejercían la opresión contra el pueblo cuando se daban cuenta de que había una esperanza para el derrocamiento del gobierno romano. Había un mensaje en esta resurrección de que algunos de los males sociales de la época podían ser eliminados. Entre estas la práctica generalizada de la esclavitud en todo el imperio. Recordemos que la mitad del imperio romano en ese momento eran personas esclavas. La resurrección de Jesús también enviaba un mensaje de un proceso contra las cargas de impuestos excesivos que los romanos habían impuesto al pueblo de Palestina. El mensaje que era tan amenazador que las autoridades lo consideraron demasiado radical para tolerarlo no era más que la proclamación de Jesús y la resurrección de entre los muertos. La resurrección de Jesús significa entonces un seguimiento a la igualdad de género, rechazando el sistema patriarcal del judaísmo, que Jesús demostró cuando reclutó a mujeres como María Magdalena, la Apóstola de los Apóstoles, a su movimiento. La resurrección de Jesús era una amenaza al imperio de roma y la clase religiosa porque es una especie de seguimiento para dar buenas noticias a las personas pobres, para consolar a las personas afligidas, y para anunciarles a las personas prisioneras que pronto van a quedar en libertad. Y es un llamado a preocuparnos por quienes tienen hambre no para que les contemplemos con pena, sino más bien para ofrecerle la entrada triunfal de su liberación. Por esto el imperio de Roma y el liderato religioso temblaron con el anuncio de la resurrección de Jesús porque el mensaje fue claro: Jesús vive y la lucha sigue.

Sin embargo, ese no es el final de la lectura del Evangelio. Se nos dice que María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé huyeron de la tumba, se apoderaron del terror y de la admiración. En lugar de difundir la alegría de la resurrección, se nos dice: «No dijeron nada a nadie, porque tenían miedo».

Es allí donde termina la lectura. El Evangelio de Marcos ofrece el desafío de una historia circular. El Evangelio comienza con Jesús en Galilea desafiando a la gente a venir y seguirlo; al final de la historia, Jesús una vez más se adelantó a Galilea ofreciendo un discipulado a cualquiera que venga y lo siga. ¿Qué pasa contigo? ¿Tendrías el coraje de abandonar la tumba vacía y regresar a Galilea para asumir la tarea de ser un o una discípula de Jesús ahora que conoces el camino?

Incluso con el triunfo de la resurrección, podemos retroceder con temor ahora que sabemos el costo del discipulado. El Evangelio ofrece un doble desafío en esta resurrección. El primero es mirar los obstáculos muy reales en tu vida con los ojos de la fe. Las cosas que piensas que no puedes cambiar no son obstáculos para Dios. A través de la gracia, puedes ver que Dios ya ha eliminado los problemas que te aquejan, si solo tienes la fe para seguir adelante.

Pero el segundo punto del desafío del Evangelio llega cuando avanzas. Del mismo modo que las mujeres descubrieron que la piedra rodó solo para quedarse mudas de terror y respeto ante la noticia de la resurrección de Jesús, también nosotr@s podemos perder nuestro enfoque y dejar de ver el mundo tal como Dios lo ve. El segundo desafío es el más difícil. Una vez que haya visto que Dios puede eliminar los obstáculos que te bloquean el camino, entonces debe seguir hacia donde conduce Jesús; el discipulado que nos lleva a la cruz y a la tumba?

Las tres mujeres esa mañana se liberaron del miedo. Sabemos que todos estaban activos en la iglesia cristiana más antigua. Encontraron el coraje de seguir a Jesús incluso después de haber aprendido el costo que podrían tener que pagar algún día por su fe en él. Jesús eliminará los obstáculos de tu camino si deja de tratar de eliminarlos por tu propio poder. Entonces él te dará la gracia de continuar el viaje. El camino está abierto para cada un@ de nosotr@s. Jesús todavía está afuera diciendo: «Sígueme» a l@s que escuchan. Solo necesitamos responder por fe y decir sí a la invitación.

Jesús no era un conejito, ni mucho menos un huevo. Jesús vive y la lucha sigue. Tenemos un llamado para que contemplemos y actuemos

Jesús vive y la lucha sigue, amen y ashé.