Sermón completo:

Noveno Domingo después de Pentecostés; Propio 12; 30 de julio de 2023

Génesis 29:15-28; Salmo 105:1-11, 45b; Romanos 8:26-39; Mateo 13:31-33, 44-52

I-Introducción: Hoy voy a argumentar que el ministerio de la Iglesia necesita reflejar más lo que las Escrituras describen como las características del Cuerpo de Cristo. En el Evangelio de hoy Jesús refleja su preocupación y nos desafía a ser seguidor@s radicales y a la Iglesia a ser una comunidad profética, aquí y ahora. De alguna manera, la Iglesia, y eso nos incluye a nosotr@s, ha sido domesticada para acomodarnos a las demandas del mundo existente en lugar de las que Jesús nos exige. En otras palabras, el reto para hoy con este Evangelio es que hagamos exactamente lo que dice la Biblia. Hay que dejar de jugar el juego de solo sentirnos bien con nosotr@s mism@s y con l@s demás, porque esta acción va en contra de lo que Jesús nos pide.

Jesús tocó a las personas leprosas y sanó a una mujer que tenía un flujo menstrual constante, ambos considerados impuros; perdonó a una mujer “que llevaba una vida pecaminosa” y le dijo “vete en paz”, sanó a un paralítico y a un ciego, personas que pensaban que no valían nada y que no servían para nada. Y mientras Jesús estaba siendo crucificado, le dijo al ladrón penitente en la cruz junto a él: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Jesús fue atacado repetidamente por juntarse supuestamente con la gente equivocada y reclutó a sus discípul@s de los niveles más bajos de la sociedad. Y la parábola de Jesús del buen samaritano, una historia sobre un hombre que ayuda a un viajero herido en el camino a Jericó hizo que el héroe de la historia no fuera un sacerdote influyente, ni una persona de rango social o privilegio, sino un extranjero odiado por la comunidad.

Para las personas cristianas, la encarnación es una historia de Dios, en la persona de Jesús, participando en el drama humano. Y en ese drama, Jesús se sintió más atraído por las personas desamparadas y despreciadas, las marginadas, las que habían tropezado y caído. Fue amado por ellas, incluso cuando fue atacado y finalmente asesinado por quienes tenían el poder político y religioso, quienes vieron a Jesús como una grave amenaza para su dominio. Me parece a mi que este es el modelo de cristianismo, el modelo de Iglesia que debemos construir y no permitir que nos sigan domesticando.

II-Mateo 13:31-33, 44-52: La pandemia del COVID-19 nos ha mostrado cómo algo tan pequeño que es invisible a los ojos puede crecer rápida y exponencialmente hasta convertirse en una fuerza destructiva que consume toda nuestra atención y recursos, como individuos, comunidades, naciones y como un mundo. El pasaje de nuestro Evangelio para esta lección de hoy ofrece una contraimagen a esta fuerza destructiva. Las parábolas describen cómo el reino-comunidad de los cielos surge de algo casi invisible a los ojos y crece exponencialmente, ofreciéndonos sustento, un tesoro digno de toda nuestra atención y recursos.

El concepto radical en esta parábola es la idea de que el mundo de Dios es diferente de muchos aspectos del mundo en el que vivimos. Pero que quede claro, no es una invitación a que nos apartemos del mundo sino más bien a que cambiemos el mundo trayendo el cielo a la tierra. Es crear una comunidad inclusiva, misericordiosa e igualitaria basada en el servicio práctico, misericordioso y amoroso a los demás. La parábola muestra que las cosas grandes vienen en paquetes pequeños. El Reino-Comunidad viene a nosotr@s de maneras pequeñas, como a través de la gente común que conocemos en nuestro camino cristiano de fe. Siempre que servimos a las personas pobres, a las ancianas o

a las enfermas, porque estamos sirviendo a Dios y a su Reino-Comunidad. Jesús tenía la intención de usar esta parábola para animar a l@s primer@s discípul@s cuando enfrentaban oportunidades abrumadoras, y esta parábola continúa animando a sus discípul@s de hoy.

El Reino-Comunidad también viene en formas invisibles e inesperadas, como se describe en la parábola de la levadura. La mujer de la parábola escondió la levadura en buena harina. Esto sonaba impuro para la gente de la época de Jesús debido a las actitudes prevalecientes con respecto a la limpieza y las mujeres, pero el punto de esta parábola es que el Reino-Comunidad de Dios se afianza de maneras ocultas e inesperadas.

Las parábolas del tesoro y la perla nos muestran cuáles deben ser nuestros compromisos y dónde deben estar. ¿Se estaba comportando el buscador de tesoros de una manera poco ética? Tal vez sí, tal vez no, pero ese no es el punto. El punto es que tanto el tesoro como la perla no pueden mantenerse en secreto. El Reino-Comunidad de Dios tampoco puede mantenerse en secreto.

El Reino-Comunidad comienza siendo pequeño y crece hasta convertirse en la Buena Nueva, un tesoro por el que vale la pena renunciar a todo lo demás. ¿Por qué es eso? Es porque nuestra vieja forma se basa en un Dios falso al que le gusta castigar a la gente, un Dios falso que justifica la forma en que nos castigamos un@s a otr@s. Un Dios falso que crea pobreza. En Jesús nos encontramos con un Dios de perdón y gracia, amor y justicia. Lo encontramos en nuestra vida diaria cuando nos acoge en la acción del perdón y la gracia, en la acción de la paz con justicia para este mundo.

La parábola de la red de los peces significa que el reino-comunidad de Dios está disponible para todas las personas. Dije todas. Atrapa el bien y el mal, y nuestro trabajo como cristianos es tirar de esa red a través del agua de nuestras comunidades y agarrar todo lo que podamos. Este es el camino de Dios.

El mensaje de esta porción del Evangelio de Mateo es que el Reino-Comunidad de Dios se ha acercado. El reino-comunidad está presente cuando se siente la soberanía, las acciones y la presencia de Dios. Es el lugar y el momento en que se hace la voluntad de Dios. Hay que buscar maneras de despertar a la Iglesia para que no siga siendo irrelevante a las luchas del pueblo y aprenda a caminar y a servir a ese pueblo.

Si nosotr@s, como Iglesia, queremos convertirnos en una comunidad de Dios inclusiva, misericordiosa e igualitaria, debemos tomar una decisión radical entre si queremos tener un cristianismo convencional o de fe bíblica. Dios tiene cosas que decir acerca de cómo debemos conducirnos económica y socialmente, cuál debe ser la calidad y el carácter de nuestras relaciones, cómo debemos cuidar la tierra, qué debemos hacer con nuestras primicias y nuestro aumento, qué debemos hacer con respecto a las personas pobres, cómo debemos promulgar la justicia y la rectitud. Hay cosas prácticas que Dios nos ha dado en Su Palabra, y a falta de eso, hemos planificado economías y élites sociales al punto que la gente ha excedido la intención de Dios de un mínimo de gobierno requerido para establecer el orden. Es por esto que soy fiel creyente que esta iglesia debe de ser anticapitalista.

Por lo tanto, la Iglesia necesita reprender la deshonestidad, la injusticia, la violencia y el egoísmo en la administración pública del desorden social. La Iglesia necesita decirle a la gente en las instituciones cómo seguir el camino de la justicia, el amor y la paz. Es a falta de un desafío de esta magnitud que la Iglesia se encuentra ahora dormida, domesticada.

IV- Génesis 29:15-28: ¿Qué vamos a hacer con esta historia de engaño, engaño y astucia? Dios no se da por vencido con nosotros. Ningún personaje aquí debe ser imitado; la Biblia nunca dice «sé como Jacob» o «toma a Labán como tu modelo de vida». En cambio, lo que la Biblia implica es cómo el gran Dios va a sacar algo de estos sinvergüenzas. Y sigue, cómo Dios va a hacer algo de nosotros. Con alegría y diversión, parece que especialmente Dios debe tener sentido del humor, y ¿no es eso algo muy bueno, dados los tontos como nosotros que Dios continúa presenciando y eligiendo a lo largo de los siglos?

V- Romanos 8:26-39: Este es un poderoso recordatorio de la profundidad y amplitud del amor de Dios por nosotros, y nos anima a confiar en él sin importar los desafíos que podamos enfrentar. Dios ha asegurado nuestro futuro.

VI-Conclusión: La Iglesia ya no puede ser domesticada. Ella necesita tomar una acción radical para acompañar y servir a la gente como lo hizo Jesús. Estamos en el camino de construir el Reino-Comunidad de Dios aquí en la tierra ahora. Amén y Ashé.