Sermón completo:
Hola y bendiciones, esta es una reflexión bíblica subversiva semanal del Padre Luis con la teología pastoral del Moriviví en donde estamos cada día en la búsqueda del querer vivir con dignidad y poder ser felices aquí y ahora. Este espacio es una invitación a que seamos como el moriviví”, que en un momento determinado creemos que no hay salida y que todo se acabó y de momento estamos de pie para seguir viviendo. Es un volver a vivir.
Gracias por ser parte de este encuentro.
II-La reflexión para esta semana es sobre el cómo;
Título: La peor ceguera es no querer ver.
Lectura: Jesús les contestó: —Si ustedes fueran personas ciegas, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables. Juan 9:41.
La curación del hombre ciego de nacimiento es uno de los milagros más poderosos de Jesucristo, no solo por cómo se le devolvió la vista, sino también por cómo afectó la vida del ciego y de las personas que lo rodeaban.
¿Qué podemos aprender de esta experiencia de este hombre ciego? Muchas lecciones, pero quiero enfatizar en esta reflexión en dos de ellas. La primera es la actitud de Jesús de darse cuenta de alguien que le necesitaba. Y segundo, el cómo Jesús nos presenta un gran reto, a ti y a mí, para que nos convirtamos en la luz de quienes no pueden ver o no quieren ver.
Veamos primero el cómo la capacidad solidaria de Jesús se manifiesta a través de poder notar a las personas más insignificantes entre nosotr@s. En esta ocasión una persona ciega. Leemos en Juan 9:1: Ahora, al pasar Jesús, vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
En nuestra sociedad contemporánea hay personas que son invisibles, no existen, porque no tienen el privilegio social de la clase dominante. El privilegio social es una teoría de la ventaja especial o el derecho, que beneficia a una persona, a menudo en detrimento de las demás personas. Los grupos privilegiados pueden beneficiarse en función de la educación, la clase social, la edad, la altura, el peso, la nacionalidad, la ubicación geográfica, la discapacidad, la categoría étnica o racial, el género, la identidad de género, la orientación o identidad sexual, el atractivo físico, la religión y otros factores diferenciadores.
Además, debe entenderse como lo contrario de la desigualdad social, ya que se centra en cómo las estructuras de poder en la sociedad ayudan a las personas socialmente privilegiadas, en oposición a cómo esas estructuras oprimen a otras personas.
Durante el tiempo de Cristo, las personas ciegas y aquellas personas con otras enfermedades físicas eran consideradas una carga para la sociedad. La mayoría de ellas eran abandonadas por su familia y terminaban mendigando comida y dinero en las calles. Eran menospreciadas como parte de la clase más baja de la sociedad. No tenían riqueza ni poder para que otras personas las respeten.
Que quede claro, Jesús pudo haber ignorado a este hombre y seguir caminando, pero no quiso hacerlo. Y es aquí donde la narrativa bíblica nos dice que Jesús antes de sanar al ciego declara que debemos de ser luz del mundo. Observe esmeradamente lo que el Evangelio de Juan 9:5 dice: “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Como seguidor@s de Jesús ahora tú y yo somos llamad@s a ser luz del mundo. Ahora vea detenidamente el Evangelio de Mateo 5:14-16 el cual nos dice: «Eres la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre un candelero, y alumbra a todas personas que están en casa. Así alumbre tu luz delante de las personas, para que vean tus buenas obras y glorifiquen a Dios que está en los cielos”
Cristo es la verdadera Fuente de Luz y debemos obtener nuestra luz de Él. Como luces, no debemos dirigir a la gente hacia nosotr@s, sino hacia Dios y hacia sus responsabilidades ciudadanas de crear una nueva sociedad. Es a través de nuestras buenas obras que nos convertimos en luces para este mundo en tinieblas. Ahora me pregunto; ¿puedo brillar como una luz en este mundo?
Como persona creyente en Dios, necesito preguntarme, ¿mi vida realmente refleja este versículo de ser luz? Cuando pienso en cómo soy en el trabajo, en mi comunidad y cómo soy con las diferentes personas con las que me encuentro durante el día, ¿puedo decir verdaderamente que estoy brillando como una luz en este mundo? Este versículo no solo se refiere a cosas externas, como ser alguien que obviamente no jura ni engaña, sino también a obras internas que tienen resultados que pueden ser vistos por las personas que me rodean. Cuando alguien reacciona con dureza o descortesía conmigo cuando creo que estoy actuando con buenas intenciones, ¿cómo reacciono entonces? Cuando ignoro o invisibilizo a personas en el camino porque son mujeres, personas desamparadas, consumen drogas, son gay, lesbianas, trans, negras, presidiarias, inmigrantes, no creyentes en Dios, discapacitadas”, minusválidas, o personas con diversidad funcional” etc.
Mas allá de la Biblia, Yo utilizo como lectura crítica a Ignacio Martin Baró, uno de los curas jesuita asesinados en la Universidad Centroamericana en El Salvador en 1989. Como psicólogo social, comprendió que el fatalismo es una psicología cultural oprimida, opresora, y debilitadora. Esta psicología de la opresión interfiere en la capacidad de los seres humanos de comprender a su mundo social y de cuestionarlo. Lo falso de este fatalismo estriba en atribuir la falta de progreso a un destino fatal determinado por la naturaleza y aún por el mismo Dios. De aquí la necesidad de descolonizar las maneras de pensar y ayudar a través de la oración, el sermón, la educación y lectura critica de la Biblia, para que las personas encuentren un momento de luz y despierten a la realidad de que es posible tomar responsabilidad socio-espiritual y cambiar circunstancias opresoras en experiencias de liberación. Ya el Apóstol Pablo en el Libro de Romanos (12:2) nos había aconsejado lo siguiente; No se amolden al mundo actual, sino sean transformadas y transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Esta narrativa bíblica tiene una invitación abierta para que podamos hacernos unas autoevaluaciones sobre el tipo de luz que somos en este mundo o si estamos contribuyendo a su oscuridad. Y no solo al nivel personal sino también utilizar esto como un paradigma de iglesia que nos permita ver críticamente quienes son las personas que son bienvenidas y cuales rechazamos en nuestra estructura eclesial.
Todo esto lo podemos poner en el contexto de no poder ver lo que está sucediendo con nuestro compromiso con la gente más desprotegida. O puesto de otra manera, ¿cómo es que como persona cristiana no me doy cuenta de los problemas psicosociales que ocasionan las estructuras del país a la mayor parte de la población?
¿Y que sucede cuando el asunto es mucho más serio y no quiero darme cuenta de la opresión existente? Definitivamente hay una gran diferencia entre no poder entender lo que esta sucediendo y no querer entender. Puesto dentro del contexto de la narrativa bíblica de hoy; hay una gran diferencia entre no poder ver y no querer ver. No querer ver, es una ceguera por elección. Quiero comenzar diciendo que aceptar pasivamente un sistema injusto es cooperar con ese sistema; por lo tanto, las personas oprimidas se vuelven tan malas como la persona opresora.
El Buen Samaritano (Lucas 10:25-37) es una de las parábolas de Jesús que nos enseña sobre nuestra responsabilidad solidaria y hospitalaria. Primeramente, en esta parábola hay dos personas que decidieron no ver a la persona que estaba en el piso: el Sacerdote y el Levita. Y una que decidió que quería verla; el Samaritano. ¿Cómo es que el Sacerdote y el Levita pudieron evadir su compasión y amor? Cerrando los ojos y cumpliendo el dicho de: ojos que no ven, corazón que no siente.
Sin embargo, ¿cómo es que nada de esto sucede con el Samaritano? Mantuvo los ojos abiertos. Es aquí que nuestro amor solidario debe de estar libre de prejuicios. Un prejuicio es una opinión, por lo general de índole negativa, que nos hemos formado sobre algo o alguien de manera anticipada y sin el debido conocimiento. Por esto el Samaritano al vencer sus prejuicios, no se fija en la raza, el sexo, la condición social, o cualquier otra cosa para decidir actuar o no. Es un amor que traspasa todas las barreras que nosotr@s l@s seres humanos podamos levantar, para que podamos alcanzar a todas las personas.
Asimismo, nuestro amor solidario debe de estar lleno de compasión. El verso 33 en esta narrativa Bíblica de Lucas 10 nos dice: Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó cerca de él y, al verle, fue movido a compasión. La compasión es un valor humano que une la empatía y la comprensión hacia el sufrimiento de las demás personas. El samaritano no tenía obligación de ayudar al judío tendido en el camino. Pero su compasión fue más grande que cualquier prejuicio. Y así debe ser. Ayudemos a las otras personas, amemos de forma práctica a quienes lo necesitan. ¡Mostremos el amor de Dios!
¿Por qué muchas veces como personas cristianas o como Iglesia, no queremos ver las realidades que están de frente a nosotr@s? Permítanme elaborar esto desde la realidad cuando yo no quiero salir de mi zona de comodidad.
Hay por lo menos tres realidades en nuestras vidas que le dan forma y justificación a mi ceguera intencional. Todas las personas amamos la comodidad. Es a aquello que se necesita para estar a gusto. Esta es una de las razones más importantes por las que muchas veces no queremos salir de nuestra zona de hábitos y nos volvemos cieg@s.
Asimismo, el miedo a lo desconocido me mantiene en mi zona de conformidad. Tenemos miedo de hacer tantas cosas y el miedo es lo que te hace temer a todo y nos ciega. Tenemos que convertirnos en personas creyentes o en Iglesia que no tienen miedo.
Y también existe la procrastinación. Procrastinar significa posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades por otras actividades que nos resultan más gratificantes pero que son irrelevantes. A veces, la procrastinación es el resultado de la pereza, y la Biblia tiene mucho que decir al respecto. La Biblia recomienda el trabajo duro y la productividad (Proverbios 12:24; 13:4) y advierte contra la pereza y la dejadez (Proverbios 15:19; 18:9). La Biblia dice que cuando se trata de algunas cosas, nunca debemos demorarlas. Jesús enseñó que la reconciliación con una hermana o un hermano ofendido debe hacerse inmediatamente después de recordar la situación (Mateo 5:23-24). También dijo que “arregláramos los asuntos rápidamente” con nuestros adversarios (versículo 25).
Luego de la sanación del ciego Jesús le hace una pregunta: «¿Ves algo?» (Marcos 8:22-23). Y luego de tener claro que la peor ceguera es no querer ver, yo te hago la misma pregunta: ¿Ves algo? Y también te pregunto: ¿Tienes claro el por qué algunas personas no pueden ver? ¿Y tienes claro el por qué hay veces que no queremos ver?
Hermanos y hermanas, una hermenéutica subversiva de este Evangelio es que Jesús puede y quiere sanar la Ceguera por inatención que tienes, en donde está ahí pero no lo quiero ver. Es lo que el Salmo 135:16 nos dice: Tienen ojos, y no ven.
Nos gusta decir que Estados Unidos es el país número uno en el mundo. La pregunta es, ¿primero en qué? En el sistema capitalista con su economía de mercado, aquí en Estados Unidos tenemos la población carcelaria más grande del mundo.
Según estimaciones recientes, más de 34 millones de personas en los EE. UU., incluidos 9 millones de niñ@s, padecen inseguridad alimentaria; más de 6,4 millones de estadounidenses están en prisión, en la cárcel o bajo libertad condicional; más de 90,000 personas murieron por sobredosis de drogas, entre otras. ¿Podríamos ver estas atrocidades que amenazan la humanidad?
Hay necesidad de ver el cómo con su política exterior el gobierno de Estados Unidos permite un genocidio por parte del gobierno de Israel contra el pueblo Palestino; un bloqueo económico y político ilegal e inhumano contra el pueblo de Cuba y el de Venezuela; mantiene por más de 100 años a mi patria Puerto Rico como una colonia. Con su política imperialista y expansionista el gobierno de Estados Unidos en vez de ser un promotor e instrumento de la paz con justicia se ha convertido, con sus ambiciones imperialistas, en un eje diabólico que nos puede llevar a la Tercera Guerra Mundial. Vea el papel oportunista y poco democrático que sigue desempeñando entre los conflictos entre Ucrania-Rusia; China-India; La Península Coreana; Grecia-Turquía; Taiwán-China; y el oportunismo del gobierno de Estados Unidos de mantener control. ¿Podríamos ver estas atrocidades que amenazan a la humanidad?
Y para validar y justificar todos estos pecados y crímenes un grupo de personas racistas y fanáticas dentro de Estados Unidos han resucitado el mal llamado Nacionalismo Cristiano, que nada tiene de nacionalista ni mucho menos de cristianismo. Esta es una ideología racista que contradice el fundamento del proyecto de liberación salvífica de Jesús. Desde que se “creó” esta nación robándole las tierras a los pueblos indígenas se han empeñado en decir que Dios los trajo aquí desde Europa a gobernar y dirigir el mundo a través de una Doctrina Monroe de un Manifiesto Divino. Una de sus plataformas política-religiosa lo es el movimiento “Hagamos a América Grande Nuevo”. ¿Podríamos ver estas atrocidades que amenazan a la humanidad?
Jesús nos llamo a ser luz para que las personas puedan ver. Necesitamos de ministerios radicales y de iglesia proféticas que no tengan miedo. Que abran los ojos, denuncien y combatan todo tipo de opresión hasta traer el cielo a la tierra. ¿Es esto lo que estaremos predicando en nuestros sermones este domingo en la parábola del hombre ciego? ¿Retaremos a nuestra audiencia para que pueda y quiera ver lo que es necesario ver? ¿Les recordaremos la responsabilidad que tenemos de convertirnos en luz para contemplar y cambiar este mundo? A eso fue que Jesús nos llamó.
Esta es una reflexión desde la Esquina Roja del Padre Luis. Amen & Ashé.
19 de marzo de 2023