Sermón completo:
Decimoséptimo Domingo después de Pentecostés: Propio 20
Éxodo 16:2-15; Salmo: 105:1-6, 37-45; Filipenses 1:21-30; Mateo 20:1-16
I-Introducción: Las lecturas bíblicas para el día de hoy, sobre todo la del evangelio de Mateo 20, nos demuestra la ternura escandalosa de Jesús en el contexto del tema de la igualdad o equidad. Las mismas entrelazan de una manera maravillosa tres subtemas sobre esta igualdad. Por un lado, la de Éxodos, el esperar confiando en que Dios va a proveer. La del Evangelio de Mateo nos pone de frente con la ternura escandalosa de Jesús al demostrar que para todas las personas son iguales y hay que tratarlas con compasión y respeto. Y entonces tenemos a Filipenses, la cual nos recuerda que todo lo que hagamos en nuestro discipulado y en nuestra iglesia al servir y acompañar al pueblo para alcanzar esa igualdad debe de ser con regocijo, con alegría.
II-Mateo 20:1-16: La ternura escandalosa de Jesús. Esta parábola de Mateo 20 se encuentra únicamente en el Evangelio de Mateo y se trata del dueño de una viña que contrata a unos jornaleros en diferentes momentos del día. Los que fueron contratados a las seis de la mañana trabajan todo el día y los que fueron contratados a las cinco de la tarde solamente trabajan una hora. Sin embargo, el dueño de la viña les paga a todos el salario del día completo (un denario). Él se asegura de que todos sepan que están recibiendo el mismo pago a pesar de que trabajaran durante una cantidad de horas diferente. No es sorprendente que aquellos que fueron contratados primero se quejen de que trabajaron más y no ganaron más dinero que los que comenzaron a trabajar tarde.
Tal vez la parábola no trata realmente acerca del trabajo, sino más bien de la equidad o igualdad que mostramos a otras personas. Me parece a mí que es aquí en donde podemos apreciar la ternura escandalosa de Jesús. Como contexto, encontramos los ejemplos sorprendentes de Jesús sobre aquellos que pertenecen al reino-comunidad de Dios: por ejemplo, l@s niñ@s (Mateo 19:14), que legalmente ni siquiera son dueñ@s de sí mism@s. Él aclara que el reino no les pertenece a las personas ricas (Mateo 19:23–26), sino que les pertenece a aquellas personas que lo siguen, en particular si sufren pérdidas por esa causa. “Muchas personas primeras serán últimas, y las últimas, primeros” (Mateo 19:30). Esta es la extravaganza de compasión de Jesus cuando esta construyendo igualdad entre nosotr@s.
Inmediatamente después de esta parábola encontramos otro final con las mismas palabras: “los últimos serán primeros, y los primeros, últimos” (Mateo 20:16). Esto indica que la historia es una continuación de la discusión acerca de aquellas personas a quienes les pertenece el reino-comunidad. La entrada al reino-comunidad de Dios no se gana por nuestro trabajo o acción, sino por la generosidad de Dios.
Una vez que entendemos que la parábola se trata de la generosidad de Dios en el contexto de la igualdad, nos podemos seguir preguntando cómo aplica en el trabajo. Si usted está recibiendo un sueldo justo, el consejo acerca de estar contento con su salario sigue vigente. Si otra persona trabajadora recibe un beneficio inesperado, ¿no sería mejor alegrarse en vez de refunfuñar?
Por ejemplo, la brecha salarial entre géneros sigue latente en Puerto Rico. A pesar de que la Ley 16 de Igualdad Salarial lleva tres años en vigor y que la Constitución de Puerto Rico, en su Carta de Derechos, reconoce el derecho de toda persona que trabaje a recibir igual paga por igual trabajo, en la isla actualmente aún existe una brecha salarial que impide que las mujeres entren al mercado laboral con las mismas condiciones salariales que los hombres. O sea, que en Puerto Rico las mujeres cobran menos que los hombres.
Pero también existe una aplicación más amplia. El dueño en la parábola les paga a todos los trabajadores lo suficiente para sustentar a sus familias. La situación social en la época de Jesús era que muchos pequeños agricultores eran expulsados de sus tierras por causa de las deudas que debían adquirir para pagar los impuestos romanos. Esto incumplía el mandato del Dios del Pueblo Hebreo de que la tierra no se le podía quitar a las personas que la trabajaban (Levíticos 25:8–13), pero por supuesto, esto no les importaba al Imperio de Roma. Por consiguiente, grandes grupos de hombres desempleados se reunían cada mañana, esperando que los contrataran por el día. Eran los trabajadores desplazados, desempleados y subempleados de la época. Los que siguen esperando a las cinco de la tarde tienen poca oportunidad de ganar lo suficiente para comprar el alimento de día para sus familias, pero, de todas formas, el dueño de la viña les paga incluso a ellos el salario del día completo.
Si el dueño, o la dueña, de la viña representa a Dios, este es un mensaje poderoso de que, en el reino-comunidad de Dios, las personas trabajadoras desplazadas y desempleadas pueden encontrar un trabajo que cubra sus necesidades y las necesidades de quienes dependen de ell@s. Además, la parábola también es un reto para aquellos que están involucrados en determinar las estructuras del trabajo en la sociedad actual. ¿Las personas cristianas pueden hacer algo para potenciar este aspecto del reino-comunidad de Dios en la actualidad? Fuimos llamad@s a contemplar y a cambiar este mundo con un nuevo orden porque comenzamos el cielo en la tierra.
Jesús nos ha hecho iguales, así que debemos tener cuidado de que no nos juzgamos a las personas, incluyendo a las personas trabajadoras, por las apariencias físicas, condición migratoria o por las normas del mundo. Jesús elige y llama a sus trabajador@s de entre aquellas personas que se ven débiles y que son humildes (1 Corintios 1:26-29). Es aquí donde podemos apreciar la ternura escandalosa de Jesús y así poder seguir trabajando por traer igualdad al pueblo.
III-Éxodo 16:2-15: Dios proveerá. En la implementación de esa generosidad escandalosa de Jesús algunas veces nos llega el cansancio o la duda de lo que debemos de hacer. Y por alguna razón permitimos que las quejas y las insatisfacciones nos detengan en nuestro ministerio. Esto fue lo que loe paso al pueblo hebreo en su travesía al salir de la opresión de Egipto.
Por lo general, l@s seres human@s nunca estamos satisfech@s del todo. Continuamente queremos más de lo que ya tenemos. Si llueve demasiado, nos quejamos. Si no llueve lo suficiente, nos quejamos. Si hace mucho calor nos quejamos y si hace frio también. Y si no conseguimos lo que queremos, creemos que a Dios no le importamos. Cuando nos quejamos decimos: «¿Por qué yo?», «La vida no es justa» o «¿Dónde está Dios cuando necesito a Dios?». Esta historia ilustra que a Dios sí le importa. Dios nos ha provisto en el pasado y continuará proveyéndonos en el futuro. El maná que Dios nos da es más que solo alimento. Es consuelo, bendiciones, ideas, relaciones, esperanza, paz y amor. Cuando nos quejamos, estamos cegados a las cosas que Dios proporciona porque estamos muy concentrados en el momento presente. Confiar en Dios es otra manera de poder apreciar la ternura escandalosa de Jesús y así poder seguir trabajando por traer igualdad al pueblo.
IV-Filipenses 1:21-30: Regocijarnos en Dios siempre. Gran parte de Filipenses tiene que ver con el regocijo. Pablo estaba en prisión cuando escribió esto, pero podía regocijarse. ¿Cuáles son tus circunstancias hoy? ¡Encuentra una razón para regocijarte! Pablo insiste en que quienes siguen a Jesús perseveren en nuestra propia fe y trabajen junto con otros cristianos por la fe. ¿Qué significa “estad siempre alegres en el Señor”? Regocijarnos siempre en el Señor no significa que nunca nos sentiremos deprimid@s o tristes.
Por lo tanto, aplicaríamos mal las palabras de Pablo si entendiéramos que una persona cristiana debe negar o nunca sentir tristeza o dolor. Los Salmos son útiles en este sentido. El salmista a menudo se siente abrumado por la desesperación o la tristeza, y fácilmente reconoce sus sentimientos ante Dios. Nunca pone cara de felicidad y tampoco niega la intensidad de sus problemas. Pero en el proceso de clamar a Dios pidiendo ayuda y reenfocar sus pensamientos en Dios y Sus grandes misericordias, al final del salmo su estado de ánimo ha cambiado, aunque sus circunstancias no son diferentes. Por eso, el salmista a menudo experimenta una inundación del gozo de Dios incluso en medio de un dolor tremendo. Por lo tanto, regocijarnos en el Señor no siempre significa que neguemos nuestros sentimientos o que soportemos estoicamente nuestras pruebas ignorando cuánto nos duele.
En términos simples, regocijarnos en el Señor significa encontrar nuestra felicidad y satisfacción en Dios. Esto implica que a mal tiempo, buena cara” lo cual es un refrán según el cual cuando las cosas van mal o se complican, lo más conveniente es enfrentarlas con la mejor actitud. La actitud es fundamental en la forma en que enfrentamos las situaciones de la vida, sobre todo aquellas que son decepcionantes o especialmente difíciles.Es aquí donde podemos apreciar la ternura escandalosa de Jesús y así poder seguir trabajando por traer igualdad al pueblo.
V-Conclusión: Mis hermanas y hermanos, la forma en que miramos algo puede marcar una gran diferencia en nuestro comportamiento. La vida es así. En qué te concentras en la vida generalmente determinará el tipo de decisiones que tomes. ¿El vaso medio lleno o medio vacío? Tú eliges. El funcionamiento óptimo humano trata de favorecer el bienestar y la salud en contextos adversos. ¡Cambia tu punto de vista! Apuesta por el vaso medio lleno. Eres tú quien más poder tiene sobre ti, eres tú quien tiene el control sobre tus comportamientos, y también y sobre todo, sobre tus pensamientos.
El optimismo es «la tendencia a esperar el mejor resultado posible o a insistir en los aspectos más esperanzadores de una situación». Las personas optimistas suelen pensar que en el futuro ocurrirán «cosas buenas» o que se producirá lo que esperan y sueñan. Por naturaleza, la mayoría de las personas tienden al optimismo o al pesimismo, independientemente de su relación con Dios. El vaso de todos está «medio lleno» o «medio vacío». Por tanto, el optimismo no es necesariamente lo mismo que la fe en Dios. Puede ser un rasgo natural de la personalidad que no tiene nada que ver con la fe.
El optimismo bíblico es el resultado de la fe en el carácter de Dios. La Biblia se refiere a esto como «esperanza». Romanos 15:13 dice: «Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundes en esperanza por el poder del Espíritu Santo». Cuando esperamos en Dios, ponemos nuestra confianza en Su plan soberano muy por encima de lo que nos dicen las circunstancias.
Dios es bueno con todas las personas, lo merezcan o no, sean creyentes o sean ate@s. Su bondad misteriosa desborda a todos nuestros cálculos y está más allá de la fe de los creyentes y del ateísmo de los incrédulos. Ante este Dios, lo único que cabe es el gozo agradecido y la confianza absoluta en su bondad dentro de un proyecto de igualdad tal y como Jesús lo pide.
Por lo tanto, para nuestros discipulados en particular y modelos de iglesia proféticas en general es importante reconocer que la violencia racial, de género, sexual y otras formas de discriminación y violencia, no pueden ser eliminados sin cambiar la cultura. Necesitamos fomentar la cultura de la paz con justicia.
El estar aquí en la tierra conlleva la responsabilidad de poder crear como personas cristianas el reino-comunidad de Dios en el contexto de la igualdad. Este es nuestro reto para evangelizar y plantar. Debemos de entender lo que esta sucediendo en nuestros alrededores para no pecar de ignorantes buscando soluciones mágicas a las realidades del diario vivir. De lo contrario le daremos religión al pueblo para que no piense y se someta a la opresión y desigualdad.
Escuchen con sus corazones la información extraída del INFORME 2022/23 de Amnistía Internacional-Puerto Rico nos dice que los homicidios cometidos por la policía afectaban de forma desproporcionada a las comunidades de ingresos bajos racialmente mixtas. Y a esto se suma la violencia contra mujeres y niñas; derechos sexuales y reproductivos; derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI); y degradación ambiental. El racismo en Puerto Rico es un problema negado e ignorado, porque ha sido invisibilizado sistemáticamente. Y por supuesto, no podemos olvidarnos de la xenofobia, la cual pretende justificar el trato desigual que se le brinda a inmigrantes indocumentados muy en particular a hermanas y hermanos dominicanos. Hay un promedio de unas 40 personas por semana desembarcan de yolas cada semana y no preguntamos las razones de que sean expulsados de su país. Y a todo esto debemos de sumar la necesidad de destruir el nacionalismo de la derecha religiosa y la aberración teológica de la teología de la abundancia.
Cuando identificamos, condenamos y combatimos estas desigualdades comenzamos a apreciar la ternura escandalosa de Jesús de crear un cielo y tierra nuevos aquí y ahora. Es traer el cielo a la tierra para disfrutar la igualdad. Para esto fuimos llamad@s. AMEN & ASHE