Sermón completo:
Vigésimo quinto Domingo después de Pentecostés
Propio 28; Domingo, 19 de noviembre de 2023
Jueces 4:1-7, Salmo 123, 1 Tesalonicenses 5:1-11; Mateo 25:14-30
I-introducción: Que vivimos en un planeta inseguro y con una historia repleta de atrocidades, es cosa cierta. La inseguridad es un sentimiento común que casi la mayoría de las personas experimentará en algún momento y puede provenir de numerosas fuentes. Generalmente, se presenta como falta de confianza, ansiedad e incertidumbre, aunque también puede traer consigo tensión y malestar. Se presenta en diversas situaciones, aunque las más comunes son aquellas que están relacionadas con la toma de decisiones y la relación de la persona en el ámbito social y espiritual.
Muchas personas experimentan durante gran parte de su vida el sentimiento de la desconfianza. A veces no está mal tener un poco de desconfianza de algunas cosas, personas o situaciones, pero no podemos vivir así toda la vida.
El problema entonces aparece cuando la desconfianza se hace presente todo el tiempo durante toda nuestra vida. Hay personas que no se relajan en ningún momento porque no creen en sus semejantes y viven angustiadas. Y por supuesto, esta desconfianza la podemos traer también a nuestra relación con Dios. Por esto esta reflexión es una especie de llamado a que no tengamos miedo, que aprendamos a confiar.
II-Mateo 25:14-30:
Hoy me gustaría que recordáramos algo que tod@s a veces olvidamos: que lo que Dios requiere de nosotr@s no es éxito, sino fidelidad.
El Evangelio que acabamos de escuchar se conoce como la Parábola de los Talentos. Esa palabra “talento” tiene un doble significado. Su significado original en el griego del Nuevo Testamento hace referencia a una enorme suma de dinero. En el mundo antiguo, un talento valía lo que un trabajador común y corriente ganaba durante quince años. Así, al darle a cada uno de sus sirvientes uno o más talentos, el amo en esta historia les está confiando una fortuna.
El segundo significado de la palabra “talento” resulta de una interpretación de esta misma historia. Así como el amo confía talentos a sus siervos, así Dios nos confía a cada uno de nosotr@s habilidades. Por tanto, talento ha pasado a significar habilidad o habilidad. Decimos que alguien tiene talento para la música, la cocina o los negocios. Pero la parábola de los talentos no se trata realmente de dinero o capacidad. Se trata de algo aún más importante. La parábola de los talentos trata sobre la confianza.
¿Qué significa confiar en Dios? Confiar es creer en la confiabilidad, verdad, capacidad o fuerza de algo. Entonces, cuando se trata de confiar en Dios, eso significa creer en Su confiabilidad, Su Palabra, Su capacidad y Su fuerza. La Biblia dice que Dios no puede mentir. Que Él siempre cumple sus promesas. Que Él te ama y tiene cosas buenas reservadas para ti. Confiar en Él significa creer que lo que Él dice sobre Sí mismo, o misma, sobre el mundo y sobre ti es verdad.
Confiar en Dios es más que un sentimiento; es una elección en tener fe en lo que Él dice incluso cuando tus sentimientos o circunstancias te harían creer algo diferente. Tus sentimientos y circunstancias importan y vale la pena prestarles atención. Dios se preocupa por ambos. Pero esas cosas por sí solas no son lo suficientemente confiables como para basar su vida. Pueden cambiar en cualquier momento, incluso en un instante. Dios, en cambio, no cambia. Él es el mismo ayer, hoy y mañana y por eso es digno de vuestra confianza.
Confiar en Dios no se trata de ignorar tus sentimientos o la realidad. No es fingir que todo está bien cuando no es así. Confiar en Dios es vivir una vida de creencia y obediencia a Dios incluso cuando sea difícil.
Me parece que la pregunta crucial puede ser esta; ¿Cómo confiar en Dios, incluso en tiempos difíciles? Ahora que sabes lo que significa confiar en Dios, ¿cómo puedes hacerlo exactamente en tu vida diaria? Si confías en alguien, te sientes cómod@ siendo honest@ con esa persona sobre cualquier tema. Dios es mucho más confiable que incluso tus amistades. Cuando las cosas se sienten difíciles, Él no te pide que guardes esos sentimientos para ti.
Debido a que Dios te ama, puedes mostrar tu confianza en Él hablando de todos tus sentimientos y circunstancias con Él (las buenas y las difíciles) a través de la oración. No dejes que tus emociones gobiernen tu vida; Llévalos a Dios para que Él pueda ayudarte a abordarlos. Él no se siente decepcionado ni frustrado por tus luchas, dudas o dolor. Él se preocupa por ti y puedes confiarle esas cosas.
Cuando confías, acudes a Dios y Su palabra cuando la vida es difícil. También actúas en base a la obediencia (haciendo lo que Dios dice en Su Palabra) y confías en que Él, en última instancia, se encargará del resto. En la confianza no se busca seguridad en otras cosas; Esperas que Dios te sostenga con seguridad en circunstancias difíciles mientras aprendes a confiar en Él.
Jesús mismo se sintió abrumado por lo que tenía delante y fue directamente a Dios. Y dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quédense aquí y velen. Se fue un poco adelante, se postró en tierra, y oró que, si fuese posible, pasara de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. (Marcos 14:34-36).
Dios se preocupa por tus heridas. Presta atención. Qué reconfortante es saber que el Dios del universo también te está prestando atención. Saber que Dios está a tu favor fortalecerá tu confianza en Él durante tiempos difíciles y desconocidos.
La historia del Evangelio de hoy comienza con un acto de confianza. El maestro está a punto de partir de la ciudad en viaje. Confía su riqueza a tres sirvientes. A cada uno se le entrega una cantidad diferente de dinero. Sin embargo, a cada uno se le da una gran cantidad: un talento, dos o cinco. Está claro que el amo confía en cada uno de sus siervos. Incluso entrega el dinero sin instrucciones.
Después de mucho tiempo, el amo regresa y llama a sus tres sirvientes. Dos de ellos han duplicado su dinero. El tercero no ha hecho nada en absoluto; devuelve a su amo exactamente lo que recibió. Resulta que este sirviente simplemente había enterrado el dinero en la tierra, una medida de seguridad común en la antigüedad. Revela el motivo de su acción: tenía miedo de su amo. Su confianza en su amo era nula, por lo que redujo su riesgo financiero a cero. Sin embargo, redujo la posibilidad de obtener ganancias hasta que también fuese cero.
La historia tal como la tenemos nos deja con una pregunta sin respuesta. ¿Cómo habría respondido el amo a los dos primeros sirvientes si no hubieran obtenido ganancias? ¿Y si hubieran puesto en riesgo el dinero y hubieran regresado con las manos vacías? Creo que el maestro los habría aceptado. Después de todo, en la parábola lo que elogia no son sus ganancias, sino su fidelidad. No elogia más al siervo que produjo cinco talentos que al que produjo dos. Cada uno recibe el mismo elogio: “Bien hecho, buen siervo y fiel”. Cada uno recibe la misma invitación: “Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”.
Y al responder al tercer sirviente, el amo deja en claro que habría aceptado cualquier cosa (incluso intereses bajísimos en una cuenta de ahorros) que estuviera motivado por la fe en lugar del miedo.
Además, es notable que el siervo a quien se le dan cinco talentos gana cinco talentos más, y el que recibe dos, dos más. Esta duplicación en cada caso sugiere que el crecimiento es automático. No es la astucia de los sirvientes lo que produce resultados sino su voluntad de actuar basándose en la confianza.
La parábola no se trata tanto de dinero o capacidad como de confianza. El amo confía en sus sirvientes y actúa según esta confianza. Los sirvientes, o más bien dos de ellos, devuelven el favor actuando más por confianza que por miedo, y regresan con su amo con una fortuna apilada encima de otra.
La historia nos dice que lo peor es no perder. Lo peor es no arriesgar nunca. La libertad que pone en riesgo ese tesoro (e incluso puede provocar su pérdida) es un acto de fe. Podemos aprender de nuestros fracasos y, a menudo, son los fracasos los que nos proporcionan las lecciones más imborrables. Pero el miedo no nos enseña nada… hasta que lo dejamos atrás.
De nuevo, esta parábola de los talentos no trata realmente de dinero o habilidades. Es una historia sobre la confianza, una historia sobre el riesgo. La vida es igual. Lo importante no es el dinero o las habilidades en sí mismas, sino nuestra decisión de utilizarlas de manera que demuestren nuestra voluntad de arriesgarnos y confiar. La pregunta central sobre la vida no es «¿Qué logramos?» sino si aprendimos a obedecer, si aprendimos a amar. Es un llamado a que no tengamos miedo, que aprendamos a confiar.
La historia de Jueces 4:1-7 nos cuenta la historia de Débora, la libertadora de Dios. A través del Espíritu Santo, Dios le dio el don de profecía para hablar Su Palabra de aliento e instrucción a otras personas. A través de ella, inspiró a un líder judío reacio llamado Barac a liderar al pueblo judío en la batalla contra los cananeos. A partir de este relato, Él revela la obediencia y la fe. Es un llamado a que no tengamos miedo, que aprendamos a confiar.
Mientras que la historia es I Tesaloniceses 5:1-11 Pablo les dice a l2 iglesia de Tesalónica que las vidas de las personas cristianas a quienes el Espíritu ha iluminado acerca del regreso de Cristo se caracterizan por la vigilancia. Dado que el apóstol sabe que Cristo podría regresar en cualquier momento, convoca a sus lector@s a vivir de manera que permanezcan alerta a su posibilidad, confiando. Los hijos e hijas adoptivas de Dios no asumen que tenemos una cantidad ilimitada de tiempo para entregar nuestras vidas al cuidado misericordioso y amoroso de Dios. Es un llamado a que no tengamos miedo, que aprendamos a confiar.
Conclusión: En resumidas cuentas, quiero que te fijes en las ridículas excusas que inventa este tercer personaje de nuestra historia para echarle la culpa al maestro. Note que en el versículo 24, él dijo: «Maestro, sabía que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra. Mira, tienes lo que es tuyo.» Amig@s, esta es una imagen de un falso discípulo o discípula, una persona que exteriormente afirma ser una sierva de Cristo, pero dos cosas dicen lo contrario: 1. su falta de servicio; 2. sus falsas y ridículas excusas; 3. No tiene madurez para aceptar responsabilidad. Note el problema de su falta de servicio. Tenía un total desprecio por su responsabilidad de mayordomía de honrar a Dios prestando un servicio fiel y fructífero. Aquellas personas que aman a Cristo servirán a Cristo en y a través de su iglesia cuando sirven al pueblo. Por esto nuestro llamado es el de acompañar y servir al pueblo.
Hernas y hermanos, Jesús es el ejemplo de liderazgo y servicio humilde. Aquell@s de nosotr@s en el ministerio nunca debemos mirarnos a nosotr@s mism@s por encima de las demás personas porque no lo somos; ¡servimos a Aquel que sirve! ¡Una líder o un líder de iglesia orgulloso es un espectáculo atroz ante nuestro Señor y es el que está verdaderamente cieg@! ¡Cieg@s a su Palabra! ¿Cómo lideramos con humildad? ¡Hacemos esto por nuestro amor por el Señor fortaleciendo nuestro amor por las demás personas y ese amor se demuestra con nuestras acciones (Gálatas 2:20-21; 2 Corintios 4:5; Fil. 4:12)! Dios no nos salvó para que seamos personas egocéntricas; ¡Él nos salvó por amor y por amor para ser sus embajador@s dondequiera que estemos y dondequiera que vayamos!
Recordemos, la iglesia tiene vocación profética en los ministerios de justicia y preocupación por otras personas. Tiene vocación sacerdotal en los ministerios de curación, bendición, y enseñanza. Y tiene una vocación política para moldear y remodelar las formas de vida eclesial y pública para que todas las personas sean bienvenidas. Te dejo con estas preguntas en el día de hoy: ¿Eres un o una discípula que no tiene miedo de imitar a Jesús haciendo lo que hizo? ¿Somos una iglesia que no tiene miedo de decir lo que las personas deben de escuchar o solo les decimos lo que quieren escuchar? Que no se nos olvide, Jesús siempre fue más allá de la neutralidad porque esta es una adopción social, política o teológica. Y es además un fundamento para justificar la indiferencia. Jesús jamás fue indiferente a la violación de derechos humanos. No tengamos miedo, aprendamos a confiar.
Amen & Ashé.