Sermón completo:
Hechos 10:44-48; Salmo 98; 1 Juan 5:1-6; Juan 15:9-17
Sexto Domingo de Pascua; 8 de mayo de 2024
En el evangelio para hoy, Juan 15:9, se nos dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado. Ahora permanezcan en mi amor.» ¿Qué significa realmente permanecer en el amor de Dios
Sabemos que la palabra griega permanecer significa literalmente morar o quedarse. Esto transmite la implicación de estar en un estado fijo o continuar en la misma posición.
Ahora bien, ¿qué quiere decir Cristo con «permaneced en mi amor»?
Antes de la declaración de Jesús en Juan 15:9, Jesús les estaba contando a sus discípulos la parábola de la vid y los pámpanos (Juan 15:1-8). El Señor enseñó a Sus discípulos que Él es la vid verdadera, el Padre es el jardinero y Sus seguidores son los pámpanos (Juan 15:1-5). Les dice a sus discípulos que, si permanecen en Él, darán mucho fruto, pero si no permanecen en Él, nada podrán hacer (Juan 15:5-8). Lo que Jesús les dice a sus discípul@s todavía se aplica a nosotr@s hoy.
Siempre somos amados por Dios, pero nosotr@s, como seres humanos, no siempre somos conscientes de Su amor. Excelentes formas de simplemente permanecer conscientes del amor ágape de Cristo es leer Su Palabra, orar y agradecerle por Su gran bondad, recordar las formas en las que ha mostrado compasión hacia nosotr@s y estar conectad@s en la comunidad de creyentes que nos recuerdan de su amor. Es el amor de Dios que vemos a través de la cruz de Jesucristo. Es el amor que salva y restaura a la humanidad frente al pecado y la muerte».
Jesús nos dice que una persona puede ser reconocida por sus frutos (Mateo 7:16). Así como un pámpano tiene que permanecer con la vid para poder crecer, nosotros debemos permanecer con Cristo. Asimismo, Jesús nos dice que permanezcamos en su amor (Juan 15:9).
Ahora bien, ¿por qué somos llamad@s a permanecer en el amor de Cristo? Para darle seguimiento con amor a su propuesta de liberación salvífica. En otras palabras, fuimos llamad@s a practicar la verdadera justicia que hace visible a Dios. Y la verdadera justicia la construimos cuando edificamos relaciones saludables con toda la creación de Dios, incluyendo las personas, animales y la madre tierra. En su propuesta de liberación salvífica Dios nos dio la responsabilidad de ser cocreadores y cocreadoras en el cuidado y administración de lo creado. La distribución errónea de los recursos creados o la creación de estructuras opresoras que promueven esa distribución errónea para marginar a otras personas mientras las mantenemos oprimidas es un pecado capital que debemos destruir con la justicia social.
Véalo de esta manera. En su campaña de amor, Jesús fue un héroe de la justicia social. Se pronunció audazmente contra la desigualdad, ayudó a las personas oprimidas, condenó a las personas opresoras y abrazó a las alienadas. Como hoy, muchas personas se sintieron atraídas por Sus causas y pudieron identificarse con sus mensajes. Atrajo multitudes, que se convirtieron en seguidoras y más adelante en discipul@s. Pero cuando llegó el momento de solidarizarse con Jesús (cuando fue arrestado y a punto de ser ejecutado por un gobierno corrupto), prácticamente lo abandonaron y lo dejaron solo. Y así es ahora en la sociedad actual: las masas claman, pero cuando llega el momento de sentirnos incómod@s y se nos exige hablar en contra de esos grupos poderosos y privilegiados y contra las normas establecidas que normalizan toda esa opresión, nos acobardamos, nos apendejamos, nos añangotamos y este pecado de indiferencia nos hace cómplices de la opresión.
La mayoría de nosotr@s hemos crecido con una visión del mundo capitalista que hace de la acumulación, el consumo y el coleccionismo una virtud y un objetivo. Nos han enseñado a suponer, de forma bastante errónea, que para ser felices hay que tener mucho y en abundancia.
La historia de la acumulación trata sobre dinero y miedo. Es una historia sobre estar poseído por las cosas en lugar de disfrutarlas y compartirlas. Si bien la Biblia no menciona el capitalismo por su nombre, sí habla mucho sobre cuestiones económicas. Por ejemplo, secciones enteras del libro de Proverbios y muchas de las parábolas de Jesús tratan de cuestiones económicas. Como tal, aprendemos cuál debe ser nuestra actitud hacia la riqueza y cómo debe manejar un cristiano sus finanzas.
El rumbo que estamos siguiendo nos asegura un futuro predecible de la destrucción del amor del cual Jesús nos habló con un individualismo tenso, destrucción ambiental, competencia severa a medida que los recursos disminuyen para una población en crecimiento y guerra perpetua. Nuestra cultura nos inculca la creencia de que no hay suficiente para todas las personas, lo que determina la mayor parte de nuestra política y gasto.
Por todo esto deberíamos preguntarnos; ¿A qué problemas de nuestro mundo podría querer Dios que apliquemos una norma del amor de justicia bíblica?
De acuerdo a la escritura de hoy, Si permanecemos en Cristo, creceremos hasta ser hermosas ramas que darán mucho fruto; sin embargo, si negamos a Dios y nos rebelamos contra Él, no daremos fruto. Cuando Jesús habla de dar fruto, no se refiere a fruto físico y literal. El fruto del que habla Jesús son las cosas buenas que hacemos porque lo conocemos. Si somos verdader@s creyentes, se notará en nuestras acciones. Son acciones de un amor verdadero que busca la justicia social de traer el cielo a la tierra. Es a todo esto que Jesús nos dice que permanezcamos en Su amor, nos está diciendo que descansemos en el conocimiento de Su amor por nosotr@s. Sigamos buscando la manera correcta de permanecer en el amor de Jesús.
Amen & Ashé