Una reflexión de vida, Sermón completo:

Saludos y bendiciones. Desde la esquina roja te saluda el Padre Luis. Esta es una reflexión bíblica para una praxis de amor, el sacramento más importante. En la reflexión de la semana pasada, les dije que Jesús no vino a dar pan, sino a ser el pan de vida. En la reflexión de hoy quiero plantear si tú y yo, junto con Jesús, podríamos ser el pan de vida. “Yo soy el pan de vida”, dijo Jesús, no una sino dos veces. “Yo soy el pan de vida”. ¿Cuándo fue la última vez que comiste el pan de vida? No pregunto por la Sagrada Eucaristía porque no creo que esto sea de lo que habla Jesús en el evangelio de hoy en Juan 6:35, 41-51. No niego que la eucaristía pueda ser y sea pan de vida, pero tal vez sea solo una rebanada de un pan más grande. Tal vez tú y yo debamos convertirnos en el pan de vida, al igual que Jesús.

Esta reflexión de pan de vida

Muchas veces escuchamos a Jesús decir: “Yo soy el pan de vida”, y asumimos que es el único pan en la canasta. Pero ¿y si no es eso lo que está diciendo? ¿Y si no afirma ser el pan exclusivo de este mundo? ¿Y si nos está enseñando cómo es el pan de vida para que podamos encontrarlo en este mundo, para que podamos convertirnos en ese pan, para que podamos ser ese pan para otras personas?

Reflexiona sobre el pan

Piensa en todas las personas, relaciones y experiencias que han alimentado, nutrido y sostenido tu vida. Piensa en un momento en el que alguien más ha provisto y nutrido tu vida y me refiero a algo más que a que te preparó la cena. Estoy hablando del tipo de personas que pasan su tiempo y su presencia con nosotros. Nos aman. Nos enseñan. Se preocupan por nosotros. Nos alientan. Y nuestras vidas son alimentadas y nutridas por ellos. A veces ni siquiera es lo que dicen o hacen, simplemente estar en su presencia es pan en sí mismo. ¿No hay algunas personas con las que cuando pasas tiempo te sientes bien alimentado y satisfecho?

Recuerda a alguien que te ofreció sabiduría o guía, que escuchó tu vida o te dijo una palabra de esperanza o aliento que alimentó y sostuvo tu vida. Fueron pan para ti. O tal vez hubo alguien que te ayudó a descubrir el significado o el propósito de tu vida. Tal vez fue alguien que te dijo: “Te perdono” y te hizo más fuerte para seguir adelante. Tal vez alguien creyó en ti cuando no estabas tan seguro de ti mismo. Nuestras vidas son nutridas y alimentadas por otras personas de miles de maneras.

Y de todo esto es de lo que habla Jesús cuando se refiere a sí mismo como el pan de vida. A lo largo de los evangelios lo vemos alimentando y avivando la vida de muchas maneras y circunstancias: a través de su amor, presencia, guía y enseñanza; a través de su sanación, perdón y misericordia; a través de su generosidad, compasión y sabiduría. Este es el pan que alimenta el alma.

Esta reflexión de vida alimenticia

Esas cualidades no son exclusivas de Jesús, también pueden ser nuestras. Es una de las formas en que Dios comparte Su vida con nosotros y nosotras. Ambos comemos ese pan de vida y nos convertimos en él. Participamos del pan de la vida de otra persona y nuestra vida se nutre, se sostiene, se mejora. Y las preguntas que surgen hoy son estas: ¿cuándo has sido pan en la vida de otra persona? ¿Cuándo la has alimentado y nutrido? ¿Cuándo la has sostenido? ¿Cuándo la has reforzado?

Hoy vivimos en una epidemia de desesperanza. La desesperanza es un hilo que se teje a través de todas nuestras vidas. En algún momento, tod@s experimentaremos desesperanza, un lugar donde no se puede encontrar luz y un futuro mejor es impensable. La desesperanza es un estado emocional abrumador caracterizado por una profunda falta de optimismo por el futuro. Como iglesia estamos llamados y llamadas, aquí y ahora, a traer esperanza para contrarrestar la desesperanza. Pero no en el más allá, es aquí y ahora. La iglesia necesita reconocer que puede traer sanación al luchar contra la desesperanza. La iglesia necesita traer, con el Evangelio de las Buenas Nuevas, esperanza para las personas infelices.

Esta reflexión de pan esperanzador

Cuando nos sentimos en desesperanza, sentimos que las cosas nunca mejorarán. Estamos convencid@s de que nada saldrá bien y que sus circunstancias nunca cambiarán. La desesperanza puede incluso hacer que nos sintamos que no hay futuro, e incluso puede estar vinculada a pensamientos suicidas. ¿Qué es entonces la esperanza? En su forma más simple, la esperanza tiene que ver con el futuro.

Hay tres explicaciones meritorias de por qué la gente se siente desesperanzada. Y comprenderlos es de gran importancia porque de esta manera podemos presentar un-Evangelio que sea relevante y reverente a las realidades que vive la gente. El primero es evidente: la gente considera verdaderamente insatisfactoria la economía actual. Esto puede deberse a la insatisfacción con el nivel de precios o a la insatisfacción con problemas estructurales de larga data como la desigualdad económica, y la falta de servicios de salud, educativos y vivienda.

Otra explicación podría ser el llamado «dolor referido»

La idea de que la gente en Puerto Rico y en otras partes del mundo está descontenta con otros temas, como la violencia armada o el aislamiento social, lo que luego destruye su visión de la socioeconomía. Y, por último, hay evidencia de que las fuentes de noticias y medios sociales con sus mensajes negativos podrían ser las causantes de la desesperanza. En otras palabras, la gente vive en un mundo con mucha inestabilidad social, económica, política y espiritual, lo que les causa desesperanza y las explicaciones y soluciones tienen que ser holísticas. Y por supuesto, sin decir que Dios es responsable de estas barbaries.

No tengo dudas cuando digo que nuestra economía de mercado y las políticas neoliberales solo funcionan para el 1% de la población, la gente rica. Una economía de mercado es un sistema económico en el que las decisiones sobre inversión, producción y distribución a los consumidores están guiadas por las señales de precios creadas por las fuerzas de la oferta y la demanda. Ya esto se suma el neoliberalismo el cual a menudo se asocia con políticas de privatización, la desregulación, la globalización, el libre comercio, el monetarismo, la austeridad y las reducciones en el gasto gubernamental para aumentar el papel del sector privado en la economía y la sociedad. En palabras sencillas, hemos creado una sociedad en la que hemos robado la esperanza a la gente y le hemos dado la religión para que no piense privatizando a Dios, secuestrando a Jesús, y creando la idolatría al dios dinero. Frente a estas atrocidades, la esperanza se pierde. Este es el momento en el que tenemos que convertirnos en pan de vida y, al mismo tiempo, compartirlo con esa gente desesperanzada.

Somos vida

Nos encontramos con la imagen de un-Dios que es justo y se preocupa por las personas necesitadas. Pero ese Dios ha depositado esa responsabilidad en ti y en mí. Por lo tanto, debemos estar motivados y motivadas para corregir tales disparidades en esta vida en lugar de simplemente esperar que las cosas se resuelvan en la otra vida. Al convertirnos en pan de vida, debemos aprender a identificar las estructuras políticas, sociales, económicas, culturales y sociales que se crearon para oprimir a la gente y robarle la esperanza. Y también debemos identificar y desmantelar las instituciones religiosas las cuales con una neutralidad parcializada se dedican a justificar y bendecir estas instituciones opresoras.

Hermanas y hermanos, la historia del hombre rico y Lázaro y las profecías de Amós deberían inspirarnos a corregir el mal de la pobreza que plaga nuestro mundo desesperanzador. Debemos reconocer los problemas sistémicos que permiten y alientan la pobreza, sexismo, racismo, clasismo, etnocentrismo, heterosexismo, al mismo tiempo que buscamos formas de prevenir y curar el sufrimiento. Además, nuestras lecturas nos recuerdan que no debemos ser complacientes ni cómplices de las injusticias que nos rodean. Al igual que Amós, debemos identificar las disparidades y trabajar para superarlas. Recuerden, también somos el pan de vida.

Bendiciones, y la paz con justicia sea con ustedes y prométanme que van a ser muy felices. En el amor solidario el sacramento más importante.   

Amen & Ashé.  

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Acerca de el Padre Luis Barrios y La Esquina Roja – La Esquina Roja