Sermón completo:
Hola y bendiciones, esta es una reflexión bíblica subversiva semanal del Padre Luis con la teología pastoral del Moriviví en donde estamos cada día en la búsqueda del
querer vivir con dignidad y poder ser felices aquí y ahora. Este espacio es una invitación a que seamos como el moriviví”, que en un momento determinado creemos que no hay salida y que todo se acabó y de momento estamos de pie para seguir viviendo. Es un volver a vivir.
Gracias por ser parte de este encuentro.
La reflexión para esta semana es sobre: Resucitando la esperanza de la desesperanza.
Lectura:
Y me dijo: Hijo, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor mi Dios, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oigan palabra de Dios. Así ha dicho Dios a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en ustedes, y vivirán. Exequiel 37: 3-5.
En los últimos años, nuestro mundo definitivamente ha experimentado una gran cantidad de tiempos inciertos.
Una palabra puede describir cómo se sienten las personas que viven en Estados Unidos acerca de cómo van las cosas: mal. Ese es el hallazgo de una nueva encuesta de Gallup realizada el año pasado que mide el estado de la nación, y es lo que también nos dicen muchos otros datos. Cualquier sensación de optimismo que era evidente después de que se desarrollaron las vacunas para el coronavirus ha disminuido, y muchas personas no están satisfechas con lo que sucede en su vida diaria, el estado de la nación, el estado de nuestra política. Y las respuestas que vienen desde la comunidad religiosa son peores porque ofrecen un mañana en un más allá sin repercusiones en el más acá. Gallup ha estado preguntando a las personas en Estados Unidos cómo se sienten acerca de los diferentes aspectos de la vida y las políticas durante las últimas dos décadas. Y este año, en esas 29 mediciones diferentes, solo el 38 % de las personas dijo estar satisfechas. O sea, que el 62% vive en la desesperanza. Esto es alarmante.
De aquí entonces la resignación que es cuando la desesperanza nos hunde en el conformismo. La resignación es renunciar a cambiar las cosas, conformándonos con lo que ocurre, aunque nos haga daño. Es una rendición ante los obstáculos, no porque sean insuperables sino porque nos vence el pesimismo o el agotamiento espiritual y psicológico. Por tanto, implica una actitud pasiva ante los hechos.
Muchas personas están sintiendo por primera vez una desesperanza genuina. Existe una ansiedad sobre cómo este conflicto creciente cambiará radicalmente la vida en este planeta. Existe un miedo continuo a aumentar los ataques terroristas, el fanatismo político, los disturbios sociales, las guerras imperialistas y la violación intencional de los derechos humanos.
¿Qué esperanza puede haber para un mundo mejor para nuestros hijos e hijas? ¿Dónde podemos encontrar una nueva esperanza para el presente, y asimismo para nuestro futuro? ¿Es posible crear esperanza de la desesperanza?
Yo soy fiel creyente que podemos crear un mundo más seguro, más estable y con mayor seguridad y felicidad, con valores de colaboración y colectividad. En otras palabras, yo creo en poder resucitar la esperanza aun de la desesperanza. La lectura Bíblica para hoy en el libro de Exequiel 37 es sobre todo esto. De como de un valle de huesos secos, nació un pueblo. El antídoto para hoy es; sí se puede.
Creo que en muchos casos tod@s tenemos algunas situaciones muertas con las que lidiar. Tod@s hemos visto nuestra situación actual y queríamos un resultado diferente. Así que sé que no estoy solo y mi reflexión no será en vana. Sé que otras personas tienen preguntas ardientes de duda y curiosidad. ¿Alguna vez te has preguntado sobre el lugar de Dios en tu situación muerta? ¿Tienes cargas como la culpa, la vergüenza y la procrastinación?
Para mí, este pasaje del Profeta Ezequiel es un pasaje de esperanza, no de miedo. Nos promete un futuro en el que Dios está presente en nuestra vida, en lugar de
quedarnos atrás en la ausencia de Dios. Varios retos pretendo dejar claro con esta reflexión. Por un lado, te pido que no mates lo que Dios planea usar para tu victoria. Porque incluso una situación muerta puede respirar nuevamente. Y, por otro lado, el poder de Dios puede cambiar incluso las vidas y situaciones más
desesperadas. Recuerda, este es uno de los mensajes radicales de Dios en donde nos dice: Para esa realidad tuya que está muerta, hay vida.
Exequiel 37 en su contexto: ¡Ezequiel fue uno de los principales profetas del Antiguo Testamento y ha sido llamado el Profeta de la esperanza.
En la visión en el Capítulo 37 Dios lo llevó a un Valle de huesos secos y le hizo una pregunta sorprendente: «Hijo», dijo Dios, «¿vivirán estos huesos?» (v.3). No le preguntó de dónde venían. No le pidió a Ezequiel que adivinara qué podría haberles pasado. Dios preguntó: “¿Pueden estos huesos vivir de nuevo? ¿Ves algún futuro aquí, Ezequiel? Ezequiel respondió muy sabiamente. Podía ver que humanamente hablando no había esperanza, su vista le impedía decir que sí, pero su fe le impedía decir que no. Calculó la imposibilidad humana de esa escena frente a la realidad del poder de Dios, y respondió: “Dios, tú lo sabes” (v. 3). Esto es fe hablando. La fe se niega a decir que algo es imposible cuando esperas en un Dios vivo. Lo que Ezequiel realmente estaba diciendo era: “Si es tu voluntad, Dios, puedes hacer incluso
esto. Yo creo que tú puedes. Muéstrame tu poder.”
Entonces Dios le dijo: “Profetiza sobre estos huesos y diles: Huesos secos, oíd la palabra de Dios (v. 4). Cuando Ezequiel hizo eso, sucedió algo increíble. Los
huesos salieron volando. Fueron vestidos de nuevo con tendones y carne. Y Dios habló una vez más: “Llama al soplo, al viento del Espíritu, para que venga y
los llene”. Y los huesos volvieron a la vida y se pusieron de pie, una multitud de personas que vivían y respiraban. Porque Dios es más fuerte que la muerte,
ninguna situación es desesperada para aquellas personas que confían en ella. Dios habla a los huesos secos y el mismo polvo se junta de nuevo y cobra vida.
Esa es la visión que vio Ezequiel en el valle de los huesos secos.
Pero luego Dios añade una interpretación a la visión para explicar su significado. “Exequiel”, le dijo,
“estos huesos son toda la casa de Israel” (v. 11). En su escenario original, esta historia fue contada al pueblo de Israel en el exilio en Babilonia. Lo que
les había sucedido era una calamidad desproporcionada con todo lo que habían experimentado antes, una tragedia de dimensiones incomparables. Su nación había
sido destruida, su pueblo llevado a un país lejano. Que quede claro, este Israel Bíblico no es el Israel de hoy en día que se distingue por atropellar y
colonizar a otros pueblos, como Palestina. Para este Israel Bíblico esto no significó solo destrucción política. Significaba destrucción espiritual,
social, y cultural. En lo que a ellos concernía, Jerusalén era la ciudad de Dios. Entonces, cuando fue devastada y destruida para ellos como pueblo Dios también
había sido destruido. Y si eso era cierto, entonces toda su historia, desde el tiempo de los patriarcas y matriarcas, hasta el Éxodo, hasta la conquista de la
Tierra Prometida, hasta el reino de David y la construcción del templo, no tenía sentido. Todas sus creencias, extraídas de la revelación de Dios a través
de la Ley y los profetas y profetisas, eran falsas. En ese escenario desesperado dijeron: “Nuestros huesos se secaron, nuestra esperanza se perdió” (v. 11).
En este momento desesperanzador, Dios llama a Ezequiel como un profeta en lugar de un sacerdote. Para demostrar que no estaba muerto, ni había terminado con su pueblo, ni estaban sin esperanza. En el mismo momento en que las cosas parecían completamente desesperadas, Dios dijo: “Abriré vuestros sepulcros, y os levantaré de ellos,
pueblo mío; y te llevaré a casa” (v. 12), que es exactamente lo que Dios hizo. Los trajo a casa desde Babilonia, de regreso a la tierra de Israel. Lo que
significa la promesa de Dios es esto: “Es verdad que tu vida ha terminado. Tu templo es un montón de escombros, tu ciudad está destruida. Pero eso no
significa que hayas sido derrotad@. Voy a devolverte tu vida. Voy a restaurar tu esperanza. Te llevaré a casa una vez más. Esta fue la promesa de Dios a su
pueblo cautivo, y fue simbolizada por esos huesos secos que cobraron vida por el poder de la Palabra de Dios.
Nuestro contexto: Pero ¿todo esto significa algo para nosotr@s? ¿Es esta solo una historia interesante, un vistazo fascinante a la historia de un pueblo antiguo? ¡No, esta es la promesa de Dios para nosotras y nosotros hoy también! La visión de Ezequiel significa que podemos tener esperanza donde, humanamente hablando, parece que las cosas han llegado a un callejón sin salida. Significa que los huesos secos en nuestras vidas pueden volver a vivir porque Dios es un Dios que tiene el poder de renovar, revivir y restaurar.
¿Por qué nos sentimos como personas sin esperanza?: Estamos creciendo en un momento en que muchas personas se sienten inútiles; Sienten que
no tienen ningún propósito en la vida. «No soy nadie especial», escucho a la gente decir todo el tiempo. «¿Qué le importa a Dios?» Especialmente
después de pensar en los huesos secos de las personas que somos, podemos sentirnos aún más deprimid@s por nosotr@s mism@s. Aquí es donde entra la gracia
de Dios. ¡Podemos encontrar la esperanza en la cruz! Jesús dijo que nos ama tanto y luego estaba dispuesto a respaldar sus palabras con acciones muriendo
en la cruz por nosotr@s. Fue castigado por nuestra desobediencia a él, y luego dijo: «Ven y únete a mi familia, vive conmigo en esta comunidad de adoración».
Esperanza: Las personas expertas en materia de emociones y conductas llaman al desánimo “la sobrevivencia cotidiana”. Se trata de un hecho en el que se renuncia
significativamente a la alegría y se obstaculiza el proceso de esperanza y fe. El desánimo es una patología crónica; decimos que las nuevas generaciones buscan un «algo» para ser felices, pero no lo encuentran. Pero lo mismo esta sucediendo con las personas de la tercera edad. Nuestra sociedad capitalista con sus valores de producción niega recicla y condena el envejecimiento. El envejecimiento es un proceso complejo de diversos cambios físicos y psíquicos, produciéndose pérdidas progresivas que generan una menor adaptación al medio. Observen la realidad en los llamados centros de envejecientes. Son en su mayoría almacenes de personas que nos estorban en nuestro diario vivir. Ahí l@s almacenamos. ¿Y como quieren que se sientan luego de haber contribuido a esta sociedad y ahora les despreciamos? La depresión y el suicidio se convierten en alternativas viables porque perdieron la esperanza.
La esperanza Bíblica no significa el decirle al pueblo que se tiene que morir para ser felices en el mas allá. Necesitamos de una Iglesia como Exequiel que puedan
resucitar la esperanza de la desesperanza, ahora. Necesitamos de unos ministerios que promuevan y garanticen la vida antes de la muerte.
La esperanza bíblica no es el tipo de esperanza que a menudo expresamos cuando esperamos que nuestro equipo deportivo favorito gane un partido o un campeonato.
Podemos esperar que ganen; podemos estar segur@s de que ganarán, pero no podemos estar 100% segur@s de que siempre ganarán. Este tipo de esperanza es un deseo, no garantizado. También podemos esperar lo mejor en las situaciones, o esperar tener buena suerte con algo, o l@s niñ@s pueden desear ciertos regalos en su cumpleaños o días festivos, pero este no es el tipo de esperanza del que habla la Biblia.
La esperanza bíblica tampoco es optimismo humano. Una vez más, a menudo hablamos de «ver el lado positivo» para tratar de brindar un nivel de comodidad o positividad en las situaciones. Si bien no está mal ver un vaso de agua medio lleno, versus medio vacío para tomar prestada otra expresión común sobre el optimismo, esta no es la esencia de la esperanza bíblica. No es una esperanza que dependa de la personalidad humana, o debemos buscar en lo profundo o reunir nuestra fuerza. Recuerda: Salmo 37:5 “Encomienda a Dios tu camino; confía en Él y Él hará…”
La esperanza bíblica está arraigada y cimentada en la naturaleza y el carácter inmutables de Dios. Se encuentra en Jesucristo, que es nuestra Roca inmóvil. Es una esperanza asegurada no solo en las promesas de Dios sino en la misma persona de Dios. Es una esperanza que recibimos de Dios cuando la miramos. Y la esperanza es vital para vivir una vida cristiana plena y verdadera. Recuerda: Salmo 37:5 “Encomienda a Dios tu camino; confía en Él y Él hará…”
Poner nuestra esperanza en Dios es una elección, no un sentimiento. Es una decisión de la voluntad, no algo dictado por nuestras emociones. Poner nuestra esperanza en Dios no depende de nuestras situaciones, sino algo independiente de nuestras circunstancias. Tod@s ponemos nuestra esperanza en algo o en alguien.
El problema es cuando ponemos nuestra esperanza en algo o alguien que no sea Dios. Esto se debe a que cualquier cosa o persona que no sea Dios está sujeta a
cambios. Nuestras circunstancias cambian. Nuestras relaciones están en constante cambio. ¡Incluso estamos cambiando! Solo Dios permanece inalterable,
el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8). Recuerda: Salmo 37:5 “Encomienda a Dios tu camino; confía en Él y Él hará…”
Conclusión:
¿Que Dios está diciendo a la Iglesia a través de Ezequiel? Por un lado que el valle de los huesos secos no solo habla de la gracia de Dios hacia un pueblo muerto. Aqui también hay un mensaje profundo para nosotr@s. En muchos lugares, la iglesia parece muerta. Las iglesias y las capillas están vacías, el testimonio cristiano es escaso
o inexistente, y no hay nada más que los huesos secos de la espiritualidad. Lo que Dios dice en esta historia es que puede dar vida nuevamente a lo que está
muerto en tu vida.
Dentro de la iglesia los rituales vacíos se realizan por hábito. Las doctrinas se repiten sin una verdadera y sincera comprensión. Hay una estructura de la iglesia sin la fuerza que proviene de una relación profunda con Dios. Pero Dios también puede «hacer que estos huesos vivan». No hay situación en
la que no pueda respirar la vida. El Espíritu Santo de Dios es su don para la Iglesia, y puede animar incluso lugares y personas que parecen más allá de la esperanza.
Hace años, decidí que dejaría de sentir lástima por mí mismo y comenzaría a servir a las demás personas de la manera que deseaba. Por ejemplo, si deseaba que
alguien me animara, decidí buscar a alguien a quien pudiera animar. Al dejar de centrarme en mí mismo, estaba menos amargado con l@s demás y me sentía menos
indefenso en mis circunstancias. Además, encontré alegría y significado en servir a l@s demás y volverme más sensible a las necesidades de las personas.
¡Creo que Dios quiere liberarnos de nosotr@s mism@s quitando el enfoque de nosotr@s mism@s! Creo que Dios quiere darnos vida, y vida en abundancia.
La visión de Ezequiel es una visión para alentarnos a tod@s. Es una visión de la resurrección. Una visión de poder ver la muerte como parte de la vida por lo cual no hay que tener miedo. La muerte no es el final, sino la continuidad de la vida. Aquí se ofrece esperanza para todas las personas.
Pero asimismo en todo esto descubrí que mi mayor satisfacción de estar en esta vida es cuando me atrevo a sembrar un árbol del cual otras personas disfrutaran su sombra. Este es el reto para nosotras como personas y como iglesia para destruir las agendas individualistas y egoístas, dos pecados mortales. Cuando lo logramos resucitamos en esta vida con el amor solidario. Sigamos resucitando la esperanza de la desesperanza. ¡Sí se puede!
Esta es una reflexión desde la Esquina Roja del Padre Luis. En el amor solidario, el sacramento más importante. Amen & Ashé.
26 de marzo de 2023