Sermón completo:
Lectura: Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. Ven dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ¡Señor, sálvame! Mateo 14:28-29.
En Mateo 14:22-33 se desarrolla una historia increíble. Viene una tormenta. Jesús camina sobre el agua. Pedro camina sobre el agua… Pero no tan bien. Pedro termina hundiéndose y Jesús tiene que darle la mano para salvarlo. En este contexto voy a argumentar en esta reflexión tres realidades.
La primera es que Mateo 14 se convierte en una especie de modelo para el comportamiento cristiano, una pieza clásica de producir humanidad.
La segunda es que este evangelio es una invitación a que como personas cristianas salgamos de nuestra zona de comodidad. La zona de comodidad es un estado psicológico en el que una persona se siente tranquila y segura, sin miedos ni ansiedad. En esa etapa mantiene una misma rutina, no asume nuevos retos y, por lo tanto, su desarrollo personal se estanca. Cuando este estado mental de seguridad se mantiene por tiempos prolongados, genera consecuencias negativas como la pérdida de motivación, la apatía, la monotonía, el desgaste y el apendejamiento.
Y tercero, no importa los errores que cometamos en nuestro viaje terrenal caminando sobre aguas, Jesús siempre nos dará la mano.
En la oración que el Señor hace, la cual podemos encontrar en la Biblia, tiene una frase que ha sido significativa: «no te ruego que les quites del mundo, sino que les guardes del mal’’ San Juan 17:15. Esto quiere decir, que nosotr@s estamos en el mundo y debemos entender la palabra mundo en este contexto como el hábitat del ser humano.
Pero estamos en el mundo para cambiarlo, no para contemplarlo. La persona cristiana debe saber comportarse en todos los ámbitos, desde el más espiritual, hasta el más humano. Porque no hay espiritualidad sin humanidad. Y esto porque mientras más rescatemos nuestra humanidad más espiritual seremos. Las «acciones» que glorifican a Dios son las que dan mucho fruto (Juan 15:8). De hecho, así es como demostramos que somos sus discípul@s. En realidad, el fruto del Espíritu – amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23) – debería ser el distintivo del comportamiento cristiano, especialmente el amor.
En este comportamiento seguir a Jesús es imitar a Jesús. Hay muchas personas que dicen que quieren seguir a Jesús. Y eso es bueno. Hay un tema principal del ministerio de Jesús que fue más allá de lo que cualquier otro rabino enseñó y fue completamente único para él. No solo fue radical, también fue central en su estilo de vida, su enseñanza sobre el Reino-Comunidad de Dios y su misión como el Mesías. Es la siguiente: Habéis oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Pero te digo: Ama tus enemigos y ora por los que os persiguen, para que seas hijos e hijas de Dios que está en los cielos. Él hace salir su sol sobre personas malas y buenas, y llover sobre personas justas e injustas. (Mt 5, 43-45).
En este Evangelio salir de la zona de conformidad lo podemos ver en Pedro, quien se atrevió a salir del barco. Constantemente criticamos a Pedro, pero él fue el único que se atrevió a salir del barco, el resto no se atrevió, se quedaron en su zona de comodidad.
Poner la fe de uno en Jesucristo para la salvación requiere un gran paso fuera de nuestra zona de confort. En este sentido, todas las personas cristianas salen de su zona de comodidad simplemente haciéndose cristianas. Pero ¿qué pasa con nuestra vida cotidiana? Habiéndonos entregado a Cristo, ¿cómo deberíamos salir de nuestras zonas de comodidad? Puede significar asociarse con personas que antes veíamos como incómodamente diferentes o incluso amenazantes: ayudar a las personas sin hogar en un comedor de beneficencia o participar en un ministerio en la prisión. Puede significar el que nos vean en lugares o con personas que la sociedad menosprecia: trabajar en un centro de rehabilitación o hablar de Cristo en un bar de mala muerte con personas alcohólicas o desamparadas. Puede ser el darle la mano a quien me ha traicionado, calumniado o pisoteado. El punto es que no debemos dejar de servir a Cristo
simplemente por nuestra incomodidad. Debemos estar dispuest@s a colocarnos en situaciones nuevas, incluso incómodas.
Mis hermanos y hermanas, Jesús nos está diciendo, atrévete y sal de tu comodidad. Y yo te recuerdo que el apendejamiento no tiene espacio en el ministerio de Jesús. Podemos seguirlo con miedo, pero no seamos cobardes, vamos a atrevernos.
Jesús no te abandona. Pedro es conocido por ser un poco testarudo. Es rápido para hablar antes de pensar bien las cosas. Y aunque eso lo metió en problemas de vez en cuando, también lo llevó a experimentar cosas que nadie más experimentó. Simón Pedro responde al reclamo de Jesús muy audaz. “Señor, si eres tú, dime que vaya a ti sobre el agua”. (Mateo 14:28) Jesús responde con una sola palabra: “Ven”. Con notable confianza y coraje, Pedro salta por la borda del bote.
Sé que nos gusta criticar a Pedro por lo que sucede a continuación. Pero quédate en este momento por un minuto. En medio de fuertes vientos y olas, Pedro confía en Jesús para salir de la barca. Esa es una muestra increíble de fe en Jesús. Ningun@ de l@s otr@s discípul@s se atrevió a salir del barco, simplemente declara que Pedro camina sobre el agua hacia Jesús. Esos primeros pasos debieron ser maravillosos.
En este proceso de imitar el comportamiento de Jesús puede que nos suceda como a Pedro: empezó bien y se hundió. Si nos caemos podemos levantarnos. Hay que tener claro en este caminar por el mundo que siempre habrá problemas, dudas, resbalones, traiciones, rechazos, etc.
Es aquí en donde cada día me aferro más al mensaje del poema-oración de Santa Teresa de Ávila: Nada te turbe, nada te espante todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta. Recordemos siempre que, para caminar sobre el agua con valor y fe, primero debes salir de la barca. Esto es salir de tu zona de comodidad.
Muchas gracias, hasta pronto, Dios nos bendiga, y prométanme que van a ser felices. En el amor solidario, el sacramento más importante. Amen & Ashé.