Sermón completo:
Hola y bendiciones, esta es una reflexión bíblica subversiva semanal del Padre Luis con la teología pastoral del Moriviví en donde estamos cada día en la búsqueda del querer vivir con dignidad y poder ser felices aquí y ahora. Este espacio es una invitación a que seamos como el moriviví”, que en un momento determinado creemos que no hay salida y que todo se acabó y de momento estamos de pie para seguir viviendo. Es un volver a vivir. Gracias por ser parte de este encuentro.
Mi tema de para hoy está elaborado de las lecturas de Hechos 7:55-60 y de Juan 14:1-14. Es una invitación para que seas el cambio que quieres ver.
Cuando Gandhi dijo «Sé el cambio que quieres ver en el mundo»; había un principio importante detrás de sus palabras. Este principio es uno de los más fundamentales en el campo del ministerio: influir en otr@s para que cambien comienza por ver quién eres TÚ y cambiarte a ti mism@ en las formas necesarias para apoyar lo que TÚ valoras. La mejor manera de hacerlo es sirviendo a las demás personas.
Jesús dijo en Mateo 20:26 y 28: “Cualquiera que quiera ser un líder entre ustedes debe ser su servidor. Y si quieres estar justo en la cima, debes servir como un sirviente. Tu actitud debe ser como la Mía. Porque no he venido para ser servido, sino para servir.” Luego Lucas 22:26, “Pero entre ustedes quien mejor sirva será su líder”.
Estos dos versículos son la base del liderazgo cristiano. Jesús dijo exactamente lo contrario de lo que dice el mundo sobre lo que es un o una verdadera líder. En el mundo, construyes una pirámide y subes a la cima. Pero Jesús dijo: “No, quien mejor sirve, mejor dirige”. Esto porque el servicio es liderazgo.
El ministerio de servir y acompañar al pueblo requiere que yo sea el cambio que quiero ver. Y para lograr el cambio que quiero ver en otras personas y en la sociedad, se requiere un ejercicio de sacrificio personal. El sacrificio personal es uno de los temas principales del Nuevo Testamento. Jesús lo desarrolló para nosotr@s en la forma en que vivió. No exigió sus derechos como hijo de Dios, sino que demostró un liderazgo de servicio en todo lo que hizo (Filipenses 2:6–8). Él dijo a sus discípul@s: “…así como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:27–28).
Algunas personas a lo largo de los siglos han definido el autosacrificio como formas extremas de castigo corporal que debemos sufrir para agradar a Dios. Jesús aclaró el camino hacia el sacrificio propio piadoso en Lucas 9:23, diciendo: “Quien quiera ser mi discípula o discipulo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirme”. El tipo de sacrificio propio que agrada a Dios es el resultado natural de haber tomado nuestra cruz para seguir a Jesús. Una cruz siempre representa la muerte. Entonces, para tomar una cruz, debemos estar dispuest@s a morir, y esto incluye nuestras agendas y nuestras prioridades. Cuando crucificamos nuestro deseo de ser nuestro propio jefe o jefa, comenzamos a tomar decisiones basadas en lo que Jesús quiere que hagamos (Gálatas 2:20).
Por supuesto, no quiero decir que nos abandonemos o nos descuidemos. El autocuidado es importante. El “cuidado propio” puede ser un tema confuso en los círculos cristianos. A menudo asumimos que, como personas cristianas, debemos anteponer las necesidades de las demás personas a las nuestras. Pero la Biblia no nos dice que nos descuidemos de nosotr@s mism@s para satisfacer las necesidades de las demás. Todo lo contrario: si descuidas el cuidado de ti mism@, en realidad impides tu capacidad de ayudar a las demás personas.
De lo que estoy hablando en este autosacrificio es de matar el egoísmo. Vivimos en sociedades cada vez más individualistas, en las que el egoísmo no solo es un personaje central, sino que también alimenta el deseo de expresarse. El egoísmo tiene en su esencia un interés en un@ mism@. Una persona egoísta solo piensa en solucionar sus propias necesidades o realizar acciones que favorezcan sus intereses. La búsqueda que emprende este tipo de persona para obtener lo que quiere le lleva a no respetar a las otras personas, y a pasar por encima de sus necesidades. “Aquí no importas tú, solo yo y mis necesidades; solo yo y lo que anhelo.” El egoísmo derriba a las demás personas de una posición de igualdad, colocándolas por debajo del propio yo. Al convertirte en el cambio que quieres ver, muestras con tu comportamiento lo que la gente necesita hacer. En lugar de decirle a una persona qué hacer, con tus acciones le enseñas lo que debe hacer.
Ahora bien, el autosacrificio que beneficia a la comunidad debe evolucionar socio-espiritualmente para que ese autosacrificio se convierta en una responsabilidad y esa responsabilidad en la satisfacción de haber hecho lo que se tenía que hacer. Cuando puedo llegar a esta etapa de madurez, he destruido todo mi egoísmo y he hecho mi entrada triunfal en la inmortalidad. Esta es la fase en la que no necesito reconocimientos porque hice lo que tenía que hacer.
Esto es lo que sucede en la historia de Esteban en el libro de los Hechos porque una de las realidades del evangelio es que sin duda reordenará tu sistema de valores y prioridades.
II- Hechos 7:55-60: Esteban y el amor caritativo: Esto es exactamente lo que encontramos en el libro de los Hechos, en la vida de un hombre común llamado Esteban: se dio cuenta del valor del evangelio y estaba dispuesto a arriesgarlo todo para predicarlo. Es gracias a personas comunes como Esteban, mucho más que a través de l@s apóstoles, que la iglesia primitiva creció. Creo que hay 4 lecciones que podemos aprender de la vida de Esteban.
- El núcleo del compromiso cristiano es el servicio. Tod@s deberíamos hacer espacio en nuestra vida para hacer cosas que no necesariamente nos emocionan hacer, para que podamos mantener el papel y la actitud de “sierv@”. Nada está por debajo de nosotr@s como personas cristianas; debemos abordar cada oportunidad de servicio de la misma manera que Esteban: “No se trata de mí, y si así es como puedo servir al cuerpo de Cristo, con gusto lo haré”.
- Nada es más importante que la Palabra de Dios. Nada es más importante que enseñar la Biblia. Cuando se trata de mi horario como pastor, estoy en deuda con mi iglesia por permitirme concentrarme principalmente en la predicación. Al ocuparme de otras necesidades en nuestra iglesia, me liberan para enseñar la Palabra de Dios. Eso es lo que aprendemos del ejemplo de Esteban que se narra en el Libros de Hechos 6.
- Dios hace su mayor obra a través de personas “comunes”. Esto aparece una y otra vez en el libro de los Hechos. No son los famosos apóstoles quienes principalmente difunden el evangelio hasta los confines de la tierra. Son las personas cristianas comunes y corrientes. Tenemos que recordar esto, porque es fácil mirar Hechos y pensar: “¡Hicieron algunas cosas asombrosas, pero eran apóstoles o apóstolas!”. Pero la gente común llena del Espíritu puede hacer todo lo que un o una apóstola puede hacer.
- Aprende a confiar en Dios en tu vida. Confiar en Dios es más que un sentimiento; es una elección tener fe en lo que Él dice, incluso cuando tus sentimientos o circunstancias te hagan creer algo diferente. Tus sentimientos y circunstancias son importantes y vale la pena prestarles atención. Dios se preocupa por ambos. Pero esas cosas por sí solas no son lo suficientemente confiables como para basar tu vida. Pueden cambiar en cualquier momento, incluso en un instante. Dios, por el contrario, no cambia. ELLA es la misma ayer, hoy y mañana y por lo tanto es digna de nuestra confianza. Confiar en Dios no se trata de ignorar tus sentimientos o la realidad. No es pretender que todo está bien cuando no es así. Sin embargo, para ser el cambio que quieres ver, necesitas aprender a confiar en Dios. Confiar en Dios es vivir una vida de creencia y obediencia a Dios, incluso cuando es difícil.
III- Juan 14:1-14: Confiar en Jesús en tiempos difíciles: Al final de Juan 13, Jesús les dijo a sus discípul@s que se iba a ir y que no podrían seguirlo. Esto condujo a la discusión de hacia dónde va Jesús y qué va a hacer. Entonces, Jesús les da una explicación más detallada sobre la naturaleza de su partida y lo que se logrará con su partida.
Juan 14:1-4 tiene que ver con la confianza. La confianza y la fe van de la mano. Si Jesús hubiera querido, podría haberles dado un relato paso a paso de las próximas 24 horas… arresto, juicio, paliza, crucifixión y muerte. Él podría haberlo presentado con tanto detalle que no habrían tenido tanto miedo y duda. Pero no lo hizo. Les dio suficientes pistas para que pudiesen lidiar toda confusión, pero no tantas pistas para evitar que Pedro lo negara y los once huyeran del jardín. Podría haberles dicho cuándo y dónde correr y todo lo demás, pero no lo hizo. Los dejó luchar con todo lo que estaba por venir y su fe los haría más fuertes o los desgarraría.
Creo que así es como Dios nos trata también. No nos da el juego por juego de todos los momentos difíciles que se avecinan en nuestra vida. No sabemos qué enfermedad, muerte o desastre vendrá el día siguiente o la próxima década. Pero descansamos en el hecho de que Jesús nos ha dicho lo suficiente para sostenernos en los momentos difíciles de la vida.
No sé por lo que estás pasando en tu vida hoy. Pero sé que Dios hará que todo esté bien en su momento perfecto. No todo tendrá sentido. No siempre será cómodo o agradable. Pero Dios está obrando algo bueno en nosotr@s si nos sometemos humildemente y nos conformamos con no tener todas las respuestas todo el tiempo. Escuchen las palabras de Jesús con las que comenzamos nuevamente: “No se turbe vuestro corazón. Confíen en Dios; confíen también en mí.”
IV. Conclusión: Mis queridas hermanas y hermanos, sí, algunas personas parecen tener más dificultades para confiar en Dios y creer que Su camino siempre es el mejor. Pueden ser creyentes sincer@s y, sin embargo, aún les cuesta quitarse las manos de encima de su situación y vivir por fe.
¿Recuerdas a Pedro, quien en una ocasión salió de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús, solo para tener miedo y hundirse? Con razón lo criticamos por no tener más fe, pero a diferencia de l@s demás, ¡al menos salió del bote! Pedro no era perfecto, pero en ese momento le resultó más fácil que sus condiscípulos poner su fe en acción. Debemos aprender de su ejemplo. «No se turbe tu corazón; cree en Dios, cree también en mí. (Juan 14:1).
Recuerda, cuando Gandhi dijo «Sé el cambio que quieres ver en el mundo»; había un principio importante detrás de sus palabras. Este principio es uno de los más fundamentales en el campo del ministerio: influir en otras personas para que cambien comienza por ver quién eres TÚ y cambiarte a ti mism@ en las formas necesarias para apoyar lo que TÚ valoras.
La ética cristiana para la evangelización necesita caracterizarse por una opción preferencial por aquellas personas que se encuentran oprimidas, marginadas por las instituciones sociopolíticas, económicas y religiosas. Nuestro evangelismo es parte de la experiencia de liberación. La ética cristiana debe estar orientada a la praxis porque la fe debe ponerse en acción si se quiere transformar las condiciones sociales.
Con esta reflexión te invito a ser el cambio que quieres ver en esta vida.
Les recuerdo que muchos de nuestros proyectos sociales, políticos y religiosos fracasan porque no hemos sabido incorporar el autosacrificio como disciplina necesaria. Quieres la paz, entonces debes luchar por la justicia. Sigamos construyendo el cielo aquí en la tierra para que podamos hacer una distribución equitativa de la creación de Dios y podamos ser felices aquí y ahora. Este es nuestro deber, construir un mundo nuevo, pero mejor. Necesitamos orar, pero debemos complementar nuestras oraciones con nuestras acciones. En otras palabras, se el cambio que quieres ver.
Esta es una reflexión desde la Esquina Roja del Padre Luis. En el amor solidario, el sacramento más importante. Amen & Ashé. 7 de mayo de 2023.